Ciudad perdida
AMLO y la IP, ¿poder compartido? // Al cajón del olvido, el hartazgo de la gente
Miguel Ángel Velázquez.
E
ntre defensas inútiles, proyectos que causan escándalo y contradicciones que llevan a dudas profundas, Andrés Manuel López Obrador parece haber olvidado que el cambio verdadero tiene y debe venir de las condiciones de la economía nacional, y ahí, en la duda de la muerte o la vida del neoliberalismo como forma de conducir a México, parece ocultarse la decisión de preservar el mandato del mercado como la ruta del próximo gobierno, mediante la creación del consejo empresarial de asesores.
Los actores, los factores que impulsaron y cobijaron el quehacer del neoliberalismo en las tres décadas anteriores están ahora sin tapujos, sin máscaras en el cuarto de al lado de la Presidencia de la República y seguramente, con la fuerza que representan, influenciarán las tareas de la administración de Andrés Manuel López Obrador.
O tal vez sea peor y este grupo –¿hubo alguna consulta popular para crearlo?– envuelva en un gran viento negro la idea de hablar del cambio para que nada cambie y se convierta en el verdadero triunfador de las elecciones pasadas. Es, para decirlo de algún modo, algo más peligroso que dormir con el enemigo es vivir con el áspid enredada en el cuello.
Es muy difícil entender, y justificar, esa alianza, pero si el presidente electo supone que crear un grupo de empresarios de peso mayor será la forma de anular al otro grupo, al que siempre ha encabezado abierta o simuladamente Claudio X. González, está equivocado. Es más probable que los dos grupos que hoy aparecen separados, que no enfrentados, se unan para hacer que descarrilen sus ideas, a que reciba el apoyo desinteresado de esos personajes.
López Obrador ha iniciado un juego muy peligroso con el hambre insaciable de los dueños del capital. En sus palabras, esos señores
no tienen llenaderay, sin embargo, los tiene al lado. Nadie le pidió que los convocara, por el contrario, un componente del voto que le dio la Presidencia de la República está en el hartazgo de la gente por el dominio del mercado en la política.
Entonces, lo que habría que preguntar es: ¿tiene miedo el presidente electo de la fuerza de esos empresarios y prefiere tenerlos al lado? ¿Está dispuesto, por ello, a cederles un tanto de poder? ¿Prefiere López Obrador que la historia lo señale como un presidente bueno más que un buen presidente? Ya veremos.
De pasadita
De acuerdo con el ejemplo de la simulación priísta, panista o perredista, Morena en la Ciudad de México no se aparta del camino y ahora crea acuerdos que en el papel pretenden cierta unidad, pero que en realidad han ensanchado las diferencias entre los grupos que se disputan el poder dentro del Congreso.
El acuerdo que divide se da en el contexto de la prisa de la jefa de Gobierno electa, Claudia Sheinbaum, por encartar a Ernestina Godoy en su equipo de trabajo, aunque la solución que se ha presentado en el Congreso puede ser un problema mucho mayor al que se tenía antes del ¿arreglo? Por eso bien podríamos decir que el acuerdo es que no hay acuerdo y las consecuencias del disparate no tardarán en exhibirse.
Pensar que Ricardo Ruiz, émulo de Alejandro Encinas, podrá controlar un rompecabezas como el que le ha dejado la distorsión del grupo parlamentario que hereda es una apuesta muy grande. Por fin las tribus se crearon, los guerreros se han pintado la cara y el escenario está puesto para que el virus de las ambiciones personales que mata a la izquierda crezca y se desarrolle . ¡No tienen remedio!
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