Rubén Espinosa: Un crimen proditorio, enredado y politizado
Desde el asesinato de Manuel Buendía (30 de mayo de 1984) siempre he pensado que efectivamente algunos políticos, en el umbral de la locura, son capaces de mandar liquidar a personas que les resultan incómodas.
Como ha sido el caso a los periodistas que investigan las entrañas podridas del ejercicio del poder político y sus inconfesables relaciones con el bajo mundo.
Blancornelas, Buendía, Marco Antonio Ávila, doce ultimados en el 2012 en México que fueron denunciados por Reporteros sin Fronteras, Regina Martínez, Moisés Sánchez denunciaron y murieron.
No puedo afirmar que Javier Duarte, el polémico gobernador de Veracruz, sea el autor intelectual del crimen del foto periodista Rubén Espinosa.
Sería más un prejuicio en contra de alguien a quien no le han demostrado ninguna culpabilidad en el hecho, hasta este momento todavía no, que una sospecha apoyada en el clamor generalizado que lo señala como autor intelectual del homicidio de Espinosa y de cuatro mujeres que lo acompañaban.
Del caso de las mujeres asesinadas junto a Espinosa nos ocuparemos en esta misma semana.
La investigación de un crimen tiene protocolos que en el caso del que quitó la vida a Rubén Espinosa se han iniciado, pero de ninguna manera no se han concluido.
Creo que funcionarios, por la presión de la sociedad, las redes sociales y los medios, se han apresurado a emitir declaraciones iniciales, que de ninguna manera son resultados concluyentes de las primeras investigaciones del caso.
Lo han hecho tanto el procurador del DF, Rodolfo Ríos Garza, quien aventuró la idea de que se trató de un robo, como la procuradora Arely Gómez que se ha perdido en sus ininteligibles declaraciones iniciales.
La ejecución de Rubén Espinosa y de las mujeres que lo acompañaban tiene la marca del proceder del crimen organizado. Tortura y tiro de gracia.
Está claro que no fue un robo. Fue una ejecución.
¿De parte de quién? ¿En qué andaba metido Espinosa que tuvo tan cruento final? ¿Es un ajuste de cuentas fuera de lo que pudo molestar al poder veracruzano con su trabajo periodístico?
El crimen, sin duda, es un acto proditorio y condenable.
Miguel Ángel Granados Chapa, trabajaba antes de morir en un texto que titularía: “Buendía, el primer asesinato de la narcopolítica en México, sobre el homicidio del periodista Manuel Buendía Tellezgirón”
El texto lo terminaron su hijo Tomás Granados Salinas y por el periodista Tomás Tenorio.
Tenorio es un periodista que ha dado algunas muestras de inestabilidad. En su cuenta de twitter se define como “periodista en formación, católico y cruzado por adopción”.
No es para nada clara su definición como periodista.
Su incursión en el periodismo de investigación a propósito de la muerte del político Amado Chavarría, la inició con la publicación de un libro que muchos guerrerenses calificaron de superficial y especulativo.
El texto de Tenorio, Asesinato de un Político, no resultó del todo afortunado en el muy complicado y enmarañado contexto social guerrerense.
Uno de los personajes que acusa de ser autor intelectual del crimen de Amado Chavarría es al gobernador Zeferino Torreblanca.
El entonces mandatario retó al periodista a que probara sus dichos.
No lo hizo. No pasó nada. Y el crimen de Amado Chavarría pasó al limbo de la kennedización donde yacen casos como los de Luis Donaldo Colosio, José Francisco Ruíz Massieu y desde luego, el de Manuel Buendía.
La aprehensión de José Antonio Zorrilla Pérez como autor intelectual del asesinato del autor de la columna Red Privada en Excelsior, nunca fue aceptada ni social ni mediáticamente, como la verdad definitiva y concluyente de ese caso.
Muchos pensamos que la mira debería apuntar mucho más alto que la del chivo expiatorio que fue Zorrilla.
Ahora, en los justos momentos en que el tema del periodista Rubén Espinosa es una tendencia en redes sociales y es el tema sobresaliente de la agenda nacional, el hijo de Granados Chapa y Tomás Tenorio presentarán mañana la edición final del texto del recordado periodista hidalguense en un lugar del sur de la ciudad a las 19 horas.
El título dice que es el primer crimen de la narcopolítica.
Creo que es la mercadotecnia la que propone el título de la obra inconclusa de Granados Chapa.
Y el sentido de oportunidad con el ambiente que se ha formado con el asesinato de Rubén Espinosa y sus acompañantes es manifiesto en los cálculos de venta y difusión que tuvieron los que utilizaron los autores finales, del texto referido.
Oportunidad y mercadotecnia para un texto que se cuelga de la tragedia de Espinosa y sus acompañantes.
Creo que lo hacen porque la condena a Javier Duarte en el caso Espinosa es generalizada. Para periodistas, intelectuales, organización pro derechos humanos no hay duda de que la mano del mandatario veracruzano está detrás del crimen.
Yo no sería tan apresurado.
Creo que el final nos encontraremos con nombres y hechos en la investigación del crimen perpetrado contra Rubén Espinosa que resultarán de mayor nivel y más graves por las implicaciones que tengan en un caso tan enredado que, definitivamente, ya se politizó.
Los priístas enemigos de Duarte no se la perdonarán con las elecciones de gobernador por dos años que se celebraran en la entidad en el cercano 2016.
Y menos los panistas, único partido que es una oposición real en Veracruz y que tiene una pálida competencia de Movimiento Ciudadano por el hecho de que el dueño de esa franquicia, Dante Delgado, es nativo de la entidad y también enemigo de Javier Duarte.
Con algunos fallos declarativos por parte de la PGR y la PGJDF, de cualquier forma ya se ha iniciado la investigación del crimen de Rubén Espinosa y sus acompañantes.
Esperemos que no sea una investigación tan larga como la que se hizo en el caso de Manuel Buendía.
Lo dicho, el de Espinosa es un crimen condenable y proditorio.
Pero la investigación está enredada y, lo más grave, ya muy politizada.
Lo mejor para la sociedad es no confundirla adelantando vísperas.
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