AMLO y las orejas de Peña y Chong
Se necesita algo más que los orejas de Peña Nieto y Osorio Chong para llegar a sus entendederas y ponerlas en movimiento en dirección de lo que López Obrador demanda desde el podio levantado sobre la Avenida Reforma en el mitin que cierra la “marcha del silencio”, el domingo 26-06-16, en apoyo y solidaridad con la CNTE y el magisterio en general: La destitución del secretario de gobernación y un gobierno de transición a cargo del exgobernador del Estado de México.
Ni Chong renunciará ni Peña hará caso a la demanda del opositor así y tenga la razón. Porque sí, el país está en crisis y el crimen de Nochixtlán es responsabilidad absoluta del gobierno federal, en particular, de los secretarios de gobernación (quien dio la orden de ataque contra los maestros y la población; si no, ¿quién más?), de educación (que ha alentado esta condición represiva generalizada contra los maestros) y de su jefe. Pero de acuerdo a la conducta de este gobierno y aun de los anteriores, un crimen más, como el de Oaxaca, no basta para asumir la responsabilidad, el fracaso y la renuncia.
La convocatoria del fundador de Morena el domingo ha sido un éxito, aparte de refrescar un poco su discurso, tuvo un aire de aquellas marchas y concentraciones de 2004-2007 que alentaban a sus seguidores a creer que era posible ser escuchados con su clamor y su voto, que no estaba lejos el cambio. Pero como entonces, la oficialidad no escuchará, que para eso tienen ciegos los oídos y sordos los ojos; ni ven ni oyen. Y es que ellos no obedecen a sí mismos ni a la demanda de una sociedad que los tiene reprobados y en el fondo de las encuestas. Y así lleguen exánimes al 2018, procurarán retener el poder a través de su partido, el PRI, o de la negociación con el PAN (que para eso existe el PRIAN).
No obedecen a sí mismos porque son la extensión agónica de un sistema prolongado que acumula decenios de fracasos en el objetivo de ofrecer equilibrio y satisfacción a la sociedad; porque el fracaso social resulta en beneficio de los pocos que manejan y ordenan la riqueza y sus marionetas. Porque tienen compromisos con lo que se llama poderes fácticos nacionales e internacionales. Y ahora que escucho a Fernández Noroña en el video dirigido al “compañero López Obrador”, es claro que coincido con él y con esos “hombres y mujeres libres del país” que combaten el neoliberalismo que asimismo combate el principal líder opositor de la nación. El neoliberalismo entendido como un sistema que ha propiciado la corrupción, la injusticia, la violencia, la impunidad. El desequilibrio social.
Coincide Fernández Noroña en que no habrá respuesta positiva de parte de Peña. Y en caso de ser así, le pregunta a López Obrador, le demanda responder, ¿qué sigue? Él propone, junto al proceso electoral –lleva tiempo haciéndolo-, la desobediencia civil, dice que “es el pie que le está faltando al movimiento político y al movimiento social”, y llama a “construir un gran frente y una gran unidad” (SDPnoticias.com; 27-06-16).
No puedo estar sino de acuerdo. Sin embargo, antes de ello o de manera simultánea habría que lograr la articulación de la oposición en diversos frentes que, por la razón que sea (importante es analizarlo), nunca se ha concretado, excepto en 1988. La izquierda electoral nunca logró articularse con el EZLN, con el Movimiento por la Dignidad y la Justicia, con los distintos gremios disconformes en el país (sólo parte del CNTE se alía ahora con la oposición), con quienes impulsan la justicia en torno a los 43 estudiantes desaparecidos durante la masacre de Iguala, etcétera.
Si los movimientos inconformes se manifestaran como uno solo, no cabe duda de que el cambio se daría pronto. Pero si un día se manifiestan los maestros, otro los médicos, otro los padres de los 43 de Ayotzinapa, otro más asoma el EZLN para volver a desaparecer, imposible (los “gays” parece que se han unido a Peña Nieto y a la estrategia de Obama que los celebró en la Casa Blanca -de Washington-; no obstante, el mismo día brincó la realidad de muchos miembros LGBT: antes que “gays”, somos negros e inmigrantes indocumentados con una grave problemática social irresuelta). ¿Quién logrará limar egos, recelos, envidias, egoísmos, ignorancia, entre los opositores al sistema? Quien quiera que sea, se está tardando. 2018 es la gran oportunidad (contando con las difíciles experiencias de 1988, 2006 y 2012), pero ya ahora mismo se tiene que estar en la procuración de esa articulación de articulaciones que construya la nueva columna vertebral del país y dé paso, al fin, a la esperanza de una verdadera democracia de la cual el presente es en absoluto ajeno. Hay que admitir que López Obrador y los integrantes y simpatizantes de Morena han avanzado, pero se necesitará de un diálogo constante, de coordinación y articulación para lograr el triunfo en 2018 sobre la mafia del poder (insisto: ya no hay necesidad de entrecomillar, pues su existencia está probada).
Es inconcebible que la sociedad siga tragándose el dolor de un crimen tras otro. Tal vez los asesinatos de Nochixtlán se conviertan en el toque de inicio que impulse, procure y cristalice el gozne que la verdadera oposición necesita. Sólo así no habrá sordera que deje de registrar el clamor de justicia y democracia. Sólo así el “mal humor social” logrará sobreponerse al cínico e insensible “buen humor” del encargado del ejecutivo, según reporta Gómez Leyva (aunque en Canadá, como en cualquier país que visita en el exterior, las protestas le hicieron escuchar su realidad y subrayaron el papel que juega en su novela sexenal).
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