AMLO, Jorge Castañeda y el periodismo “objetivo” e “independiente”
El viernes pasado, López Obrador tuvo experiencias con dos tipos de periodista distintos pero que tuvo puntos de coincidencia.
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Sin duda se requiere de mucho aguante y un gran espíritu de lucha para ser un político como López Obrador.
¿Quién que fuera López Obrador no estaría hastiado, por un lado, de los ataques de parte de sus adversarios y, por otro, del acoso de los periodistas que se proclaman “objetivos” e “independientes” que insisten en repetir y/o preguntar lo mismo durante lustros, que parecen no tener memoria ni razón, que no permiten respuestas sino que las quieren inducir, que buscan entrampar, que hablan como argumentando y defendiendo la causa de los políticos y que en vía de hechos se unen al coro de adversarios del opositor?
Yo ya me habría ido o los habría mandado a la chingada a todos. Pero no soy político. Es increíble el grado de agresión tanto de políticos como de periodistas contra el líder opositor. Tuvo razón Carlos Monsiváis cuando dijo que desde Madero ningún político ha sido tan atacado como López Obrador. (Cuando escuchó la “entrevista” que le hizo Gómez Leyva hace poco, una abuela apolítica dijo: “ese hombre lo está acosando”).
Y lo peor de todo es que los periodistas que se llaman a sí mismos “independientes”, como hiciera José Cárdenas en su desencuentro con López Obrador, son los que por decenas de años han esgrimido y aun defendido hasta con furor las políticas de los distintos regímenes.
Digamos que en México hay tres tipos básicos de periodistas según sus conductas y trayectoria: Tipo Ricardo Alemán; tipo Carmen Aristegui; tipo José Cárdenas.
El tipo primero vela armas contra el adversario de quien mejor pague sus servicios, usualmente, las “instituciones” del gobierno. Con Alemán, Pablo Hiriart, Fernández Menéndez, Carlos Alazraki, Beatriz Pagés, Carlos Marín, etcétera.
El tipo segundo es un periodista serio, veraz, crítico de las condiciones que prevalecen en el país, que no toma partido ni manifiesta sus simpatías políticas de manera pública o abierta (aunque se intuyan), como si ello en sí agregara algún valor extra a su ejercicio; no estoy seguro del todo con esa presunción. Con Aristegui, Julio Hernández, Sergio Aguayo, Jorge Ramos, etcétera.
El tercer tipo navega en una viscosidad intermedia, el que se autoproclama independiente y presume objetividad pero por lo general consiente el sistema tal como es, tal como está. Con Cárdenas, Ciro Gómez Leyva, López Dóriga, Leo Zuckermann, Aguilar Camín, Loret de Mola, etcétera.
Y hay o debiera existir un cuarto tipo de periodista cuya presencia defiende Jorge Castañeda Gutman. Castañeda no ha sido un tipo que en general me caiga bien, pero estoy de acuerdo con él cuando dice que es una verdadera estupidez que en México los periodistas, casi todos, no digan abiertamente o disfracen su preferencia política. Lo que es una normalidad en otros países aquí se menosprecia y descalifica. No se trata de no ser crítico. Al contrario, se puede ser muy crítico pero se dice con franqueza qué político, partido o causa son de sus simpatías. Hay algunos intelectuales y periodistas que en México ejercen este tipo. Con Castañeda, Denise Dresser, Paco Ignacio Taibo II, John Ackermann, Lorenzo Meyer, etcétera. Este sería un tipo más saludable y plausible que el enmascaramiento y la simulación.
El viernes pasado, López Obrador tuvo experiencias con dos tipos de periodista distintos pero que tuvo puntos de coincidencia. Con Carmen Aristegui y José Cárdenas. En ambos casos López Obrador comenzó platicando de buen humor, con cierto desparpajo, respondiendo puntualmente sin dejar de lado cierta acidez producto del hartazgo de quien siempre es cuestionado más que nadie más, como nadie más.
La primera lo entrevistó sobre el nuevo video de la serie “Eva Cadena” producida en Veracruz y se extendió a temas sobre el Estado de México, el tan llevado y traído asunto de la “amnistía anticipada” (y que a me parece bastante claro: persecución política no, aplicación de la justicia donde haya lugar, sí) y Elba Esther Gordillo. López Obrador terminó cuestionando que por qué no se investiga a Yunes Linares sobre los diez millones que confesó haber recibido de Elba Esther Gordillo y sobre las dos denuncias contra él ante la PGR. Contrario a lo que se ha opinado, me pareció una entrevista cordial, no sin rispidez, de personas que se conocen bien en lo general.
El segundo lo entrevistó sobre el “huevazo” de que fue objeto por parte de una militante del PRI en Veracruz. En realidad, Cárdenas se vio peor que Gómez hace días. Trató de enredar, entrampar, acusar a López Obrador. Este contestó muy bien y no le gustó al periodista. Empezó por “preguntar”: “¿Quedaste manchado de huevo o estás manchado de corrupción según están revelando estos videos de Eva Cadena?”, para concluir acusándolo de estar aliado a Gordillo, pasando por espetarle: “hay rumores de que vas a impugnar la elección del Estado de México si la candidata de Morena no gana, que vas a provocar un caos político nuevamente; hay miedo”. AMLO contestó: “¡Las mismas preguntas de siempre, Pepe, como si no hubiera pasado el tiempo! Yo no soy corrupto” (a Aristegui le había dicho: “yo no tengo precio”). Y le pidió que no calumnie en el caso Gordillo, que él hace alianzas con delincuentes.
López sacó de sus cabales a Cárdenas, acostumbrado a acusar sin recibir respuesta. Los periodistas serios, críticos, tuvieron que haber registrado el acoso calumniador de José Cárdenas contra el político opositor (y no es la primera vez que lo hace, se conocen bien); raro sería que no lo hubieran percibido así.
En ambos casos, contrario a lo que señaló Leo Zuckermann con Cárdenas, López Obrador no perdió el equilibrio, respondió con autoridad, como debe de ser. Y aun con humor, si se sabe escuchar bien.
Existe un quinto grupo de personas que expresa su opinión en los medios electrónicos, en las redes sociales, que no son necesariamente periodistas, que provienen de diversas profesiones y que desde una perspectiva crítica, considerando el historial del país, del poder y de la sociedad, toman partido y lo expresan de manera abierta, de la mejor manera posible desde el punto de vista de la información. Si no fuera por esta corriente crítica que hoy existe y toma mayor fuerza, la sociedad estaría aún en manos de los medios tradicionales de información y del poder.
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