viernes, 7 de julio de 2017

Beltrones 2018: el mentalista de la sucesión presidencial

@jlca007jue 06 jul 2017 17:34
 
  
 
Beltrones siempre ha hablado en primera persona.
Beltrones siempre ha hablado en primera persona.
Foto propiedad de: Internet
Dentro del sistema presidencialista mexicano que prevalece en los tiempos que ha gobernado, o que gobierna como lo hace actualmente el PRI, ningún militante de ese partido se declara de manera gratuita “enemigo del presidente de la república.”
Creo que solamente lo haría un político sin destino.
Al maestro Desiderio Morales, a quien respeto y admiro, me lo presentó hace ya varios años mi gran amigo Raúl Fraga Juárez.
He revisado siempre con interés las colaboraciones de Desiderio en SDPnoticias. Juiciosas, premonitorias y con un desarrollado sentido para percibir la naturaleza de las intenciones de los políticos mexicanos que suelen enmascarar casi siempre en el contenido de sus discursos o declaraciones sus verdaderas intenciones.
Pero en esta ocasión difiero del maestro Morales en su aseveración de que las declaraciones de Manlio Fabio Beltrones al periódico Reforma, donde opina que “además de que es un autodestape y un veto a Meade, es en el fondo un abierto desafío – una guerra declarada- del ex dirigente nacional del PRI, contra Peña, por la candidatura presidencial.”
(Ver columna de Desiderio Morales al respecto en SDPnoticias)
Beltrones siempre ha hablado en primera persona. Nunca ha tenido un jefe de prensa real.
Él mismo ha sido su propio comunicador, publirrelacionaista y promotor.
Manlio es una especie de mentalista de la política que hace que sus subterfugios declarativos parezcan realidades cuando los hechos demuestran al paso del tiempo, que fueron solamente ficciones muy bien elaboradas en la medida en que las hace coincidir, con ejemplar eficacia, con el contexto del momento, las circunstancias que lo producen y el tiempo en que debe soltar sus fintas, pero que finalmente son solo eso, fintas que regularmente no se convierten en realidades.
Beltrones jugó con  Reforma (y no Reforma con él) para que ellos fueran los que adjudicaran a Meade la exclusión implícita que le estaría haciendo Manlio por no ser militante del PRI.
La verdad es que el sonorense JAMÁS mencionó por su nombre a integrante del gabinete peñista alguno que estuviera en el supuesto de ser eliminable por los estatutos que exigen militancia añeja, cargos partidistas y de dirección, para poder aspirar a ser candidato presidencial.
En una muy reciente entrevista que tuve la oportunidad de presenciar que le hicieron a Claudia Ruiz Massieu en El Heraldo de México dirigido por Franco Carreño, la secretaria general del PRI, a pregunta expresa de la reportera acerca de los candados, dijo que en el estatuto de su partido “habría varias ventanas para dejar abierta la participación de personas que, sin ser militantes, cumplieran el perfil que el PRI necesitara en un momento y en una circunstancia dada, para ser competitivo, en este caso me supongo, se refería a la presencia de un político aguerrido como es Andrés Manuel López Obrador.
Por eso Beltrones se cuida de no personalizar sus consideraciones con respecto a la militancia. Y menos a expresar que está dispuesto a enfrentarse al presidente Peña Nieto en la disputa por la candidatura presidencial.
Nada de eso ocurrirá.
Ni Beltrones será el impugnador de un candidato que decida Peña Nieto rumbo a la presidencia de la república y menos se definirá como un político en guerra contra su presidente.
Tanto Manlio como su familia tienen todavía un gran futuro político.
Y no lo va a arriesgar inmolándose como lo hacen los casos perdidos de Ivonne Ortega, Ulises Ruíz o César Augusto Santiago asumiéndose como el reventador estrella y estridente de la próxima asamblea nacional del PRI.
Ello no quiere decir que la disciplina de Manlio le garantice el triunfo al PRI en el 2018.
Si Peña Nieto se equivoca al seleccionar su candidato y al definir la estrategia para dirigirle su campaña cohesionando al priísmo en torno a su delfín, una muy posible derrota será indivisiblemente responsabilidad del presidente.
Así de claro y rotundo es el presidencialismo mexicano al estilo priísta.

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