Ciudad Perdida
Partidos, todos lo mismo
El riesgo de comprar votos
Miguel Ángel Velázquez
E
l dilema en el que el mal gobierno –llámese federal o local, sea de diputados o senadores, venga de las delegaciones del DF o de los municipios en cualquier parte del país– ha metido a los electores, que no encuentran diferencias de fondo entre los candidatos, en un brete a la hora de emitir su voto.
Ir en favor del PRI, del PAN, del PRD, del Panal o del Verde, o de casi cualquier otro organismo partidista, cuando menos en la ciudad de México no supone un ejercicio del poder diferenciado. Por el contrario, la gente que opina sobre ellos advierte que unos y otros
son lo mismoy el sufragio se da ahora en razón de simpatías y no de propuestas reales de gobierno que marquen, como deberían, las tendencias ideológicas del camino de gobierno que seguirá quien resulte electo.
Con base en esa patética situación, la idea de construir nuevas alternativas partidistas ha empezado a calar entre los más jóvenes de la ciudad de México. Si bien un grupo importante ha empezado a probar hasta dónde puede llegar Morena en su intento de cambiar el rumbo del país, otros buscan crear agrupaciones con propuestas concretas más a la izquierda, porque no se trata de darle una nueva oportunidad a la corrupción con organizaciones de nueva bandera y mañas añosas, sino de armar organizaciones con rumbos políticos bien definidos.
El rechazo a los partidos que hasta hoy compiten por el poder va en aumento y su credibilidad es casi nula, lo que resulta, a fin de cuentas, más que peligroso porque si las elecciones se ganan con votos
comprados, no hay compromiso del político con la gente, y menos aún habrá respaldo del votante por aquel por quien votó; es decir, el político gobernará para quienes lo impulsaron y lo apoyaron, pero nunca para quienes sufragaron en su favor.
Desde la derecha ya hay indicios de que pronto, tal vez después de 2018, se levante una nueva bandera con ese signo, como si no fueran suficientes los brazos de la derecha actuando en la competencia por el poder. En ese intento no habrá nuevas ideas ni nuevas caras, pero sí habrán de hallarse viejos intereses renovados que sólo benefician a unos cuantos.
En la izquierda, Morena, pese al sello de honestidad incuestionable que le ha impreso Andrés Manuel López Obrador, deberá ganarse con buenos gobiernos su lugar en el lado contrario de la derecha y tiene la obligación de crear a los nuevos cuadros que deberán remplazar a quienes ya han bregado suficiente por los caminos de la lucha política.
Por su parte, el jefe de Gobierno de la ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, que no está convencido del quehacer político del PRD y tiene la vista puesta en una organización con líneas de actuación más apegadas a las necesidades inmediatas de la gente, más ciudadano y menos apegado a reglas ideológicas busca la transformación de los amarillos. Esto sí, antes de 2018 o de la debacle total. Ya veremos.
De pasadita
Hay ciertas cosas que no tienen pies ni cabeza, como eso de que se quiere desalentar el uso del automóvil quitando espacios para su movilidad, pero se construyen pasos a desnivel y nuevas vías para que transiten los automotores. O que se le recortan, desde la Asamblea Legislativa, 150 millones de pesos al Sistema de Aguas de la Ciudad de México para su operación, mientras la diputada Ariadna Montiel pide una cantidad millonaria para mantener con vida a los piperos de esta ciudad. ¿Quién los entiende?
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