COLUMNAS
Estoy buscando mis derechos. ¿Alguien los ha visto? (I)
Con esta frase miles de indignados gritaban su irritación en las calles de Madrid en mayo-junio del 2011. En cuatro años, media España está empezando a ser gobernada por ellos. En estos mismos meses pero del 2015, miles de mexicanos rompían el silencio en las calles del DF, Tlapa, Iguala y Chilapa. Parecía que los muertos de Aguas Blancas, Acteal, Tlatlaya, San Fernando, Ayotzinapa y Apatzingán, finalmente cobrarían al Estado los crímenes cometidos en su contra. Los que quedamos vivos, los excluidos, los llenos del hartazgo que el sistema quiere callar, seguimos dale que dale buscando nuestros derechos y luchando por conseguirlos.
El siglo XXI ya lleva varios años caminando en el tiempo y miles de personas siguen sin casa, sin comida y sin futuro. Muchos suponíamos que los barruntos de tormenta social de antes del 7 de junio, llevarían a un cambio en la pesadumbre y en la explicable cólera ciudadana. Pensábamos que la indignación de aquellos sectores que habían tomado las calles y porciones de ciudades y montañas, finalmente abrirían las puertas para empezar a salir de ese pasmo que, a contra pelo de todos, sigue vivito y coleando. Han pasado los días y poco a poco esos aires de esperanza van desapareciendo. El sistema y los políticos ya nos pusieron en la mesa el “fenómeno” de los “independientes” y las candidaturas presidenciales para seguir entretenidos por otros tres años. Por allí -aseguran- se canalizarán las expresiones de enfado y de molestia. ¡El sistema nos ha vuelto a tomar la medida!
Está cayendo sobre la gente un instrumento más para seguir adormeciéndonos, mientras las mafias se roban materialmente el país. A millones de mujeres y hombres los dejaron sin empleo y nada trascendente ocurrió. Entregaron los energéticos, le subieron los impuestos, criminalizaron sus protestas, el Estado asesinó y desapareció a los estudiantes normalistas de Ayotzinapa y el pueblo, finalmente salió a exigir justicia en las calles de varios países del mundo. “La belleza y la luz que había en el alma de esos muchachos querían para el país una morada de justicia y de verdad. Demandaban pan, libertad y educación para los oprimidos y olvidados. Trabajaban por un país libre de miseria y de engaño. Ahora son fisiologías interrumpidas dentro de sus pieles ultrajadas” (2)
El ejemplo de estos jóvenes llevó la resistencia y la protesta contra estos crímenes a ubicar al Estado como un Estado asesino. El presidente fue denunciado como un delincuente de lesa humanidad que convirtió la consigna de abajo Peña Nieto, en una demanda de alcance mundial. Durante nueve meses, la resistencia de los estudiantes de Ayotzinapa ha sido una resistencia creativa, anti sistema. La razón y la fuerza de sus denuncias hicieron posible que la ONU y la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, vinieran a México a investigar el crimen de Estado que las autoridades no quieren aclarar. Demostraron que México es un país de acoso, tortura y muerte permanentes en contra del pueblo y de sus jóvenes.
Después de nueve meses de exigir que aparezcan los 43 y del esfuerzo electoral de millones de mexicanos a ¿qué luz hay que acercarnos para acabar con esta oscuridad? ¿Hacia dónde hay que mirar para que este mundo de muerte y desasosiego encuentre el aliento y la fuerza para que el pueblo se auto determine y construya su bienestar? ¡Por lo pronto recordemos lo que en su tiempo planteaban José Ma. Morelos y Ponciano Arriaga! “A un reino conquistado es lícito reconquistarlo” “El sistema económico actual de la sociedad mexicana no satisface la vida material de los pueblos y cuando ese mecanismo económico es insuficiente para su objeto preciso, debe desaparecer” (3)
¡Sostengo que hemos llegado a este punto! Sitio en el cual, creo que el “ayer y el hoy se encuentran, se reconocen y se abrazan en un lugar que es el mañana” Porque los muchos que nos han excluido, reclamamos el derecho de seguir siendo hijos de esta tierra. Y si alguien lo duda, hay que aclararle que esta madre nuestra ni se alquila ni se vende. Queremos que los millones de hambrientos que pululan por calles y desiertos en busca de pan y de trabajo, no acompañen a esa lluvia de pájaros que muertos caen del cielo por hambre y contaminación. Queremos que los ríos y las presas dejen de ser las cloacas donde los que se han apropiado de las minas depositen cantidades enormes de químicos para acabar con la pureza de nuestros recursos hídricos.
Ya no queremos que en aras de la industrialización, los mares del mundo se conviertan en basureros y las selvas en desiertos. Queremos que en las plazas y en las calles de nuestras ciudades jueguen los niños y descansen los ancianos en lugar de que maquinaria de guerra y batallones de soldados y policías apunten sus armas contra la población. Queremos escuelas dignas con maestros respetados en sus derechos y debidamente capacitados apoyados en la ciencia y no golpeados y perseguidos por el Estado. Ya no queremos burócratas gobernando este país a punta de pistola porque no tienen materia gris en el cerebro. Estas son algunas de las preguntas que dan sustento a la búsqueda de mis derechos ¿Alguien ha visto las respuestas, por casualidad?
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