miércoles, 27 de abril de 2016

Al rescate del sistema
Luis Linares Zapata
E
l teatro electoral de Veracruz muestra, con descarnada realidad, la captura que un grupo de actores públicos y privados ha hecho, ya por largo tiempo, de todo un sistema diseñado para la convivencia. Un sistema que pretendió funcionar para abrir oportunidades de desarrollo donde los habitantes construyeran en paz y armonía. Lejos de sus originales pretensiones, dicho sistema ahora funciona para inducir malquerencias, patrocinar y/o encubrir delitos y monopolizar el poder. Dar rienda suelta a las más desbocadas ambiciones de una claque de tramposos que, con descaro, alientan lo que ya es un estado mafioso, es la consecuencia directa. En su trasteo electivo, los que por ahora desean gobernar se muestran, sin el menor recato, como lo que son: candidatos de muy corta estatura y nula solvencia moral. Simples aprendices de capos de una misma familia son esos que llevan, por ahora al menos, la voz cantante. Y los sonidos que emiten –y que repercuten por toda la comarca– narran una historia de despojos cotidianos sin penalidad, cobijados por un entorno abusivo y hasta criminal.
El gobierno veracruzano está plagado de ineficiencias grotescas salpicadas por tragicómicos desplantes de su actual Ejecutivo (JDdeO), un personaje altamente apreciado y sostenido por el poder central de la República. Las estupideces patrimonialistas, entonces, se desgranan como flujo inevitable e impune. Como derivada consecuencia también afloran, en buena parte de la sociedad veracruzana, los achaques de inocultable degradación, en especial los ocasionados por esa parte de ella conectada con el ámbito político. Conexión que permite arrellanarse, ilegalmente, con sitiales de preminencia económica y social. Tal es la herencia que el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) lleva bien atada a su perfil y actuar.
Hay, sin duda, excepciones a tan negativo panorama. Morena, partido que por vez primera participa en la contienda, no propuso ni eligió a un prospecto previamente incrustado en esa perversa estructura. Pero sus posibilidades de triunfo están, desafortunadamente, limitadas por todo un aparato de férreo condicionamiento. Aparato que, con todos sus vastos recursos, ha entrado al rejuego propagandístico y al rescate de los escuálidos candidatos familiares. Recursos de muy variada clase movilizados por conocidos partidos: el PRI y el Partido Acción Nacional (PAN), a los cuales se les añaden acólitos de poca significación, pero con muchas ansias de estrellato a cualquier costo. Con el desparpajo ritual, las riquezas mal habidas y las complicidades han salido a relucir sin tapujos. Uno de esos Yunes (PAN), imputado por enriquecimiento, traiciones y otras linduras pedófilas. El otro primo (PRI), por encajarse en esa estirpe priísta que ha detentado el mando estatal (y casi todo el municipal) desde hace casi una centuria. Tiempo en el cual poco, muy poco se puede destacar en beneficio de la ciudadanía.
La conocida y usada táctica que proclama curarse en salud de manera anticipada se enseñorea por cuanto medio está disponible para tal efecto. Andando la campaña estos sucios entretelones actuales pasarán al olvido por toda la tierra que le caerá encima, y poco contarán ante los ralos votantes atolondrados de antemano. Lo cierto es que la serie de gobernadores priístas precedentes debería incapacitar moralmente el presente intento de reinstalarse en el poder. En su favor y por desgracia, milita la notoria degradación actual de las instituciones locales. El rescate de tales instituciones, que bien o mal medio funcionan, se torna una tarea difícil, pero urgente. A tal cometido se les debe acompasar con un llamado a todo aquel que pueda contribuir con algo a esta aventura de urgente salvamento.
En Veracruz se juega mucho de lo que sucederá, andando unos cuantos meses, a escala nacional. El padrón electoral de ese estado es inmenso y siempre ha sido manipulado en auxilio de las propuestas priístas. Quedar fuera de ese control sería casi una catástrofe para sus aspiraciones hegemónicas. El avance de Morena en la Ciudad de México y que, con seguridad, seguirá una ruta ascendente en simpatías y apoyos que se extiende a la conurbación con el estado de México; el triunfo en Nuevo León de un independiente y lo que podrá acontecer en Jalisco, donde Movimiento Ciudadano puede ganar el Ejecutivo estatal, liberaría, para bien, buena parte del padrón nacional de votantes ahora bajo control priísta. La posibilidad de torcer la voluntad ciudadana, bajo estos supuestos, se reduciría considerablemente. 2018 parece presentar un panorama donde puede cambiar, para bien del país, la ya cruenta historia de sus fracasos y angustias al amparo de una clase dirigente, por demás corrupta e ineficiente, que lo lleva por un despeñadero ya bastante documentado.

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