miércoles, 12 de julio de 2017

Los cambios no vendrán de arriba. La estrategia, equivocada

@rasocasmié 12 jul 2017 09:55
 
  
 
Foto propiedad de: Internet
Como nunca antes el escenario de la cosa pública se encuentra exacerbado. El gobierno hundido en el descrédito, el país, en el hoyo. Los líderes de los partidos, están tomando posiciones y aceitando sus maquinarias para la contienda electoral del 2018, la cual pinta muy complicada. La mayoría de estos actores sólo se preocupan por el acomodo de sus intereses y en buscar aliados que les garanticen seguir disfrutando de las mieles del poder. Para los líderes de los partidos mantenerse en el entorno institucional es su objetivo fundamental. Piensan que los graves problemas económico-sociales que vive el país, se pueden resolver sumando a vivales a diestra y siniestra. Lamentablemente, ninguno desarrolla una alternativa en la que se contenga una imaginación transformadora que acabe con la fortaleza ideológica, política y organizativa de la burguesía.
Lo que pasó en las elecciones del 4 de junio, no ha sido analizado por la principal fuerza opositora. Ha pasado un mes y medio y no hay alguna evidencia que explique lo que pasó en el Estado de México. Hay un silencio total de parte de la dirigencia. Son sectores de la sociedad civil los que siguen exigiendo que se rindan cuentas claras de cómo el Estado operó el fraude electoral. Atribuir los resultados a las mañas, recursos y cultura priistas, es querer ocultar las debilidades que tuvo la resistencia político-electoral que dio la batalla principal. Y aunque no estaba planteado el derrocamiento de la burguesía, la conducción política de este proceso no supo o no quiso ver que no se había creado la viabilidad de derrotar al régimen por medio de las elecciones. Antes, era necesario construir una fuerza y una conducción revolucionarias.
Por otra parte, la reunión del Consejo Nacional de Morena extrañamente no dijo nada sobre el fraude que le hicieron a Delfina Gómez en el Estado de México. ¿Cómo puede un partido hacer el trazo de su carta de ruta para el 2018 cuando no ha dicho cuál va a ser su respuesta final sobre este caso inexplicadamente callado? ¿Cómo hablar de que la elección de sus candidatos a puestos de representación popular será por “consenso” cuando es evidente la inexistencia orgánica del partido y sin haber examinado autocríticamente las causas de una derrota que se está asumiendo en la práctica, sin esperar los resultados de las denuncias hechas ante los tribunales electorales?
Las condiciones políticas del México de hoy se basan en una correlación de fuerzas desfavorables a los intereses del pueblo. Para superar esta situación se requiere de una fuerza proletaria popular capaz de infringir una derrota verdadera, radical e irreversible al régimen político dominante. Si no se toman en cuenta estas necesidades estratégicas y políticas, es repetir las mismas derrotas electorales que ya ha sufrido la izquierda electoral. Por eso lo fundamental no es “volcar al partido” a cuidar las casillas. Lo  verdaderamente importante hoy, es construir una correlación de fuerzas que le den sustentabilidad a la movilización popular, conectarse de otra manera con las demás resistencias de izquierda y tomar en cuenta la potencial participación de la militancia de Morena.
Hay que recoger la experiencia política que han proporcionado los procesos electorales de 1988 a junio del 2017.  La mayoría de las dirigencias de los partidos no están ocupadas en resolver los graves problemas nacionales. Quieren llegar a la presidencia de la República y a los distintos niveles del poder porque ya se acostumbraron a vivir de nuestros impuestos. ¡Pero andan mal! En aras de resolver sus ambiciones personales, han dejado de lado el trabajo, la organización y la cercanía con los distintos niveles de participación partidista.  La base de los partidos sólo sirve para hacer el trabajo. No se pueden resolver los problemas por consenso, cuando no existe la más mínima participación de la misma. Orgánicamente no existe partido. Todo se concentra y se resuelve en las estructuras de poder que para el efecto, han construido los órganos de dirección.
Los pasos hasta ahora acordados, están orientados para desmotivar a los militantes y dejar que como siempre, sean los jefes los que palomeen y decidan lo que a su juicio conviene a la política. Por esta razón, los que queremos un cambio de verdad en el país y  comprendemos la necesidad de volver a los principios del partido, vamos a continuar dando la pelea para construir una fuerza organizada y ganar espacios donde sea posible, con la conciencia plena de que sólo construyendo esa fuerza de masas y una conducción revolucionaria, estaremos en condiciones de derrocar al régimen burgués. Convocaremos a todas las resistencias de la izquierda anticapitalista para saldar cuentas con la democracia fraudulenta que nos repiten en cada proceso electoral.
Nuestra tarea no está en estar arrimado personas y grupos que trastocan los principios y los ideales con los que muchos construimos el partido. Habemos miles, tal vez millones, que no queremos puestos para administrar el capital y los asuntos públicos. Hacer ese trabajo en esta estructura de poder no es parte de nuestra estrategia política. Si se observa con cuidado lo que pasa en los partidos, todos los que forman parte de sus elites partidistas, son los viejos lobos de mar que ya están pre designados candidatos a los puestos de representación popular. Los revolucionarios no vamos a trabajar para mantener a los oportunistas y a los chapulines, vamos a organizar a los revolucionarios para aprovechar el desgaste y la crisis del régimen para avanzar en la construcción de una fuerza de masas que por allí anda pero que nadie la quiere ver. Con ella construiremos la ruta que le hace falta a la izquierda de nuestro país. ¡Que no quepa duda!
    

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