sábado, 6 de diciembre de 2008

Desfiladero
Jaime Avilés

■ Se acabó el debate que no hubo: el PRD irá con el FAP a las elecciones

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Varios ciudadanos muestran los exorbitantes aumentos en las tarifas de luz
Foto: Luis Humberto González
Durante el mitin del lunes pasado frente a la Secretaría de Hacienda, al que convocó Andrés Manuel López Obrador para iniciar la batalla ciudadana contra la carestía, el diputado José Antonio Almazán, del Sindicato Mexicano de Electricistas, habló de un tema que ya es causa de angustia de miles y miles de familias: el aumento exorbitante de las tarifas de luz, gracias al decreto que Vicente Fox promulgó en 2004 para acabar con el subsidio que daba el gobierno a los consumidores domésticos de energía eléctrica.

¿A usted no le han subido escandalosamente la luz? Es todo un plan con maña. Fox creó la tarifa “doméstica de alto consumo”, que es una especie de castigo. Si en un bimestre usted rebasa el tope de 500 kilovatios, en el siguiente recibo le cobrarán una suma escalofriante, muy superior a lo que acostumbraba pagar. Y se la aplicarán para siempre, al puro cálculo, a menos que usted demuestre que durante tres bimestres consecutivos gastó menos de 500 kilovatios.

Se trata de una auténtica agresión contra la economía familiar, pero también de una estrategia perversa, cuyo fin es elevar al infinito la cartera vencida de Luz y Fuerza del Centro para declararla inviable –en quiebra ya está hace años–, y ponerla en venta al mejor postor.

Enfrentar este problema tiene que ser una de las tareas centrales del movimiento obradorista: defender a los consumidores de energía eléctrica a quienes esta injusticia deja a oscuras y organizar los comedores populares como espacios de políticas alternativas, es la etapa que aguarda a la resistencia civil pacífica al margen de la lucha electoral, sobre la cual día a día disminuyen las expectativas de cambio de método. O diga usted si no…

Porfirio Muñoz Ledo, coordinador del Frente Amplio Progresista (FAP), también respondió a la pregunta que Desfiladero planteó el sábado pasado a sus lectores: ya que el PRD encabezará las listas de abanderados de esa coalición en el Distrito Federal, ¿en el resto del país, los candidatos del movimiento deben competir sólo bajo las siglas del PT y Convergencia?

El ideólogo de la reforma del Estado informó que “las dirigencias locales de PRD, PT y Convergencia acordaron, además de seguir unidas, crear frentes en Jalisco, Puebla y Oaxaca”, lo que habla, para el que sepa entender, de una renovada alianza con los chuchos.

Ahora se entiende mejor por qué Marcelo Ebrard acudió, con Amalia García y Zeferino Torreblanca, a la toma de posesión de Jesús Ortega, quien por otra parte, el mismo jueves, se reunió en privado, en Cholula, con el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, a quien Barack Obama acaba de nombrar secretario de Comercio.

Una nota de EFE, distribuida anteayer por Internet, aseguraba que Richardson, después de aceptar el cargo, “inició un viaje de 24 horas a México por motivos personales”. Luego, al decir de un boletín de la oficina de Ortega, se entrevistó “40 minutos” con éste en la Universidad de las Américas. ¿Lo habrá invitado a la toma de posesión de Obama?

El anuncio de Muñoz Ledo sugiere que, pese a la irritación de las bases por la imposición del chucho mayor en la presidencia nacional del PRD el FAP irá unido a las elecciones de 2009. Prevaleció, por lo visto, la opinión de quienes, como Lorenzo Meyer, pronosticaron un retroceso electoral muy grande para el PRD, si éste, en su interior, reproducía la dinámica que el movimiento adoptó ante Felipe Calderón, en el sentido de no reconocer a Ortega y combatirlo sin tregua. Ahora habrá que ver si este replanteamiento se traduce en votos.

Muchas gracias por sus comentarios a Praxedis Sánchez (“los chuchos son traidores y corruptos”), Gerardo Lorenzo (AMLO debe deslindarse del PRD porque “ese partido tiene la marca de TRAMPOSO gracias a los chuchos”), José Luis Hernández Suárez (“ni un voto al PRD”), Daniel Salazar Mendoza, que envía saludos desde Monterrey (“son tiempos de reacomodos y realineamientos políticos que nada tienen que ver con los buenos o malos deseos”) y Édgar Caballero (“nada para los chuchos ladrones”).

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