Por Jane de la Selva
Carta fraternal a AMLO
En verdad no sé ni cómo debo comenzar a contarle, señor, pero lo intentaré. Las vueltas que me ha dado en la cabeza el momento aquel, justo después de perpetrado el fraude electoral en su contra, habiendo usted, y nosotros, esperado que llegara la justicia del tribunal federal, que no llegaría, dada la rigidez de la planeación mediática estructurada por los plagiarios de nuestro voto.
Convivió usted con millones de mexicanos, muchos de ellos imposibilitados para acompañarlo físicamente en aquella protesta lo hicieron de corazón, en aquel inolvidable campamento y toma de calles, donde por primera ocasión en la vida pública de nuestro país se había manifestado la unidad nacional con el objeto de que nos defendiéramos de la corrupción y la rapiña de la dictadura disfrazada y fraudulenta. ¡Qué ganas de poder retrasar el tiempo a ese instante!
La razón de asaltarme este melancólico recuerdo ahora, fue la reciente escena presenciada por el mundo, de la rotunda negación del pueblo tailandés a aceptar su propio fraude electoral hace algunas semanas. Admirados, vimos cómo iba movilizándose la masa de gente pacífica pero enérgica. Más de cincuenta mil personas. Bien organizadas (igual que lo estábamos nosotros aquel lluvioso y frío otoño en la capital) vitoreando su exigencia, destilando su inconformidad e internándose decidida la ola de gente defraudada hacia las inmediaciones del aeropuerto internacional de la capital tailandesa, hasta que lo invadieron por completo.
Fue un hecho que se llevó a cabo en el momento justo. El pueblo doblegó y obligó a las jerarquías anquilosadas en el poder, a irse. A permitir que su mandato depositado en las urnas se cumpliera.
Un sentimiento de impotencia pero también de optimismo me invadió, al reflexionar sobre nuestra lucha, señor.
Un gran orgullo por los hermanos tailandeses que, aunque drástica e inconveniente la medida tomada de secuestrar el aeropuerto mientras no se les hiciera justicia, sobre todo para los extranjeros sorprendidos que vacacionaban en su hermoso pero desesperado y pobre país, esperando pacientes el desenlace, pues seguramente conocían la caótica situación social en Tailandia acumulada de décadas y promovida por ellos mismos, donde la prostitución, la vendimia de sexo es el modus vivendi de la mayoría, incluyendo a los menores, la sociedad unida se lanzó a la acción bien pensada, harta ya de ser descuidada y abandonada por sus gobiernos corruptos. Resultó ser la medida perfecta para que surtiera efecto su clamor, su exigencia de ser reivindicados en su civilidad, en su honorabilidad como personas y como ciudadanos. Y así fue que lograron revertir el fraude electoral.
El propósito de esta carta, señor, no es pedirle que nos organicemos para llevar a cabo un acto similar, me parece que ya no es el momento. Dispuestos estamos a seguirle en cualquier acto de justa protesta, pero la vida nos ha enseñado que ”hay que subirse al tren cuando este pasa”.
Así pues, lo que sí deseo hacerle patente es, primero, que debemos apoyar a la revista Proceso, ya que valientemente y supongo con sus propios fondos, accedió a los tribunales internacionales y ganó el litigio en contra del gobierno (usurpador) de México para que las actas y boletas de la elección presidencial de 2006 no se destruyeran, algo que debemos agradecerles, felicitarles por su gran hechura patriótica. Acto sin precedentes en nuestro suelo. Segundo, preguntarle, porque nos urge saber, ¿qué sigue ahora? Me parece que lo lógico, independientemente de que los impostores continúen en el poder, sería, continuando por esta misma línea iniciada por Proceso, el lograr legalmente, el conteo del ”voto por voto”.
Pero mientras tanto y habiendo presenciado los movimientos antidemocráticos del PRD, suciamente amafiado con los gobernantes usurpadores, que además pretende olvidar, o simplemente borrar del cuaderno, que se les cometió un flagrante fraude electoral… y con el nefasto e inaceptable autodestapado Marcelo Ebrard que se postulará como posible candidato a la presidencia para el 2012 de ese partido. Por esto, le pido a usted, como humilde y honesta ciudadana de esta jungla que soy, que pronto nos haga usted saber hacia dónde lo seguimos, cómo lo apoyamos.
Conocemos su prudencia y su valentía, pero también entienda usted que aquí aguardamos millones de mexicanos, que igual que los hermanos tailandeses ya estamos hartos de tanta inmundicia, clamamos justicia, y usted es el único que se ha ganado nuestra confianza. Sigamos juntos en esta lucha, señor, su pueblo no claudicará. ¿Qué nos dice?
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