jueves, 29 de octubre de 2015

COLUMNAS

Francisco y su amistad con Marcial. (¿El perdón o la lana?)

jue 29 oct 2015 12:47
  
 
Hubo una vez un hombre nacido en Cotija Michoacán llamado Marcial Maciel que durante décadas robó el alma a cientos de niños y de jóvenes de los que abusó sexualmente.
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Creó una organización religiosa que se dedicó, además, a llenar las arcas del Vaticano durante cincuenta años.
Su audacia fue grande. Su maldad fue profunda. Su espantoso crimen quedó impune. La heroína, fue su segundo vicio su evasión.
Jamás enfrentó a la ley por nada de esto. No se ha hecho justicia humana a sus víctimas.
“La santa sede” se negó a informar de las denuncias sobre su pederastia. La primera de ellas data de 1948, lo muestran los archivos del Vaticano. Continuaron acumulándose las denuncias a través de los años desde países donde “su obra” se extendía: España, Estados Unidos, Irlanda, América Latina. Pero allá en Italia, se hacían de la vista gorda y sólo se dedicaron a recibir los jugosos fondos, a solaparlo, a esconderlo y a protegerlo.
Juan Pablo II lo amaba especialmente. Lo tenía apantallado el rubio mozo de Cotija.
Su sucesor, Benedicto VI, no pudo más con la presión, con la noción comprobada de la verdad y se vio obligado a actuar: lo retiró a un bello sitio italiano a vivir una vida de “oración y penitencia”, para luego él mismo renunciar al papado.
Jorge Mario, alias Papa Francisco, fue igualmente su amigo personal, como tantos otros lo fueron, hasta que murió el demente criminal degustando un exquisito y cremoso helado en su villa privada pasados los 80 años.
La institución llamada así misma reitero, “la santa sede”, y la misma orden de los Legionarios de Cristo, donde muchos de sus “consagrados” conocían las mañas de su patrono, pudieron haber impedido el sufrimiento y el abuso de los indefensos, pero eso no fue lo importante, sino que siguiera la mata dando, la curia estirando el tapete rojo cada vez que recibían al mismísimo anticristo--para hablar en su idioma—que constante llegó bien cargado al Vaticano durante cincuenta años.
Es incomprensible que ahora el nombrado Papa Francisco, el jefe supremo de la Iglesia Católica-- que gobernó y solapó a este delincuente pululando libre por nuestro mundo drogándose y violando niños-- no sólo se atreva a pronunciar el nombre de este demonio desprestigiándose-- ¿o más bien mostrando quién es él verdaderamente?—sino que informa públicamente que la iglesia católica apostólica romana ha perdonado a su “legión” y otorgado “la indulgencia plenaria” a la orden religiosa que este demonio fundó.
Entiendo la ambición desmedida de los políticos que no llegan a servir sino a servirse, pero la Iglesia Católica Apostólica Romana no se queda atrás y quizá sea más ávida aún.
¿Le harán falta al argentino las jugosas donaciones de los llamados Legionarios de Cristo fundada por el pederasta más depravado de la historia?
No se encuentra otra razón o… ¿qué otra necesidad tendría de hacer esto?
¿Con qué derecho se atreve, qué libertad se auto otorga el Papa como figura pública y sin consultar, para dar “su perdón” a la obra de un terrible criminal que murió muy bien atendido, ileso y sin pagar por su terrible crimen en vida, gracias a la protección que le brindó la institución religiosa que él representa?
Debió haberse podrido en una cárcel.
¿No se dará cuenta que con esta acción no considera ni se compadece de las víctimas de este demonio a cuya obra vuelve a dar alas?

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