jueves, 4 de mayo de 2017

Contra el proyecto burgués, un proyecto revolucionario

@rasocasmié 03 may 2017 15:43
 
  
 
Foto propiedad de: Internet

El cuadro fundamental de las contradicciones sociales está en una pendiente muy peligrosa. Hay un estado de descomposición en las esferas de la política y de la economía, cuyos responsables son el gobierno y los partidos políticos. Lo que hoy se mueve en esta actividad, no le es favorable al pueblo trabajador. El descrédito y la banalización de los que son responsables, están fraguando un repudio acelerado en la mayoría de los sectores populares. Nada de lo que dicen los gobernantes y los líderes partidistas, enamora a la gente ni mucho menos la entusiasma para convertirse en la fuerza constructora de una opción revolucionaria que acabe con la mediocridad, el hartazgo y con el bandidaje que se han apoderado de la vida nacional.
Para que un cambio real se apersone en la conciencia del pueblo, se requiere que la izquierda revolucionaria haga un claro deslinde con toda la política y la cultura del agandaye que han generado la burguesía y sus comparsas. Se necesita salir del círculo vicioso consistente en pedirle a nuestro enemigo de clase que deje de oprimirnos y explotarnos, cuando sabemos que esa es la razón de ser del sistema Nunca como ahora estamos obligados a develar el manto bajo el cual se esconden las políticas gubernamentales. Para que nuestro trabajo tenga sentido y no estemos arando en el desierto, es necesario ir al fondo de los problemas y proveernos de una visión distinta de la política gestionaría. No se trata de dejar de exigir solución a las demandas sectoriales. Se trata de no creer que es en el marco de éstas, donde se van a resolver los problemas fundamentales de la clase obrera y del pueblo trabajador. La verdadera solución a las demandas por la libertad, la equidad y la justicia, sólo se logrará derrocando a la clase burguesa y a sus compinches. Construyendo una fuerza proletaria, informada, combativa y organizada, que dé sustentabilidad a la lucha, al triunfo y al ejercicio posterior de un gobierno popular.

Requerimos, por tanto, cambiar la correlación de fuerzas entre los antagónicos fundamentales. Para ser claro: se trata de organizarnos para construir la fuerza proletario-popular que en un proceso de resistencias y revueltas sociales, le dé la experiencia y la capacidad para lanzarse al ataque directo contra la fortaleza político estatal del poder de la burguesía y derrocarla. La historia de nuestras luchas tiene registradas una serie de acciones que siendo importantes, no alcanzan a visualizar el rostro de nuestro verdadero enemigo de clase. Con mucha habilidad y conocimiento de la política, la burguesía nos ha hecho clientes cautivos de nuestras propias demandas y nosotros, el pueblo trabajador, hemos caído en su trampa aceptando que el círculo infernal en el que se contienen las peticiones sectoriales, es el mejor cuadro con el que nos entretienen la burguesìa y sus gobiernos. Nuestro enemigo de clase jamás estará ni dispuesto ni con capacidad para atender positivamente las demandas libertarias, profundas, que ya enarbolan las fuerzas revolucionarias.
Ir por un cambio verdadero implica lograr que los trabajadores y el pueblo en resistencia ubiquen con una perspectiva de clase a su enemigo histórico, causante de todos los males fundamentales al cual hay que derrocar. Necesitamos que desde las resistencias en las que participamos se forjen los sentimientos de seguridad y confianza en la capacidad que tenemos para derrotar al régimen político-estatal como una posibilidad efectiva de satisfacer de manera irreversible nuestras demandas fundamentales. Para alcanzar estos objetivos se requiere empezar ya a fraguar estructuras organizativas eficaces como condición indispensable para quitarle a la burguesía la conducción política, económica y cultural de la sociedad mexicana.
En este momento de confrontación polìtica, cuando parece que hay condiciones para sacar al paìs del pozo en que lo ha metido la burguesía dominante, se impone la necesidad de articular a todas las resistencias de mayor combatividad y permanencia. Especialmente hay que coordinarse con aquellas que han cursado una experiencia al través de distintas escaramuzas populares, frecuentes refriegas y enfrentamientos de distinto calado con las fuerzas del régimen. El enlazamiento de todas estas fuerzas es lo que puede acrisolarse en un verdadero levantamiento popular civil y pacífico.
Otra idea es lo de la dirección revolucionaria. Es verdad que hay millones de mexicanos que aspiran a un cambio en  el país. También es cierto que hoy existen las condiciones objetivas y subjetivas para acabar con el régimen priista que ya se acerca a los noventa años de estar montado en el poder. Lo único que no existe a la fecha, es una dirección revolucionaria que construya por arriba y por abajo, pero desde abajo, la fuerza capaz de enfrentar los retos que antes, durante y después del 2018, ganando o perdiendo, esté en condiciones de darle continuidad a este esfuerzo histórico de millones de mujeres y hombres que ya juegan un papel importante en la lucha por cambiar las condiciones del país.

Reconozco lo mucho que se está haciendo en el terreno electoral pero no marcha con la misma atingencia ni en el mismo carril, la urgente y necesaria construcciòn de una dirección política revolucionaria, cohesionada, plural, eficiente y obligada a no desatender el trabajo y la aorganizaciòn del partido que hará posible la transformación real del México nuestro.

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