jueves, 19 de octubre de 2017

Campaña contra Claudia Sheinbaum: Entre el fanatismo y el antisemitismo

@NietzscheAristomié 18 oct 2017 10:46
 
  
 
La campaña contra la delegada de Tlalpan, que se balancea entre el fanatismo político y el racismo antisemita, proviene de al menos tres frentes identificables.
La campaña contra la delegada de Tlalpan, que se balancea entre el fanatismo político y el racismo antisemita, proviene de al menos tres frentes identificables.
Foto propiedad de: Internet
Tiene razón Federico Arreola cuando argumenta en defensa de Claudia Sheinbaum: ella ha actuado bien, ha hecho buen trabajo en relación a los dos sismos del 7 y 19 de septiembre pasado. No obstante o acaso por ello, la delegada de Tlalpan está siendo objeto de una campaña que busca desprestigiarla, destruirla, destituirla como delegada y aun eliminarla de la posibilidad de llegar a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México como candidata de Morena.
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La campaña contra la delegada de Tlalpan, que se balancea entre el fanatismo político y el racismo antisemita, proviene de al menos tres frentes identificables.
1. Antipejismo. Todos los adversarios, críticos y fanáticos que López Obrador ha acumulado en el tiempo quieren cebarse en Sheinbaum. Pretendiendo no sólo su quiebre sino una gran sangría para el propio político opositor y su partido. Desde este lado proviene una gran fuente de ataques del mundo conocido como PRIAND e incluye asimismo a periodistas como los citados por Federico Arreola en su columna del pasado 12-10-17.
2. Monrealismo. Tal vez no Ricardo Monreal mismo de manera abierta, que bastantes problemas tiene en la delegación Cuauhtémoc, pero gente cercana y ligada a él hacen su propio trabajo sucio. Los sismos han afectado los tiempos del político zacatecano, pues al momento de suceder el fenómeno estaba en la recta final de su proceso de salida de Morena en busca de la candidatura a jefe de gobierno por medio de otra opción. La crisis que se quiere montar en torno a Sheinbaum le beneficia.
3. Antisemitismo. Un tercer y grave frente, quizá inédito, se ha incorporado a la campaña contra Sheinbaum y es el que más me interesa destacar. El antisemitismo. Para diferenciar sionismo con antisemitismo y ubicarme con firmeza y sin confusión como antisionista, escribí hace tiempo un texto para SDP que se llama “Cuando el antisemitismo es un sofisma” (30-03-13). En la campaña antijudía o antisemita, disfrazada de antisionista, contra Claudia Sheinbaum, destaca un columnista a quien he respetado y aún defendido como antisionista y no antisemita (pues él dice de sí que es como 30 veces semita; entonces no puede ser anti de lo que es su esencia y su raíz racial). A quien he agradecido que haya elogiado y recomendado algunos textos críticos míos sobre Enrique Krauze (de uno de ellos ha tomado una crítica contra el historiador, quien considera el mundo de las redes sociales como una cloaca). Se trata de Alfredo Jalife Rahme. Y como en el caso de Monreal, podría decirse que más que de él, se trata de seguidores fanáticos en torno a él; algunos de ellos incluso son o dicen ser partidarios de Morena (como el propio Jalife presume; pues se asume co-fundador de dicho partido). Han llegado a extremos fundamentalistas.
Cuando en 2012 twitter canceló la cuenta de Jalife con el argumento de que violaba las normas de la red (con una demanda ante el irregular Conapred de por medio), me pareció injusto, aunque no sin dejar de considerar la obcecación y obsesión de Jalife por ciertos temas y personajes. Simpatizo con su posición en relación a los recursos estratégicos, con su visión geopolítica para el análisis del movimiento internacional del poder; y no siempre con su visión de la política nacional. No obstante, en el túnel de obsesión en el que le encanta embriagarse contra algunos personajes calificados como de origen judío (él dice que no sabe lo que ello significa; hay que considerar, para ser específicos y sin mucho enredo, a quienes portan la nacionalidad o el antecedente familiar israelita), se ha volcado contra Claudia Sheimbaum. De lo menos que la acusa en sus cuentas de twitter (que pudo reabrir) y Facebook y en sus conferencias, es de ser “infanticida” debido los acontecimientos en el Colegio Rébsamen donde el derrumbe produjo 26 muertos, 19 de ellos, niños. Que lo diga una vez, es sospechoso. Que lo diga como obseso es, además, irritante; empieza uno a desconfiar de la psique del personaje. Que lo tuitee o escriba en Facebook con brutal facilidad, sorprende. Que le dé salvajes retuits a sus seguidores fanatizados que se dejan guiar por él y lo multiplican en su ataque, es de escándalo.
“¡Infanticida!”, se desgañita una y otra vez Jalife seguido por la turba de fanáticos sobre el tema del Colegio Rébsamen, que está bajo investigación. Los desgañitados no ofrecen pruebas más que las del odio. Van contra el apellido Sheinbaum, quien, por su parte, ha procedido a denunciar a funcionarios involucrados en irregularidades y a la directora del colegio, ya con orden de aprehensión.
Para Jalife, Sheinbaum no sólo es infanticida (como diciendo que ella ahorcó o degolló a niños; por prolongar el absurdo), en una conferencia en Zapopan, Jalisco, el pasado 23-09-17, dijo que la considera “muy corrupta e incompetente, pues no ha sabido administrar la Delegación Tlalpan y mucho menos podrá llevar el Gobierno de la CDMX… una persona intrigosa, engreída, corrupta e inepta,… es una persona nada confiable”.
El proceso sobre el Rébsamen está en curso. Se tiene que llegar a fondo, pero no se puede acusar a nadie de antemano con la saña orgiástica de Jalife y sus seguidores. Estos tendrían que demostrar que Sheinbaum es infanticida. Están invitados a ello. Así como en diciembre de 2015, Jaime Avilés -molesto contra el acoso de que era objeto la delegada de Tlalpan-, invitó a Jalife a debatir sobre el supuesto sionismo de Sheinbaum y a rebatirle su consideración sobre ella: “Claudia es una de las mujeres más valiosas de la verdadera izquierda mexicana, la izquierda que no odia, que no instiga el aborrecimiento de ningún pueblo, ni aspira a que se agudicen más aun si fuera posible las guerras, el pavoroso espejismo de los que sólo piensan en exterminar” (Polemón; 27-12-2015). Jalife se hizo el desentendido y siguió insultando sin pasar a las pruebas o la denuncia. En vez de entregarse a la algarabía embriagada de insultos, Jalife y seguidores tendrían que probar todas sus acusaciones, presentar pruebas. Acaso con ello, de tener razón, harían un gran favor a Morena y López Obrador. Su pasión no demuestra que Sheinbaum sea sionista ni infanticida ni corrupta; por el contrario, exhibe su discriminatorio fanatismo racista; si es que no se quiere usar el calificativo antisemita (por lo ya dicho, que Jalife es como 40 veces semita).
El pleito entre Jalife y Sheinbaum es añejo y se evidenció al menos a partir de 2012, cuando Jalife fue acusado de antisemitismo y en el medio del conflicto fue puesto López Obrador, quien antes de que romper con la lealtad (en el audio de una conversación virulenta entre Ramírez de la O y Jalife, éste predijo erróneamente la traición de quien ha sido la más leal al político opositor), se distanció de quien era su asesor en asuntos internacionales. El conflicto es irresoluble. De Morena y López Obrador es indudable el apoyo a la delegada de Tlalpan. De Jalife se percibe cierto coqueteo con Monreal.
Hay un cuarto frente de críticos que pretenden ser objetivos, en apariencia neutrales. Los que dicen que tanto Mancera como Sheinbaum deben de renunciar a sus aspiraciones políticas inmediatas a consecuencia de la tragedia causada por los sismos. Demandan su permanencia en sus puestos para dar seguimiento al problema. La cuestión es simple. Mancera puede o tendría que hacerlo, primero, porque debe de atender toda la ciudad, segundo, y más importante, porque no tiene ninguna posibilidad de ganar la presidencia de la república ya sea como candidato de algún partido o como “independiente”. En cambio, Sheinbaum, como candidata de Morena tiene las más altas expectativas de ganar. Y ya desde la jefatura podría ejercer mayor presión para que se realicen las investigaciones y procuren los castigos a los responsables de los delitos derivados por los derrumbes del temblor en toda la ciudad, no sólo en Tlalpan.

Y frente a quienes se han lanzado a una campaña sucia contra ella -fanáticos antiobradoristas y fanáticos antisemitas-, para que renuncie a la aspiración a gobernar la ciudad, la síntesis del presente y la perspectiva de la aspirante a gobernante de la Ciudad de México de acuerdo al periodista Federico Arreola (quien por cierto, también sostiene ciertos conflictos con Jalife):
“…no veo a la delegada en Tlalpan dañada en lo más mínimo, sino todo lo contrario: ha hecho muy bien su trabajo después de los sismos y la gente lo percibe….
“Las encuestas que se publiquen en los próximos meses lo demostrarán. No expreso buenos deseos: tengo algunos datos en la mano de estudios que hemos realizado y que nos servirán para encuestas que aplicaremos en cuanto se aclare la situación electoral.
“No veo ninguna razón para que Claudia Sheinbaum abandone su proyecto político. El territorio que gobierna está en crisis por los sismos, como muchos otros lugares de la Ciudad de México y del país, pero ella ha sido la gobernante que mejor ha reaccionado ante el desastre.
“Claudia ha estado ahí donde la tragedia se dio, ha apoyado a las personas en problemas y ha denunciado a los responsables de las malas construcciones.
“Las denuncias contra quienes actuaron mal ella las hizo antes que nadie y no le tembló la mano ni siquiera cuando supo que podía estar pidiendo sanciones para personas que hoy militan en su partido, Morena.
“Sheinbaum ha actuado, pues, con absoluta responsabilidad.” (SDPnoticias; 12-10-17)

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