martes, 25 de noviembre de 2008

Por La Navidad
La Jornada no vio las galletitas de Ebrard

Muy temprano vi La Jornada en internet. Pensé, ingenua, que la edición de hoy martes 25 de este diario de izquierda iba a estar llena de críticas a las galletitas que Ebrard hizo en un programa de Televisa. Busqué y busqué. Picoteé todos los links picoteables que encontré en www.jornada.unam.mx, y nada. Recurrí al buscador de este sitio, y nada. Me leí completita la columna de Julio Hernández, que según yo no me iba a fallar, y nada. Bueno, me dije, seguramente en la sección de cartas de los lectores habrá muchas quejas de la gente de izquierda acerca del comportamiento tan frívolo de Marcelo, pero nada. Me fui directo al buscador de Google, y nada tampoco. Qué horror.


Como finalmente ya estoy vieja, y como no termino de creer del todo en la tecnología, me quité las pijamas, me vestí (el baño diario lo dejé para más tarde), me puse el más presentable y calentador de mis abrigos y me lancé a la calle, a los quioscos de diarios, a comprar el periódico dirigido por Carmen Lira. Después de siete puestos cerrados (¡qué flojos son en la Unión de Voceadores, por eso su negocio vale cada día menos cacahuates!) hallé uno abierto ya muy al sur de la Ciudad de México. El recorrido lo hice en coche porque, a mis años, detesto caminar.


Volví a mi casa con La Jornada impresa en la mano. El mejor diario de izquierda en México no me podía fallar. Sí, seguro, el que se había equivocado era internet. Bill Gates, sus colegas, sus socios, sus competidores y sus secuaces con toda certeza andan embolados con la crisis financiera mundial y, me dije, ni cuenta se dieron que se les desconectó la red. Porque era imposible que en la web de La Jornada no se criticara algo tan absolutamente criticable como la frivolidad de Marcelo Ebrard. ¿Repostero en la tele nuestro jefe de Gobierno? La Jornada no iba a dejarle un solo pellejo sano, claro que no. Pero en las 48 planas de la sección principal de La Jornada no había nada de eso. Ni tampoco en las 16 de la sección de “en medio” del diario. Nada, ni un comentario ni una foto ni una critiquita ni un mono ni una ilustración ni una caricatura ni nada de nada. Cero por cero entre cero igual a cero.


Como es obvio escribo este comentario con un pseudónimo porque, en la vida real, algo tengo que ver con La Jornada. A ver si los ácratas del Sendero del Peje lo publican. Porque quiero dar a conocer dos hipótesis acerca de tan extraño comportamiento de La Jornada:


Primera hipótesis: La administración de La Jornada no quiere molestar a su principal anunciante, el gobierno del Distrito Federal. Aunque muy criticable, esto sería lo menos grave.


Segunda hipótesis: Ayer lunes, Andrés Manuel López Obrador después de enterarse de todas las críticas que estaba recibiendo el cocinero Ebrard en www.senderodelpeje.com, se preocupó, pensó que Marcelo le iba a echar la culpa de estar detrás de esos ataques (después de todo esa página se llama Sendero del Peje), y para no perder el apoyo de otro importante sector del PRD (algo controlará Marcelo en el partido; digo, con el enorme presupuesto que Ebrard maneja), y entonces AMLO, que a veces, lamentablemente no pocas veces, se pasa de pragmático pidió a la alta dirección de La Jornada, donde suele ser escuchado, que no se le cargara la mano al Carnal Marcelo.


Pienso que eso fue lo que pasó: para quitarse problemas AMLO pidió, y se le hizo caso, no darle lata a Marcelo Ebrard.


Andrés Manuel tiene que decidirse: o juega a la nueva política ciento por ciento idealista o se dedica a ser lo que ya fue con éxito hasta las elecciones de 2006: un político tradicional, con sentido práctico, capaz de llevar al poder a alguien como Ebrard (¡AMLO lo hizo jefe de Gobierno!), que claramente no es, ni fue ni será, de izquierda.


AMLO debe optar por la pureza del movimiento o por su personalidad oculta, pero que tantas veces aparece, de político mañoso dispuesto a todas las alianzas que, según él, beneficien al gobierno legítimo.


Esto mismo pensé cuando, después del despido de Carmen Aristegui de W Radio, Andrés Manuel se sentó como si nada a charlar con los nuevos locutores de esta radiodifusora propiedad de Televisa. ¿Y la solidaridad con Aristegui? En esa ocasión una nimiedad como la solidaridad estorbaba al movimiento. Como ahora, seguramente, le estorba al movimiento que critiquen las galletitas de Marcelo cientos de ciudadanos en el Sendero del Peje (habrá miles que piensen lo mismo, pero no se animen a escribir o simplemente no leen el SDP).


Vaya usted a saber. Quizá en ocasiones sea adecuado hacer lo conveniente y no lo que orden los principios. Seguramente la política así es. Entonces, que AMLO cambie su discurso. Porque, obviamente, predica todo lo contrario. Y de profetas incongruentes ya estamos los mexicanos hasta el gorro

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