jueves, 28 de agosto de 2014

Que no se vaya a convertir el “boom automotriz” en un oasis del desierto

@jorgekravitzjue 28 ago 2014 09:27
  
 
  Antes de levantar las alas al vuelo, se debe comenzar a operar aquel fondo de ahorro que se planteó en la reforma hacendaria con la finalidad de poder hacer un colchón como medida de contingencia ante crisis externas.

Imagen tomada de la galería: “Detroit, la ciudad fantasma” del diario El País


Es momento de dejar a un lado la militancia romántica para dar paso a las oportunidades que se van poniendo en el camino, y no es para menos, con el último y más reciente anuncio que se acaba de hacer sobre la enorme inversión que realizará el conglomerado de Hyundai con la instalación de su filial KIA Motors, es de hacer una pausa y voltear a nuestro alrededor para observar los cambios que se están dando, y de los que se darán con el tiempo.
Con el anuncio de la buena noticia, se estima que la inversión tendrá una derrama económica alrededor de los 1,000 millones de dólares, los cuales, como muchos ya sabemos, este tipo de inversiones traen un sin número de plantas “satélite” que son parte de toda la cadena de suministro automotriz, por lo tanto, la estimación del total de la inversión podría llegar a ser del doble o más, las cuales se estiman que sean alrededor de 2 mil 500 millones de dólares, según estimaciones del vicepresidente de estrategia global Hyung-Kun Lee.
En lo que va de la actual administración neosalinista, se tiene un registro de aproximadamente 7 nuevas plantas armadoras, de las cuales dos de ellas ya están operando en el Bajío, como Honda en el municipio de Celaya, y Mazda en el municipio de Salamanca, ambas ubicadas en el estado de Guanajuato; la planta armadora de Audi estará ubicada en San José Chiapa, Puebla; la armadora BMW estará en San Luis Potosí, Mercedes-Benz en Aguascalientes, y el anuncio más reciente de KIA Motors en el municipio de Pesquería Nuevo León.
Se calcula que con el total de todas estas nuevas inversiones se tenga una derrama económica de 7,163 millones de dólares, lo que hace que México pase de ser un país que tenía 12 plantas armadoras operando, ahora sean 19 plantas en operación para el 2019. Según datos del portal ProMéxico, el sector automotriz en el 2012 representó el 4% del Producto Interno Bruto y 20% del Producto Interno Bruto de la manufactura en México.
Queda entendido que con la atracción millonaria que se está haciendo con el sector automotriz, se está buscando a mediano plazo poder estabilizar las finanzas públicas ahora que se abrió la industria petrolera mexicana a la inversión extranjera –mayoritariamente- y nacional. Nada tontos los tecnócratasneosalinistas, sabiendo que al “compartir” las utilidades por la venta del crudo con empresas petroleras extranjeras, el riesgo de perder ingresos por la venta directa que se hacía del petróleo por medio de PEMEX, se estaría teniendo un déficit en los ingresos a las finanzas públicas, lo que se estaría poniendo en riesgo la estabilidad financiera del país, y por consiguiente tendríamos un presupuesto insuficiente para seguir financiando el sector salud público, infraestructura y educación pública.
No hay duda que por el dinamismo económico inherente y de negocio que ha logrado desarrollar a lo largo de los años la industria automotriz, sea un detonante económico a mediano plazo, el cual origine un incremento natural en el nivel de salarios en México, llevando así a elevar la calidad de vida de todos y cada uno de los mexicanos de forma directa o indirecta. PERO, así como el sector automotriz es un detonante económico, por su mismo dinamismo de negocio, es un sector sumamente vulnerable ante turbulencias económicas globales.
Antes de levantar las alas al vuelo, se debe comenzar a operar aquel fondo de ahorro que se planteó en la reforma hacendaria con la finalidad de poder hacer un colchón como medida de contingencia ante crisis externas que puedan afectar la economía y el dinamismo interno. De no ser así, sólo hay que voltear a ver a la ciudad de Detroit, una ciudad que albergó los centros de negocios de aquellos tres gigantes norteamericanos General Motor, Ford y Chrysler, y que fuera el lugar de bonanzas por varias décadas consecutivas por el “boom automotriz”, al grado de considerarla la capital del mundo automotor, y que finalmente la ciudad ícono de la industria manufacturera se declara el 18 de julio del 2013 en bancarrota.
El Apunte
Ya llevamos 30 años experimentando recetas de Milton Friedman sin pudor alguno y con resultados desoladores, por lo que no tener que aguantar en 10 o 12 años una caída de la economía, sería desastroso para el país sin petróleo y sin su industria automotriz pujante.

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