Encapuchados y policías se enfrentan en avenida Juárez. Foto: Hugo Cruz |
MÉXICO, D.F. (apro).- Al concluir el mitin que enmarcó la jornada global en apoyo a los 43 normalistas de Ayotzinapa y en rechazo a la jornada electoral del próximo 7 de junio, alrededor de 200 personas se aglutinaron en círculo frente al Hemiciclo a Juárez y admiraron, fascinados, una gran fogata de la que salía una espesa columna de humo negro con olor a plástico.
Como combustible, los manifestantes utilizaron las lonas y pendones de varios partidos políticos –principalmente del PVEM– que descolgaron a lo largo de las cuatro marchas que se llevaron a cabo hoy de manera simultánea para exigir la presentación con vida de los estudiantes desaparecidos.
“Ese dinero, que se puso en esa basura (la propaganda electoral), se podía utilizar en muchos programas sociales”, comentó desde el templete Felipe de la Cruz, un padre de los 43 desaparecidos.
Al fondo de avenida Juárez, líneas compactas de granaderos del Distrito Federal observaban de lejos el fuego, cerrando a los manifestantes el acceso al Zócalo capitalino.
Durante la hora anterior, los padres se habían sucedido en el templete y llamaron a los mexicanos al “boicot electoral” durante los comicios previstos para el domingo 7 de junio.
“No decimos ‘no al voto’, decimos ‘no a las elecciones’, porque si permitimos que instalen las casillas, aunque no haya votos van a validar el acto electoral y el fraude”, declaró De la Cruz, al subrayar que “la asamblea popular es la alternativa: consiste en dos delegados por comunidad quienes darán a conocer las necesidades de los pueblos, pero no necesitamos políticos chismosos”.
Asimismo, los inconformes compartieron su indignación ante la ausencia de “pruebas científicas” que demuestren la “verdad histórica” del gobierno en la desaparición de sus hijos, y recordaron que distintas caravanas de padres se fueron a Estados Unidos y Europa para exponer su situación.
“Es una vergüenza tener que ir a pedir ayuda a otros países para que presionen al gobierno mexicano”, afirmó el padre de Jorge Álvarez Nava.
Y la madre de Martín Sánchez García abundó: “El gobierno dice que está en calma en Guerrero, pero lo vamos a invitar a Chilapa, donde todos los días hay violencia, hay desaparecidos”.
La provocación
Las llamas disminuían de intensidad y los padres ya se encontraban en los autobuses, esperando su salida a Guerrero, cuando un pequeño grupo de granaderos se despegó del amplio contingente y sofocó la fogata con sus extintores, originando una alta nube opaca.
Lo anterior detonó la ira de cientos de manifestantes, cuyo ánimo ya estaba prendido en el ambiente eléctrico de los discursos antielectorales y en contra del gobierno. Consideraron el actuar de los granaderos como una provocación: comenzaron los gritos e insultos al tiempo que arrojaban botellas de plástico y piedras sobre los uniformados.
El pequeño grupo de policías se replegó. Durante el primer momento de confusión, una moto oficial, así como algunos uniformados, cayeron al piso. De pronto, otros granaderos alcanzaron a los manifestantes y se desplegaron delante de ellos.
La lluvia de piedras se intensificó, e incluso estallaron unos artefactos encendidos, los cuales prendieron fuego a los uniformes de algunos policías.
A escudazos, los granaderos avanzaron hacia los manifestantes, algunos de los cuales permanecieron de pie. Encapsularon a un hombre, quien acostumbra acudir a las marchas de manera pacífica, con un disfraz elaborado a base de hojas de árbol, y lo agredieron en el suelo a pesar de los gritos indignados de la multitud.
También fueron agredidos los integrantes de las Brigadas de Paz Marabunta, quienes monitorean, cámara en mano, que las autoridades respeten los derechos humanos durante las marchas.
Una de sus integrantes fue golpeada en varias ocasiones y terminó con la boca ensangrentada. Los policías también rociaron al grupo con el contenido de tres extintores.
En medio del caos, los policías también detuvieron a manifestantes. Apro siguió a uno de ellos, un joven al que empujaba un grupo de policías. No alcanzó a dar su nombre: un granadero interpuso su escudo y tres motociclistas bloquearon al reportero contra una ambulancia.
Eduardo Celestino tiene un programa en la radio comunitaria La Voladura, en el municipio mexiquense de Amecameca. Tiene 31 años, es originario del Valle de Chalco y reconoce que, al igual que muchos, insultó a los policías cuando éstos avanzaron.
Pero aseveró que no aventó nada sobre los uniformados, ya que llevaba su cachorro consigo. Junto con una compañera del Faro de Oriente salieron de los disturbios y se dirigieron hacia la entrada del Metro Bellas Artes. Ahí se encontró con uno de los policías que había insultado.
Éste llamó a dos de sus colegas, lo sometieron y lo empujaron en una patrulla. Tras insultarlo y amenazarlo, lo dejaron a dos cuadras de la Alameda, según relató a Apro.
Quince minutos después, los granaderos seguían formados a la altura del monumento a Juárez. Los intercambios de piedras e insultos escasearon, hasta desaparecer. Inmediatamente después de los enfrentamientos, corrió la voz de que tres personas habían sido detenidas, y Felipe de la Cruz salió de su camión a exigir al Gobierno del Distrito Federal que dejara libre a los detenidos.
La Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal afirmó que no hubo detenciones durante el operativo. Un funcionario afirmó que la policía había respondido a una agresión.
“Fue un malentendido pero a mi manera de ver no fue represión”, declaró Felipe de la Cruz. Al igual que los demás padres, él no asistió al operativo, ya que se había retirado al terminarse el mitin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario