domingo, 29 de enero de 2017

Jesusa Rodríguez
Elena Poniatowska
J
esusa Rodríguez, entre demoniaca y santa, entre lecho de rosas y faquir en cama de clavos, empezó a memorizar en 1996 el Primero Sueño en los altos. A cada parada se convertía frente a su volante en una Sor Juana interrogante y un poco angustiada:
–Lo leí por primera vez y no entendí ni pe. Me pregunté ¿Cómo es posible que Sor Juana Inés de la Cruz diga que es el único poema que escribió por gusto? No lo podía entender. Conocía de ella sus sonetos, Los empeños de una casa, Respuesta a sor Filotea de la Cruz y (como todos lo sabemos) lo de Hombres necios, ya que Sor Juana es la única mujer que se hizo famosa por decirlo todo en dos palabras: Hombres necios.
“La Respuesta a sor Filotea de la Cruz es su autobiografía, su exégesis, el compendio de su vida y obra; el Primero sueño es su concepto del mundo y su obra cumbre. Lo leí con cuidado, lo leí mucho porque nunca lo acababa de entender. Me obsesioné con él y empecé a amarlo, a intentar descifrarlo, ya no podía vivir sin él. Me entró una angustia espantosa de que me metieran a la cárcel sin mi ejemplar del Primero sueño y por eso empecé a memorizarlo. (Lo de la cárcel no es una metáfora. Jesusa estuvo a punto de caer en prisión por su puesta en escena de El concilio del amor, de Oskar Panniza. Escandalizada, Provida mandó a vándalos a que desvalijaran su teatro y destruyeran escenario y vestuario.)
Memorizar para entenderme
“Desde niña memorizo –continúa Jesusa. Memorizar, llena una parte de mi formación, necesito memorizar, lo hago para entenderme y entender mi mundo. También lo hago porque así descanso de mi misma.
“Antes, jugaba yo mucho al frontón en los frontones de Ciudad Universitaria. El arquitecto Kenzo Tange (quien reconstruyó Hiroshima) declaró que lo que más le gustaba del campus de la UNAM eran los frontones, porque le parecían una arquitectura insólita, amplia y noble, como un cuadro de De Chirico. En esos frontones, que son pirámides truncadas, Elena, entras en armonía contigo misma. Jugaba yo con unos panzones buenísimos, porque los pelotaris mexicanos son buenísimos, y en el frontón tienes que retar, y mientras retas esperas sentada en una banca y ahí empecé e memorizar las primeras 30 líneas del Primero sueño, y me di cuenta de que sí se podían memorizar 975 versos. Más que memorizar palabras, como el conglobado esférico compuesto o cualquier otra cosa descomunal del Primero sueño, resultó una aventura extraña, una iluminación, como meterse un viaje de peyote, pero sin peyote; me tomó 12 años llegar al final, meter todo eso en mi cerebro, en mi cuerpo. Ella, Sor Juana, dice en el verso 262: ‘Entregó a la memoria, que, oficiosa, grabó tenaz y guarda cuidadosa’.
“Intenté varias puestas en escena que también me ayudaron a recordarlo; me gusta esa palabra, recordar, porque significa volver a pasar por el corazón. A veces me perdía, y durante días, meses, no podía memorizar nada, y lo dejé hasta un año, pero de pronto algo sucedía en mi cabeza, daba un brinco y aprendía muchos versos de un tirón. En Primero sueño, este viaje al conocimiento, Sor Juana te explica de qué manera funciona el pensamiento.
“En 2008, estrené la versión completa del Primero sueño en la celda contemporánea del Claustro de Sor Juana, en la calle de Izazaga 92, en el Centro Histórico. El Primero sueño se inscribe en la tradición de los viajes de conocimiento. ‘El conocimiento es la única batalla que vale la pena dar y ésa la sabemos perdida de antemano’. No sé si ésta idea es de la propia Sor Juana o dónde la leí, pero me ha dado mucha tranquilidad.
“Sor Juana regresa del viaje a la causa primera a través de la Luna y vuelve a empezar en forma aristotélica, paso a paso, y cuando está por entender, despierta. ¿Sabemos qué es una flor, sabemos algo de lo que es el misterio de un manantial? Octavio Paz dice que el Primero sueño –escrito a la manera de Góngora– termina en el desengaño barroco, pero no estoy de acuerdo. Según el investigador Américo Larralde, autor de El eclipse del sueño de Sor Juana, el día está dividido en 12 momentos.
Primero sueño, biografía del alma
“El momento en que Sor Juana comienza a escribir el poema se llama Primero sueño, esto explica el título, que no necesariamente tiene que ver con la Primera Segunda soledad de Góngora, o sí; con Sor Juana todo es posible. Más tarde, cuando el eclipse va a la mitad se llama ‘conticinio’, del que habla Sor Juana en el verso 151. Es el otro nombre de otro momento del día: ‘el conticinio casi ya pasando iba, y la sombra dimidiaba cuando…’
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Jesusa Rodríguez, actriz, autora, dramaturga, activista
“Lo escribió en 1684. Observaba la bóveda celeste y vio el eclipse. El Primero sueño describe el eclipse del solsticio de invierno de ese año; es decir, la noche del 21 al 22 de diciembre.
“Sor Juana se preparó toda su vida para esa noche y lo escribió todo completo de un tirón. Su celda estaba en lo alto o ella salió a la azotea, y entonces relata lo que sucede en el cielo. El Primero sueño es su biografía intelectual, su biografía del alma, su autobiografía más íntima.
“En el momento en que alcanza el conocimiento, en el momento en que va a saber, la despierta la luz del día y se acaba el sueño. Amanece en el mundo. Sor Juana estudió desde que tenía tres años y a cada dificultad, empezaba de nuevo, paso a paso, por partes o por categorías, al igual que ocurre en el poema vuelve a retomar el estudio de las piedras, las plantas, los animales no humanos y finalmente los humanos y dice en la línea 677: ‘fábrica portentosa que cuanto más altiva al cielo toca, sella el polvo la boca’. ¿Será por eso que hoy seguimos torturando a los animales y devastando al planeta?”
–Y Sor Juana, ¿comprende lo que ve?
–Ella tampoco entiende nada hasta que por fin sale el Sol y las tinieblas de la ignorancia huyen despavoridas. Entonces llega a la última línea del poema: quedando la luz más cierta, el mundo iluminado y yo despierta. Queda claro que a la mitad de su viaje, cuando se encumbró sobre su propia mente, libre tendió por todo lo criado, por un instante miró la aparatosa máquina del mundo, algo se le quedó y entendió el imposible anhelo del conocimiento humano que se ve premiado, pero finalmente no recibió el premio, porque despertó antes de comprender, experimentó la difícil empresa de investigar a la naturaleza. Vivió una iluminación, el conocimiento no está al alcance de nadie. Se elevó de pronto y vio todo, y en esa milésima de segundo, en un parpadeo, entendió todo, pero vino la luz del día, amaneció y al igual que la linterna mágica, los fantasmas huyeron. Ese conocimiento se evaporó, que en el mismo esplendor se desvanece. Y ella finalmente despierta a una luz más cierta. El de Sor Juana es uno de los poemas más maravillosos de la historia del mundo.”
Un Zapata y un Villa en una sola persona
Jesusa incendia causas sociales; bien podría ser uno de los lanzallamas de Roberto Arlt, un torbellino, una redentora que incita a todos los pecados menos al de la gula, porque se hizo vegana; un Emiliano Zapata y un Pancho Villa en una sola persona. Soldadera de sí misma, nació como Mane, mi hijo, en 1955, y me habría emocionado tener a semejante hija. En París me deslumbró verla aprender francés en 15 días y Diana Taylor, de NYU, la de Theatre in Crisis, la tiene en un pedestal como la tienen en San Miguel de Allende, Guanajuato, Chiapas, en la Oaxaca de Toledo, en Puebla. Jesusa todas las mañanas abre un libro que reabre en la noche, memoriza a Teotihuacán o a Uxmal o a Chichen Itzá; pelea por Cuicuilco y enferma a Carlos Slim y a Teodoro González de León; se sumerge en nuestro pasado, examina cada piedra, cada verso de la filosofía náhuatl. Es plumaje de Quetzal, collar de piedras finas, hijita de Coatlicue y de Quetzalcóatl. Fenómeno de la naturaleza, es tormenta y es mar por la tarde. En el plantón de Andrés Manuel López Obrador, en 2006, pasó 43 días en la explanada del Zócalo frente a Palacio Nacional, alentando día y noche hasta la afonía a los huelguistas. Era bonito verla sacando el agua de su tienda de campaña inundada y también verla arengar a todos desde una tarima con su rebozo o su sombrero, y los chingadazos con los que salpica su discurso. Jesusa es una fiesta de la inteligencia. Al verla sale el Sol y, aunque no entendemos nada, regresamos a la vida y despertamos a una luz más cierta.

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