Peña Nieto amansa a un aspirante muy bronco en Nuevo León
Lo que falta en su gobierno es congruencia.
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El presidente Enrique Peña Nieto rechazó que su gira de trabajo por Nuevo León haya sido para negociar la candidatura presidencial del gobernador de esta entidad, Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, para 2018.
Y es que en medios de comunicación locales se publicó la versión del apoyo del presidente a Rodríguez Calderón, esto después de las palabras del secretario de Gobierno de Nuevo León, Manuel González, quien dijo que el gobernador negociaría con el Ejecutivo federal su candidatura a la presidencia.
"Son especulaciones y afirmaciones fuera de lugar", dijo el mandatario, es decir le dio un aplacón.
Rodríguez Calderón, basó su campaña electoral en un discurso político anticorrupción y en la promesa de un gobierno austero, eficaz, eficiente y sobre todo ciudadano. Y ganó, y no con poca diferencia, con casi 25 puntos arriba se convirtió en el primer gobernador independiente en la historia de México.
El eje temático de su campaña fue la erradicación de la corrupción y la lucha contra la impunidad, en reiteradas ocasiones insistió en que sí ganaba las elecciones, investigaría y castigaría a los responsables del endeudamiento millonario de Nuevo León, incluido el gobernador saliente, Rodrigo Medina de la Cruz, quien ha sido acusado de corrupción y desvío de recursos.
Hace 17 meses, en su toma de protesta, Jaime Rodríguez afirmaba victorioso que “se le acabó la fiesta a los bandidos”, hoy es día que aunque hay denuncias, en realidad no ha pasado nada. Con el pasar de los meses El Bronco corre el riesgo de que su discurso quede en mera retórica, perdiendo así su más valioso capital político: la confianza ciudadana.
Otra de sus promesas de campaña fue trabajar duro para que la entidad recupere la seguridad, bajando los índices delictivos y mermando la presencia de los cárteles en la entidad, tarea nada sencilla, pues Nuevo León es un punto estratégico para el trasiego y paso de droga hacia los Estados Unidos, plaza disputadísima durante años por los cárteles del Golfo y Los Zetas, y según una reciente evaluación realizada por la DEA, a la pugna se sumó el cártel Jalisco Nueva Generación.
Tal parece que a Jaime Rodríguez le gustó mucho eso de andar en campaña, pues ya se involucró en el próximo proceso electoral, sin embargo, yo aún recuerdo sus palabras, cuando dijo con gran claridad que no dejaría su cargo para contender por la presidencia.
Es aquí donde llega el punto más débil de la campaña de Jaime Rodríguez rumbo al 2018, no es la campaña por sí misma, es el ejercicio de su actual gobierno. El mandatario siendo candidato arremetió contra los ꞌchapulinesꞌ: “funcionarios públicos que pretenden buscar otro cargo sin reconocerlo y sin terminar la gestión en curso, es un acto de hipocresía contra el ciudadano”, así los calificaba en discursos y entrevistas. ¿Tan pronto se olvidó de sus palabras o el 2018 siempre estuvo en la mira?
En sus primeros seis meses el gobernador enfrentó la primer crisis: el motín de Topo Chico con un saldo de 49 personas muertas, este penal lleva años controlado por Los Zetas, y si bien es cierto que este problema le fue heredado por anteriores administraciones, a sabiendas del reto no puso la debida atención y omitió acciones importantes que tal vez hubieran hecho la diferencia, como la renovación a tiempo del convenio de cooperación federal a fin de que las fuerzas federales siguieran a cargo del control de la seguridad en el penal.
Lo que falta en su estrategia es congruencia, no puedes exigir a tu gabinete y servidores públicos que se mantengan alejados de la “grilla política”, cuando abiertamente participas en campañas políticas, lo hizo en las elecciones de 2016, aunado a ello te involucras en golpeteos políticos. Tampoco puedes cuestionar el ꞌchapulineoꞌ y al mismo tiempo realizar acciones con miras al 2018. Lo que falta en su gobierno es congruencia.
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