sábado, 6 de mayo de 2017

@aurelionuno sí sabe, sí quiere, pero no puede solo

@AGpeMDvie 05 may 2017 16:41
 
  
 
El pasado miércoles, entrevisté al secretario de educación de México, Mtro. Aurelio Nuño Mayer.
El pasado miércoles, entrevisté al secretario de educación de México, Mtro. Aurelio Nuño Mayer.
Foto propiedad de: Internet

Iré al grano: Ninguno de los actores que puede transformar el actual estado de las cosas dentro del campo educativo, tiene posibilidades de lograrlo por sí mismo, con sus propios recursos y agenda.
El argumento no es obvio si consideramos que existe una conveniente sordera entre cada uno de los protagonistas del cambio, que mengua o se recrudece según la agenda electoral, gremial , académica o ciudadana, que le interese difundir a la CNTE, el SNTE, la SEP, los partidos políticos, la academia, los gobernadores de turno o las asociaciones ciudadanas, entre otros.
Si se pretende realmente mejorar el actual estado de las cosas en la educación mexicana, ser capaces de reconocer que esa desconexión no es solamente entre el actual secretario de educación y “los maestros” como ente monolítico inconforme con la reforma política en materia educativa, es un buen principio.
Lo anterior significa comprender que la CNTE tiene argumentos válidos, pero estrategias injustificables, que el SNTE debe modernizarse y apostar por la profesionalización docente de sus agremiados, que los MAESTROS de México somos mucho más que obreros sindicalizados que buscan conservar prebendas y beneficios, que LA ACADEMIA tiene su propia agenda y que algunos académicos no son mejores que los legisladores o funcionarios que señalan con dedo flamígero, pues tampoco conocen lo que es estar frente a grupo, con 40 alumnos en condiciones de infraestructura lamentables ¿en serio realizan “congresos” para “analizar” modelos educativos que tampoco ellos aterrizan en las aulas o para tomar prestada la voz de los justos reclamos magisteriales y legitimarla a través de sus “foros”? En el caso de los gobernadores, sólo diré “no merecemos la abundancia de esta casta virreinal”, pero ¿cómo hacer una crítica seria a los políticos sin tomar en cuenta al tipo de ciudadano que vota por ellos?
Comprender lo anterior, permite poner lentes a un punto ciego: aquellos que sólo están dispuestos a escucharse y validarse entre sí, dan prioridad a una agenda sujeta a la mezquindad de sus propósitos, por más que la disfracen de “bien común”.
Por eso, en aras de salir del atolladero educativo, todas las voces deben ser escuchadas y todos los actores deben demostrar un tipo de voluntad política que entiende que la misión educativa no se trata de una persona, de un grupo o de una sola visión del problema, sino del bienestar actual y futuro de quienes dependen de que “ellos” y “nosotros”, seamos capaces de poner a un lado intereses y mezquindades, para atacar el único enemigo digno de ser destruido por completo y que todos debemos combatir: la ignorancia  
El pasado miércoles, entrevisté al secretario de educación de México, Mtro. Aurelio Nuño Mayer. La cita fue a las 5:30 de la tarde, en las oficinas de la SEP en la Ciudad de México. La relevancia estriba en que el funcionario sabía que daba una entrevista a una profesora que ha vivido la reforma política en materia educativa implementada por esta administración. Fue una entrevista dura, en la que el Secretario respondió con valentía a cada cuestionamiento.
Más allá de las ponderaciones que realicen quienes vean la entrevista, debo decir que mi opinión acerca del trabajo del actual secretario de educación al frente de la SEP, cambió después de este diálogo.
Que el Mtro. Nuño Mayer estuviera dispuesto a enfrentar la batería de preguntas que sin censura le realicé, demuestra que comprende los argumentos desarrollados en la primera parte de este artículo: La desconexión no es solamente entre él y “nosotros” sino entre la mayoría de los actores del campo educativo. Con su apertura, él demostró con hechos, más allá del discurso oficial, que busca acercarse a todas las voces –no solamente a las que simpaticen con él- para conocer de primera mano otras experiencias en el campo educativo.
El secretario de educación sabe que negarse al diálogo, es ser incapaz de reconocer la parte de responsabilidad que nos corresponde en el fracaso educativo y cerrar la posibilidad de construir verdaderas soluciones para cambiar para mejor el futuro de nuestro país en los hechos, no solo con palabras.
En ese orden de ideas, me parece oportuno aclarar que no escribo para que me aplaudan ni para conseguir lectores cautivos incapaces de cuestionar cada argumento del texto. Al contrario. No es fácil poner por escrito las convicciones personales, porque esto exige un tipo de responsabilidad ética que se finca en el valor que cada persona cree poseer para defender su propio entendimiento.
En el contexto de nuestro diálogo, el secretario de educación dijo algo que delinea su visión y que honestamente no esperaba escuchar: La SEP somos todos, maestra. Sabe entonces que no se trata de él, porque asume las consecuencias que encierra esta afirmación: Comprende lo que está en juego en la secretaría a su cargo.
Personalmente, no me interesa que haya dicho “ler”, como tampoco considero relevante que Lázaro Cárdenas del Río no haya terminado la instrucción primaria. Esas cuestiones sólo importan a los críticos por consigna y a quienes desconocen convenientemente que ninguno de los actores políticos del campo educativo, tiene la solución a la debacle educativa por sí solo.
En México, hay quien sigue pensando que las posibles soluciones a los problemas que enfrentamos se encarnan en una sola persona. Craso error, porque evidencia un tipo de visión incapaz de analizar la complejidad del problema educativo. Si el problema es Aurelio Nuño, lo quitamos y ya, asunto resuelto. Si el problema es el presidente, asunto ídem. Y quien no vea las cosas a su modo, es traidor, vendido o cosas peores. Salida fácil, le dicen.
Por eso, me quedo con la reflexión del secretario Nuño Mayer, que ve a la institución que representa como la vía para sumar voluntades en aras de construir soluciones a la altura del desafío que le tocó asumir. A trabajar, pues.

¿Usted qué opina, estimado lector?

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