martes, 9 de mayo de 2017

Comparto mi artículo publicado hoy en Unomasuno:
EL GRAN RETO DE MORENA DE CARA AL 2018
Por Francisco Estrada Correa
Morena vive un momento decisivo. Acosada mediáticamente por la guerra sucia que siempre ha caracterizado la competencia política, sus expectativas de triunfo se mantienen en el aire, a apenas 4 años de su creación compite al tú por tú con el PRI y el PAN, razón por la cual es buen tiempo de reconocer sus propias fallas, empujar a su interior una reflexión honda y seria, que permita arribar al 2018 en las mejores condiciones y, sobre todo, con el suficiente bagaje político-ideológico para pasar de ser mera esperanza y convertirse en realidad.
El reto mayor se centra, desde luego, en el temor de sufrir desviaciones, lo que se ha venido denunciando una y otra vez desde la cúpula, el ingreso de “infiltrados” y “traidores” que pongan en riesgo la identidad e integridad del partido, pero el problema es que los infiltrados han llegado a Morena de la mano de una parte de la dirigencia nacional, una estrategia que ha satanizado a los que con desprecio llaman “los puros”, es decir los ciudadanos sin partido y sin experiencia partidista, incapaces, según ellos, de formar comités y llevar dinero y votantes a las campañas. Y con ese argumento se han metido en Morena muchos políticos no sólo impresentables sino que si suman, no es nada bueno.
Lo malo de los “puros”, según esa parte de la dirigencia nacional, es justamente su mayor virtud, su inexperiencia política, que se trata de ciudadanos bienintencionados, sin ambiciones, que conservan la mística inicial de las luchas contra el desafuero, contra los fraudes y contra la reforma energética, que salieron a la calle y abandonaron el espacio civil para incursionar en la política por mera convicción. Ellos fueron los que hicieron posible las candidaturas de AMLO en 2006 y 2012, ellos los que hicieron posible la existencia de Morena, y sin embargo, lo lamentable es que no se les ve así, y algunos de ellos incluso, o bien están ya marginados por los arribistas o de plano ya se fueron de Morena y de la política. Porque en esa visión pragmática que predomina entre ciertos dirigentes resulta que los “infiltrados” son ellos, los militantes fundadores, los “puros” que con sus reclamos de congruencia ideológica y democracia interna, “obstaculizan” el arribo de quienes van a hacer posible el triunfo.
No estoy diciendo que Morena no deba abrirse y ser incluyente sino que lo que ha fallado es la manera como se ha venido haciendo eso que llaman “la alianza con el pueblo”. Acercamientos personales donde menudea la compraventa de “ventajas” entre ofertantes, todos políticos; “desvasamiento” a cuentagotas de los partidos, para atraerse militantes sin reparar en sus antecedentes, bajo la única condición de que sean “competitivos” o “rentables”, nada que ver con la manera con la que política y éticamente se debe concretar una autentica alianza. Que no es por cierto, mera suma de incondicionales.
Porque lo que hace falta es rescatar el ánimo aliancista que hizo posible la “Coalición por el Bien de Todos” en 2006 y la “Coalición Movimiento Progresista” en 2012, construir acuerdos políticos serios, de cara a la sociedad, con las organizaciones y con los partidos -no con las individualidades, que siempre van a defender intereses personales y pequeñas causas-, para presentar, juntos, una plataforma programática y de candidaturas de gran calado, que realmente responda a la expectativa social y al tamaño del reto que representa ganar el 2018 no sólo la presidencia sino el Congreso y con ellos la gobernabilidad.
Y no es tan complicado. Basta con que en Morena se recuerde para qué se le creó y recuperar su esencia inicial, su mística que lo distinguía de los partidos. Es difícil no ser partido siendo partido, por eso muchos disentimos de la idea de hacer de Morena un partido, pero de no lograrse, poco es lo que se puede esperar en 2017 y en 2018. Y lo más seguro, el resultado en ambas elecciones, será desastroso.
Llegó la hora para Morena de revisar su estrategia, esa apuesta que nada bueno le ha dejado. Ahí está el caso muy visible de Eva Cadena pero hay más. Y tampoco nada bueno le dejará. Ahí está el caso de las candidaturas perredista y petista del Estado de México. Hace unas semanas, nadie daba un peso por ellas, se menospreciaba a las alianzas, y hoy ya se las convoca a la declinación. Son dos cuestiones para reflexionar.
Podrá alegarse que todo es cosa de “la mafia del poder”, que es ella la que infla candidaturas e inventa complots con tal de debilitar a Morena. Puede ser. Y no tendríamos por qué esperar lo contrario. Por eso es hora de ver también los propios errores. Dejar esa tendencia a disculparlo todo y a condescender con la porquería sólo porque la hacen morenistas o porque “el fin superior” de ganar elecciones lo justifica todo.
Hay una caricatura de los “moneros” Elguera y Hernández, a quien nadie podrá acusar de priístas ni panistas, que es todo un manifiesto: en ella se mofan de los “peje-escándalos” que maquina el PRIAN pero concluyen con una imagen perturbadora: “Unas imágenes terribles de López Obrador con un siniestro personaje (del PRI) comenzarán a circular…”. Se trata de un video que “sí hunde al Peje”, ya que no es video clandestino, sino spot de Morena, en el que aparece AMLO con un siniestro priista dinosaurio “que ahora milita en Morena”.
La apuesta pues, ha sido equivocada, y es indispensable reconocerlo. Contar hoy entre las filas de Morena con personajes que hasta hace poco trabajaban contra la izquierda y peor aún, contra las banderas y la razón de ser de Morena, no puede augurar nada bueno. La verdad es que pensar que seduciendo oportunistas y desfondando partidos se puede construir una base social que garantice el triunfo es, por decir lo menos, una trampa. Y reducir las alianzas entre los partidos de izquierda a meras declinaciones peor, porque como ha dicho AMLO, es indispensable la unidad de todas las izquierdas para derrotar la alianza del PRIAN, que ni está manca ni está derrotada.
Qué bueno que una vez más el líder de Morena ponga los puntos sobre las íes de la estrategia morenista, pero hay que ir más allá. Lo que sigue ahora es empezar a enmendar errores. Porque uno de los errores es la arrogancia de creer que se tiene el triunfo en la bolsa. Otro, que no se puede estar denostando durante tres años, tratando de convencer a la gente de que las alianzas no son necesarias, y luego pretender que todo se arregla con una declinación. Y otro más, quizá el más grave, fue dejar pasar el tiempo sin preparar ni capacitar nuevos liderazgos para crear una nueva clase política sana –la mejor oferta que puede hacer Morena en realidad- y pensar que la solución es recurrir a las fichas de otros. Porque ni han sido buenas fichas ni han sido tantas.
La mayor prueba es el caso de Eva Cadena. De nada sirvió que hace unos meses le diera el triunfo electoral a Morena si en el camino se perdió el partido. Y repito, no es el único caso. Por lo que es buen momento de verse en el espejo de otros. Y recuperar lo único que puede hacer a Morena distinto de los partidos. Se llama autoridad moral.
Nadie pone en duda la integridad de AMLO. El dato duro de todo esto es que nada hay directamente contra él. Ni lo habrá.
Pero sucede que AMLO no puede solo. Ganar la presidencia en 2018, y más aún hacer el cambio, no es tarea de un solo hombre.
Y qué bueno. Pero ojalá se entienda. Es hora de revaluar la palabra Acuerdo. Aún es tiempo.

No hay comentarios: