miércoles, 28 de junio de 2017

Srs. Arreola, Krauze y Zaid, lo que se pudrió en México fue la “alternancia” des-adjetivada en botas de Fox

@NietzscheAristomar 27 jun 2017 14:58
 
  
 
Jamás habría votado por Fox
Jamás habría votado por Fox
Foto propiedad de: Internet
Jamás habría votado por Vicente Fox Quezada en el año 2000. Primero, porque soy una persona de izquierda desde al menos tres puntos de vista: a. La crítica y la autocrítica constante y contra todo, debe de ser el núcleo de alguien que se llame de izquierda. b. El relativismo que al concepto “izquierda” le confiere Daniel Cosío Villegas; la izquierda es distinta de acuerdo a la circunstancia, el contexto histórico y los deseos y objetivos de libertad de cada sociedad, no debe ser dogmática. c. Hay derechos humanos básicos que deben ser garantizados por el Estado y respetados por cualquier gobierno a cargo.  Segundo, porque el personaje cerril con botas nunca me generó confianza, nunca fue creíble para mí. Más que el análisis, el instinto dictó que de ganar, fallaría; Fox no argumentaba la verdad sino la simulación, la trampa.
Así que en el año 2000 voté por el desangelado, falto de vigor (aunque con una propuesta plausible), Cuauhtémoc Cárdenas. No otorgué un voto útil a quien sería el inútil para la democracia. No sé por quién habrá votado entonces el señor Federico Arreola. Pero por sus argumentos, puedo estar seguro que los señores Gabriel Zaid y Enrique Krauze lo hicieron por el exempleado de la Coca-Cola. Fox simulaba la encarnación del empresario exitoso venido a político, simulaba la oposición al PRI, simulaba el discurso de la democracia. Entonces, el voto de los empresarios era obvio, excepto quizá para aquellos que siempre se entendieron bien con el PRI.
Y mi instinto no falló: Fox falló. Krauze había escrito en 1986 el ensayo “Por una democracia sin adjetivos”. Acaso con el candidato del PAN se cumplía su deseo. Zaid había publicado en 1979 el texto que Arreola refiere como una recomendación personal de Krauze, El progreso improductivo, en el que plantea “la democracia como una salida para México”. Es decir, la democracia de los votos; que en el 2000 enarbolaba Fox. Era un momento ideal para ambos ensayistas. Era como el paraíso al fin abriendo las puertas en la nación. Se cumplían o estaban por cumplirse sus especulaciones y deseos expuestos en papel: la alternancia democrática sin adjetivaciones, sólo el voto per se, como solución casi mágica. Se les olvidó del todo o se negaron a recordar las antiguas anticipaciones del viejo Daniel Cosío sobre el fracaso del PAN hecho gobierno.
En su columna “La decepción democrática de Gabriel Zaid”, desconcertado, Arreola se refiere a un artículo reciente de éste, “Origen de la violencia”, pues el anticipador de la democracia como la solución para México encuentra en la misma la causa de la violencia presente en el país (la “insurrección”, “en la Democracia, fue civil y civilizada por ambas partes; y así empezó la alternancia de partidos en la presidencia. Pero la destrucción del presidencialismo tuvo consecuencias”). Me sorprende que se sorprendan los tres, Arreola, Zaid y Krauze: el voto como acto democrático, la democracia des-adjetivada en las manos o las botas, que no en el razonamiento, de un ser cerril, provinciano, obcecado, sectario y ambicioso (“cerril” pero “moderno y pragmático” ha dicho un amigo cercano y colaborador de Letras Libres, Roger Bartra; pregunto de nuevo, ¿se puede ser cerril y moderno a la vez?) como Vicente Fox, por supuesto que no conduciría al maravilloso estatus que tanto anhelamos millones de mexicanos: una buena vida y en paz. Una democracia a la escandinava, si se pudiera desear más.
“Algo se pudrió en México”, dice Arreola que leyó en un artículo del director de Letras Libres (si no mal recuerdo, sería en “Desaliento de México”, cuyo análisis y crítica me valió el bloqueo de su autor en twitter; ¡y ni lo seguía yo!). Y me parece que esa es la principal idea de su columna; al menos la que me provocó este texto. Es tan simple, señores. No se necesita demasiado esfuerzo del intelecto para comprender. Nada de ingenio se requiere para oler y hasta tocar lo que se pudrió: fue la democracia des-adjetivada en las botas de un cerril vulgar y ambicioso personaje.
Pero como a pesar de la cerrilidad y la corrupción presidencial de la “alternancia” los señores que se autonombran “liberales” siguieron apostando a la democracia des-adjetivada, en el viciado proceso electoral posterior, en 2006, negando una vez más a Cosío Villegas, apoyaron a otro miembro del partido corrompido y asemejado al PRI, a Felipe Calderón. No lo pueden olvidar, pues el más prominente de ellos participó de manera activa, el historiador que le gusta la des-adjetivación pero adjetivando. La campaña de lodo del “peligro para México” y el “mesías tropical” fue la prolongación de la campaña que antes fue del desafuero a cargo del cerril; y así hemos llegado a la corrupción y violencia de hoy. ¿No les provocan los acontecimientos y los yerros una reflexión? ¿No existe la autocrítica dentro de sus alcances?
Y las preguntas valen porque tanto Zaid como Krauze –que no al parecer, Arreola; pues conoce bien al personaje-, y otros, continúan en su empeño contra lo que ellos consideran populismo y mesianismo. Y valen porque todo el sistema político corrupto de México, el que ha fracasado criminalmente durante la alternancia des-adjetivada, los que se han beneficiado y enriquecido con ella, concuerdan con el binomio liberal: quieren, como el PRI, el PAN, el PRD, el “verde ecologista” y demás, derrotar a como dé lugar, a cualquier precio, a quien personifica el “populismo autoritario”, como le llaman. Y valen también porque junto con todos ellos, reaparece hoy el cerril con botas a decir que sabe de mañas para impedir el triunfo del “populismo”. Todos sabemos a quién se refiere el desacreditado traidor a la democracia (des-adjetivada).
Si estuviéramos en Escandinavia acaso podríamos exigir una alternancia democrática sin adjetivos. Pero estamos en México. Aquí, siempre he creído que la democracia tiene que adjetivarse. Democracia social. Democracia política. Democracia económica. Democracia en la justicia. Etcétera. Nunca estuve de acuerdo con el exuberante deseo des-adjetivizador de Krauze; no en el contexto mexicano, que es el que padecemos. El instinto y el desarrollo de los sucesos me han dado la razón.
Ojalá que quienes han desacertado, pese a sus preferencias en el terreno de la economía y la política, no sólo reconozcan el gravísimo equívoco que han cometido al menos desde el 2000 y hagan un ejercicio de autocrítica para no equivocarse otra vez; ojalá también eviten la tentación de unirse al traidor a la democracia des-adjetivada en su infame y antidemocrático afán; que ya anda volando como encarnado zopilote con botas.

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