Petróleo: Letanía de los privatizadores
Curioso que quienes señalan y acusan al “nacionalismo petrolero” de ser una expresión religiosa, utilicen una obsesiva cantilena contra el mismo, es decir, un rosario, una muy cristiana letanía. Aquí la lista mínima que profieren para, insuficiente la razón, descalificar y “atacar” a quienes se oponen al proyecto privatizador de Peña Nieto y el PRI:
1. El petróleo en México es una cuestión de fe, religiosa.
2. El petróleo es la virgen María.
3. El petróleo es Juan Diego.
4. El petróleo es la basílica.
5. El petróleo es una deidad.
6. El petróleo es dios.
7. El petróleo es un tabú.
8. El petróleo es un mito.
9. El petróleo es fanatismo.
10. El petróleo es irracionalidad.
11. El petróleo es el opio del pueblo ignorante.
12. El petróleo son los veneros del diablo.
13. El petróleo no se privatizará.
14. El petróleo se modernizará.
15. El petróleo; monopolio indeseable.
16. El petróleo; la competencia es buena.
17. El petróleo; necesitamos extraer más.
18. El petróleo; es como cháchara china, una mercancía cualquiera.
19. El petróleo; es, este, eh, es, este, ¡es un pragmatismo!
20. El petróleo; nuestra religión (perdón, nuestra inversión).
21. El petróleo;…, amén.
Desde un ateísmo casi pro activo, se entiende tal exaltación. No es agradable, pero si se ha de tolerar a un testigo de Jehová o a un musulmán... A semejanza de los fanáticos, los pro-privatizadores están ardiente, apasionada, religiosamente ENPEÑAdos en su propósito como la mejor secta posible. Esas que extienden su trabajo embrutecedor por el sureste mexicano entre pobladores pobres y carentes de educación, a los cuales convencen con espejitos divinos de la necesitad de despojarse de sus riquezas (aun los dientes de oro y plata tan usuales en territorios de atraso e ignorancia; es mejor ser chimuelo que ambicioso pecador), y ofrendárselas a una deidad, inalcanzable en esta tierra, que les tiene resguardado un lugar en el cielo.
En fin, “cada quien su vida” -como en la obra de Luis G. Basurto, como en la película de Julio Bracho, alimentada por la serena y conmovedora belleza de Ana Luisa Peluffo-, pero una cosa es el fanatismo fallido y carente de argumentos racionales y abundante en retahílas pro-anti-pro-divinas, y muy otra el trato con la materia orgánica, como lo es el petróleo.
En el caso del petróleo mexicano y frente a quienes, más allá del arrebato, propugnan a ultranza su privatización, nada más elocuente que los argumentos objetivos planteados en su contra desde todos lados luego de que, muy normal entre los altos burócratas, Peña abriera la cloaca en el extranjero.
Contra el argumento de que aunque se modifique el artículo 27 constitucional (o sus leyes secundarias) no se privatizará sino que se “modernizará” (a contrasentido del término y la razón), cito nuevamente, por demanda popular, las cifras de Ruíz Alarcón, consejero de Pemex ratificado por el senado de la república, citado por Julio Hernández en uno de sus Astilleros pasados y que establecen claramente que no estamos ante un asunto de fe, sino ante uno estrictamente de más pesos que centavos; más bien dólares y euros:
‘‘’A través del cobro de impuestos, derechos y aprovechamientos a Pemex, la Secretaría de Hacienda se apropió en 2012 de 107 litros por cada barril (de 159 litros) vendido’. En los 12 años recientes, por esos mismos rubros, Pemex entregó a Hacienda ‘más de 7 billones de pesos’.
“La carga fiscal sobre ventas e ingresos totales en 2012 fue de 11 por ciento en Ecopetrol, de Colombia; de 19 en Statoil, de Noruega; 39.9 en PDVSA, de Venezuela, y de 67.4 por ciento en Pemex. El año pasado, por cada uno de los 2.55 millones de barriles diarios que produjo la empresa mexicana, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público se quedó con ‘casi 70 dólares por barril’, según se asienta en el estudio ‘Petróleos Mexicanos: evolución y perspectivas’, que elaboró el citado consejero Ruiz Alarcón (http://bit.ly/14lQxnc ).
“Tanta carga fiscal sobre Pemex contrasta con la laxitud respecto de empresas que obtienen enormes ganancias en México. América Móvil, la firma de telecomunicaciones cuyo principal accionista es Carlos Slim, paga respecto a ventas o ingresos totales 6 por ciento a Hacienda. Fomento Económico Mexicano (Femsa), el embotellador independiente más grande de Coca-Cola en el mundo (además de las tiendas Oxxo y una participación en Heineken), paga 3.3, Y Walmart de México nada más 2.3 por ciento. Contra –recuérdese el dato– 67.4 por ciento de Pemex.” (La Jornada, 21-06-13).
Señores, señoras, jóvenes, nuevas y futuras generaciones, no encaramos, pues, valga la reiteración, un problema de fe, sino uno de enorme con$ideración económica. Cualquier “modernización” tendría que empezar por un cambio de régimen fiscal que no grave leoninamente a Pemex y continuar por el combate feroz a la corrupción burocrática y sindical. Acaso todo se reduzca a una mera cuestión animalesca.
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