La infamia es que la factura de la corrupción la pague el pueblo
¿Q
ué se necesita para ser una reportera audaz, responsable y pendiente de la tragedia? Lo primero es viajar al lugar del desastre con la maquillista. Pedirle su helicóptero al gobernador del estado de México, Eruviel Ávila. Darle al piloto la orden de aterrizar en un terreno fangoso a la vista de todos, llevar un traje fosforescente de rescatista y hacer, micrófono en mano, preguntas en imperativo categórico:
¿Por qué es usted tan pobre?
Enfocar la cámara sobre uno mismo es otro imperativo y escoger las mejores tomas: colocarse al centro para la foto del recuerdo con los damnificados. Si hay otros reporteros, de esos que sí se la juegan, atacarlos diciendo que son asalariados. Invocar a la Virgen de Guadalupe es un recurso infalible y retratarse con la Catedral a la espalda da autoridad y patriotismo, sobre todo si uno es un
desgraciadoy pasa.
¿Qué se necesita para ser Carmen Aristegui? Levantarse todos los días a las cuatro de la mañana desde hace 26 años, poner su carita lavada a la vista de todos, resistir al duopolio televisivo desde hace seis años, denunciar la violación de Ernestina Ascensión, de Zongolica, Veracruz; defender la libre expresión, aliarse a la verdad y en el caso de los reporteros de Proceso recoger las críticas de Marcela Turati y el camarógrafo Bernardino Hernández. (Marcela Turati, gran, gran reportera, siempre ha evitado estar en el candelero y consigna a riesgo de su vida la corrupción y el desastre del norte de nuestro país en las garras del narcotráfico).
¿Con quién nos quedamos? Gloria Leticia Díaz nos recuerda el jolgorio en Chilpancingo de Ángel Aguirre Rivero el 13 de septiembre mientras la tormentaManuel empezaba a hacer sus estragos repitiendo la escena del huracán Paulinaen 1997 cuando el servicio metereológico anunció el desastre y Aguirre Rivero siguió en su fiestecita. Es lógico que la corrupción pase la factura como nos lo dice Marcela Turati, la infamia es que la pague el pueblo.
Elena Poniatowska, Bruno Bernal, Heriberto Sierra y José Luis de los Santos
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