Rousseff y Brasil con mucha dignidad ante Obama y USA; EPN y México, ¿backyard?
¡Increíble! Es decir, mientras que para Brasil se ha tratado de una cuestión de mayor importancia y gravedad, para México ha quedado en una onda de cuates, de compadres
Los priistas rancios, vivos o muertos, deben de estar que se los lleva el carajo. De acuerdo al discurso y la oratoria histórica de su partido (incluyendo la demagogia), tienen que estar reprobando lo que sus cachorros hacen con la política exterior mexicana; de la cual se sintieron tan orgullosos durante decenios en el siglo XX.
Entre la información filtrada por Edward Snowden sobre los programas de vigilancia del gobierno de Estados Unidos, se encontró que este país espió durante 2012 tanto a la presidenta brasileña Dilma Rousseff como al candidato priista Enrique Peña.
Mientras que la reacción mexicana ante la información fue tibia, la brasileña fue de radical indignación. Durante el encuentro del G-20 en Rusia y en su reunión personal con ambos, Obama prometió a los espiados investigar el asunto. Naturalmente, con el objetivo de olvidarlo o de extraviarlo entre la cantidad de temas que toman un curso burocrático.
Peña se dio por bien servido. Rousseff, no.
La brasileña aprovechó esta semana el máximo foro de las naciones, la Asamblea General de la ONU en Nueva York, para denunciar el hecho y expresar la indignación de su pueblo y la suya propia. Entre otras frases, dijo:
-Que se trata de una afrenta y una falta de respeto que no puede justificarse por la lucha contra el terrorismo.
-Una violación a la soberanía de su país.
-Una injerencia repudiable en asuntos internos.
-La red internacional de espionaje es un asunto sumamente importante y grave.
-Ha generado enojo y repudio internacional porque involucra información de alto valor económico y aun estratégico.
-Brasil sabe cómo protegerse. (El Universal, 24-09-13).
Poco faltó para que la señora buscara a Obama para abofetearle.
Hizo algo mejor. Con gran orgullo, dignidad y elegancia, canceló un encuentro que tendría con el presidente estadounidense en la Casa Blanca, “pues sus resultados no deben quedar condicionados a un tema cuya solución satisfactoria para Brasil aún no ha sido alcanzada” (IRIB World Service, 18-09-13).
Y mientras, en México, los pajaritos silbando. Peña había cancelado su viaje a Nueva York para supuestamente ayudar en las tareas de atención a los afectados por las tormentas y la negligencia oficial.
Pero más que eso, desde el encargado del ejecutivo hasta los burócratas menores responsables de la política exterior, como un tal Sergio Alcocer, se han dado por satisfechos con el encuentro entre Peña y Obama en San Petersburgo. Así que ni siquiera valía la pena incomodar con temas intrascendentes la visita de Joe Biden a México.
“‘La relación de México y Estados Unidos es una relación muy amplia, muy madura, muy diversa que como toda relación de este tamaño y esta complejidad tiene las posibilidades de tener irritantes, pero también tiene la madurez para poderse sobreponer. En este caso será una visita que versará sobre los temas de carácter económico’, dijo Alcocer.” (CNNMéxico, 18-09-13).
¡Increíble! Es decir, mientras que para Brasil se ha tratado de una cuestión de mayor importancia y gravedad, para México ha quedado en una onda de cuates, de compadres. Así que el tema está prácticamente clausurado.
Naturalmente, Alcocer no ha hecho más que reproducir la tónica del gobierno actual, empecinado en una línea fundamental para Estados Unidos, el tema económico (la cuestión migratoria, ni por asomo), para más señas, el de la reforma energética que avanza soterradamente. De todas maneras, el propio Peña había dicho ya que esa “coyuntura” no afectaría la relación ni la “alianza estratégica” con los gringos (Emequis, 06-09-13).
Y aquí vale la pena recordar una frase (y una realidad) ya vieja pero que hizo célebre Adolfo Aguilar Zinser (formidable, riguroso y estimulante profesor; fui su alumno precisamente en la materia “Estados Unidos”), frase que le costaría el puesto como embajador de México ante la ONU al ser abruptamente cesado por el inculto Fox: Estados Unidos no ve a México como su socio, sino como su patio trasero. Y dejará de serlo cuando no haya mexicanos que piensen que es necesario “tragar camote”.
Y sí, con conductas como las de Peña, Alcocer y otros burócratas menores, la de México es, a diferencia de la de Brasil, una condición de triste patio trasero. A fucking sad and dirty backyard.
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