Se pasaron…
Jorge Durand
R
eza el dicho popular:
ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre. En efecto, el voto postal, para los mexicanos residentes en el exterior, fue tan limitado, prudente y quisquilloso que no sirvió para nada. Por eso era necesaria una reforma.
Ahora los señores legisladores se fueron al otro extremo y van a provocar un incendio de proporciones. Escogieron tres modalidades simultáneas: la del demeritado voto postal, el voto presencial en embajadas y consulados, y el voto electrónico.
Obviamente el costo se va a triplicar y las complicaciones se multiplicarán. Es verdad que en Distrito Federal se optó por dos modalidades de voto: la postal y la electrónica, pero las dimensiones son totalmente distintas.
Para empezar los legisladores decidieron una
credencialización en módulos embajadas y consulados de México en el extranjero, en un periodo de tres semanas, lo que es una tarea prácticamente imposible por el número de mexicanos residentes en el exterior (10 millones mayores de 18 años), el número de credenciales vencidas (más de 50 por ciento en 2010) y los varios millones de mexicanos no credencializados.
La credencialización ha sido una demanda histórica de la comunidad mexicana en el exterior y sus miembros aducen que esta es la razón principal de los magros resultados obtenidos en las recientes elecciones.
Ahora los consulados deberán expedir tres tipos diferentes de credenciales: pasaportes, matrículas consulares y credenciales del INE. Y ahí radica el problema: con tres no se hace una.
Eso no es todo: los mexicanos deben tener la CURP, los menores presentar su Cédula de Identificación Ciudadana y los que trabajan poseer la cédula del SAT.
El pasaporte no sirve para votar, pero es vital para moverse y vivir en el extranjero. La matrícula consular viene a ser un sucedáneo de la del IFE/INE y sirve para ciertos trámites de identificación en el extranjero, muy especialmente para los migrantes irregulares, pero no sirve para votar (se han expedido cerca de 7 millones de matrículas, una labor titánica de la cancillería). Finalmente, la credencial del IFE/INE en el extranjero sólo servirá para votar cuando haya elecciones y no como identificación.
Los legisladores pasaron del IFE al INE, pero se olvidaron de reformar, revisar o cuestionar al menos, a la
joya de la corona, a la credencial para votar con fotografía, que se lleva la parte más sustanciosa del presupuesto.
Una credencial del IFE/INE, que ciertamente sirve para votar y ha demostrado ser efectiva, pero de manera sólo complementaria sirve como
identificación. Para empezar no es un documento nacional de identidad (DNI) que tiene las características de ser único, universal y válido para todo: identificación, voto, impuestos, etcétera. El DNI y el número que tiene cada quien, sirve para todo tipo de trámite y para toda la vida. Así funciona en la mayoría de países del planeta, menos México y Estados Unidos.
En segundo lugar la credencial del IFE/INE no es universal, aunque ciertamente tiene una cobertura muy amplia. En tercer lugar, no es obligatoria, la necesidad la ha hecho obligatoria, no por el hecho de querer votar, sino porque es el documento de identidad más aceptado.
En cuarto lugar la credencial del IFE/INE, al no ser universal y obligatoria, tiene muchas limitaciones y condicionamientos para poder ser utilizada por la policía o la justicia. Es curioso que los planes y estrategias del combate al crimen organizado no hayan planteado la necesidad de contar con un sistema nacional de identidad. El número de homónimos y números duplicados del SAT y la CURP es alarmante. El sistema de combinación de letras y números en relación con datos personales de nombre y fecha de nacimiento, además de complicado, ha demostrado ser ineficiente. Con nueve números se pueden identificar a 900 millones de personas. La del IFE/INE cuenta con 13 números.
En quinto lugar, por razones electorales y depuración del padrón, la credencial de IFE/INE caduca. En las últimas elecciones fue necesario admitir que los residentes en el extranjero votaran con la credencial vencida, conocida como 03, lo que fue una excepción. Una investigación del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) efectuada en Estados Unidos en 2010 determinó que cerca de 50 por ciento de las credenciales de los migrantes en Estados Unidos eran las llamadas 03 y habían caducado. Por lo general, el DNI no caduca y en todo caso, es obligatoria la renovación. Además la depuración es inmediata, dado que todo registro de defunción automáticamente la anula, lo que no sucede con la del IFE/INE.
Por último, creo que deben ser contados con los dedos de la mano, aquellos que tienen memorizado su número del IFE/INE. Se apunta el número, en varios tipos de trámite, pero en realidad no sirve para nada, es una formalidad.
Los mexicanos tenemos derecho a la identidad, a que el Estado proporcione un sistema único, eficiente, eficaz y universal de identificación. La credencial del IFE fue un paliativo, con fines electorales, como lo es la Matrícula Consular en el caso de los varios millones de mexicanos que la solicitan en Estados Unidos.
Ciertamente la base de datos y la credencial del IFE/INE pueden ser la plataforma para un sistema único y universal. Sería absurdo perder todo ese trabajo y toda esa información. Pero los legisladores no han pensado en esa posibilidad.
Si se va a credencializar en el exterior en un periodo de tres meses, el esfuerzo será enorme, los resultados lamentables, el costo descomunal y la solución un parche a un problema mucho mayor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario