miércoles, 1 de julio de 2015


¿Un simple robo?

@fernandeznoronamar 30 jun 2015 14:10
  
 
Ni quiero ni puedo mudarme del lugar que habito. Aquí seguiré viviendo.
 
Vivo en una vecindad del centro de la ciudad ubicada en la calle de Leandro Valle número 14. En su momento fue el convento de Santo Domingo. Al triunfo de la Guerra de Reforma y frente al asesinato de Leandro Valle, el convento de Santo Domingo fue partido por la mitad y vendido en lotes. Si mal no recuerdo eso sucedió en 1861. Cuenta la leyenda que el propio Ignacio Ramírez el Nigromante, tomó el pico para demoler esta parte del convento. Lo que fuera el claustro principal es hoy el patio de la vecindad que habito desde hace 10 años.
Le compré el departamento 29 a un pintor inglés, James Reeve. El vivió algunos años en Xilitla y después se cambió al departamento que hoy yo habito. Cuando vi el anuncio en el periódico sobre la venta del inmueble y llamé para pedir informes, me contestaron que el departamento estaba en el mero centro y contesté: eso es lo que busco.
Desde que entré al departamento decidí que ahí viviría. Fue amor a primera vista. La vecindad era un muladar y el exterior lo era más. Pero el departamento tiene mucho encanto. Poco a poco el exterior se ha ido mejorando. Se rescató la plaza "hechiza" de Leandro Valle y ha mejorado mucho la limpieza de la vecindad y del entorno. Cuando llegué a este lugar era un gran estacionamiento hoy, la fuente del siglo XVII que fue trasladada de la Plaza de Santo Domingo a esta plaza de Leandro Valle está funcionando por las mañanas y ya casi la hemos liberado de los autos.
No ha sido fácil. Más de un vecino se ha empeñado en seguir usándola como estacionamiento (la plaza), la basura y algunos caídos en las garras de la droga perviven y han hecho de la plaza su lugar de vivienda.
La calle de Perú con la que hace esquina Leandro Valle es una zona difícil, con gente empobrecida, sin oportunidades que se dedican a lo que pueden. James Reeve me comentaba que cuando él llegó era terriblemente peligrosa.  A mí, al principio me robaron el estéreo de la camioneta que yo usaba en el PRD, cuando era vocero del partido, por el lejano 2006.
No he tenido mayores contratiempos que algún vecino necio y prepotente. Olvidé decir que actualmente soy presidente de la mesa directiva de la vecindad. Hace algunos meses una vecina se quejó de un asalto en la plaza de Santo Domingo a plena luz del día. Ahora, resulta que este viernes 26 de junio, por la noche, entraron  a la vecindad y saquearon el departamento 7. El citado departamento hace las veces de bodega. En el citado departamento guardan varios impresores que trabajan en la plaza de Leandro Valle sus bienes y el dueño del departamento guarda grandes cantidades de muñecas de juguete. En el asalto se llevaron una buena cantidad de muñecas, bienes por arriba de 100,000 pesos de los impresores y 25,000 pesos en efectivo. Es cierto que la puerta de la vecindad siempre está abierta por más que se insiste en que la cierren. El único día que la puerta de la vecindad permanece cerrada es cuando yo la dejo abierta por la venta de libros que ocasionalmente realizó en el exterior de mi departamento. Entonces algunos vecinos se empeñan en cerrarla. De no darse la venta de libros, es muy común que la puerta principal está abierta.
Sin embargo este no es motivo suficiente ni pretexto para que el asalto se haya realizado. El reciente asalto podría inscribirse en una creciente inseguridad que vuelve a apoderarse de esta zona del centro de la ciudad. También podría ser un primer paso para justificar una agresión a mi persona, en mi vivienda.
Espero que las autoridades del gobierno del Distrito Federal se tomen en serio la averiguación previa abierta sobre el reciente asalto y detengan esta creciente violencia y si el asunto fuera parte de una trama de represión política, con mayor razón espero que el gobierno del DF tome cartas en el asunto.
Ni quiero ni puedo mudarme del lugar que habito. Aquí seguiré viviendo. Seguiré disfrutando del enorme privilegio de vivir en la zona que es patrimonio de la humanidad aunque la autoridad poco haga para rescatar esta área hermosísima de la ciudad y muy depauperada. 

"El pueblo tiene derecho a vivir y a ser feliz".

Gerardo Fernández Noroña.

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