El Cisne Negro de @EPN vs los conspiradores
Sabía que el Cisne Blanco no sería un problema.
El verdadero trabajo, será tu metamorfosis en su malvada rival;
el Cisne Negro.
Ayer te vi un destello de ella… así que muéstrame otra vez que sabes morder.”
Cisne Negro (Darren Aronofsky, 2010)
“El cisne negro”, un filme de Aronofsky si bien trata del drama de una bailarina del clásico Lago de Los Cisnes de Tchaikovski, detrás también está la explicación trágica de la traición, de la envidia, de la historia del cisne blanco y el cisne negro; el bueno, el malo, la condición humana, sobre todo en la política. Cisnes blancos y negros han existido en muchos momentos en nuestro país desde el México prehispánico hasta la circunstancia actual de Enrique Peña Nieto.
Caso emblemático de cisne negro lo fue el homenajeado Manuel Camacho cuando al no ser nominado candidato presidencial de su hermano (cisne blanco), Carlos Salinas, emprendió una contracampaña hasta reventar al grupo político del que era parte y cuyo fin todos conocemos. “Salinas era más camachista que Camacho salinista”, leyeron políticamente en su momento. Pasó con López Portillo y Luis Echeverría, de éste con Díaz Ordaz, y así infinidad de casos.
¿Pero qué pasa con Enrique Peña Nieto? ¿Quién es su Cisne Negro? ¿Quién lo quiere aventar al precipicio, así, suavemente y sin inmutarse?
"El poder se parece mucho a la inmobiliaria. Es todo sobre ubicación, ubicación, ubicación. Mientas más cerca estés de la fuente, mayor será el valor de tu propiedad. Cuando la gente vea estas fotos siglos más tarde, ¿a quién verán sonriendo al borde del cuadro?", sentenció el maquiavélico Frank Underwood, que nuestro primer mandatario parece no haber visto o analizado, porque simplemente está desubicado, a pesar de que tuvo un arranque de sexenio impresionante, sorprendentemente renovador que hasta daba temor a que fuera el principio de la nueva perpetuación del PRI en la Presidencia de la República.
Muchos nos equivocamos, porque el talento político mostrado en el impulso de las reformas estructurales de tercera generación en el Pacto Por México, en el desafío a los factores de poder económico y mediático, en la recomposición de relaciones con América Latina y en la formulación de nuevos acuerdos comerciales con economías del Pacífico, que había despertado grandes expectativas en el continente, se fueron yendo poco a poco porque su equipo de gobierno mostró rápidamente ambición para enriquecerse (corrupción), para que no cumplieran con las tareas (gabinete económico), para mostrar torpezas y falta de sensibilidad (desapariciones forzadas, crímenes e impunidad), desatención y silencio inaudito (mala política interna y pésima comunicación política), entre otros.
“¿Iguala una crisis? Jajaja, por favor, Iguala es un puntito casi insignificante en Guerrero, Guerrero es un estado más de los 32 y no el más importante. Este asunto es pasajero y se olvidará como se olvidan muchas cosas en el país; además es una crisis para Aguirre y para el PRD, no nuestro”, comentó una persona que formaba parte del grupo de análisis presidencial a una fuente que guardo su identidad, en referencia al desdén con que trataron el caso de los normalistas desaparecidos en ese municipio y que se convirtió en uno de los asuntos por los que pueden juzgar internacionalmente al gobierno federal.
Vinieron los escándalos de la “casa blanca”, la cancelación del tren México-Querétaro, la lista de empresas favorecidas en el sexenio, OHL, la falta de obras de infraestructura, los retrasos con el nuevo aeropuerto, los titubeos en la promoción de la reforma educativa, la explosión de la violencia (en Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Tamaulipas, Veracruz, Quintana Roo, Tabasco, Jalisco, Tamaulipas, NL), la fuga y recaptura del Chapo Guzmán, los gobernadores corruptos (del PRI, PAN y PRD, pero que los priistas han cargado como propios), un partido ausente, derrotas históricas en entidades clave, la división en el gabinete por la sucesión presidencial 2018, el miedo a Andrés Manuel López Obrador, el temor a Felipe Calderón, el acoso de los empresarios y las iglesias, los alcaldes y los narcos, los cárteles en disputa, las protestas sociales están todos los días a todas horas en varias partes del territorio desde el 31 de diciembre de 2016, un secretario de Despacho muerto en funciones y un CISEN descabezado porque su titular está muy enfermo (o sea, se trata del principal órgano de inteligencia del Estado mexicano), son parte del panorama gris que observamos y padecemos.
El famoso gasolinazo es un ejemplo de la pésima forma de operar al gobierno, la comunicación política y entender el malestar ciudadano, por el simple hecho de que desde la campaña presidencial Peña Nieto ofreció reducir su precio (no dijo cómo) y en campañas de marketing en tiempos oficiales en todos los medios reiteraron al infinito que era uno de los logros del actual gobierno. ¿Y luego? No hay explicación técnica-económica que justifique un error estratégico de mercadeo político desplegado por despachos privados, cuyas consecuencias son tener a varios grupos sociales protestando en las calles y mostrando al mundo que “los mexicanos están hasta la madre de su gobierno”.
Muchos errores en tan pocos años.
Un cisne negro impuso su lógica, su visión sobre todo el sentido común de la política exterior e hizo que Peña Nieto tuviera el rechazo generalizado en México y el mundo; intelectuales y formadores de opinión de izquierda, derecha, librepensadores, conservadores, socialdemócratas, nacionalistas, con excepción de algunos fascistas del twitter, embistieron contra la injustificada invitación a Donald Trump, que como candidato estadounidense aprovechó para relanzar su campaña y gracias a ello, obtener una pírrica victoria.
¿Qué ganó el Cisne Negro, qué ganó EPN, qué ganó México? Una oleada de insultos hacia nuestro país, una cadena de amenazas (que ya ha cumplido algunas) y una serie de condicionamientos inadmisibles para cualquier nación.
Hoy, nadie parece entender qué pasa con el entorno del presidente. Su grupo cercanísimo (los compadres y amigos), el cercano (gabinete) y los de segundo nivel, están simplemente rebasados. La llegada de Trump al gobierno de los Estados Unidos se ha convertido en la peor pesadilla para los errores cometidos por EPN, pero que a los mexicanos nos lleva entre las patas.
Quizá como pasó con la película “El cisne negro”, en el caso de Peña Nieto puede estar adentro de él mismo y no afuera, como muchos lo quieren ver. A estas alturas, dudo que quiera cambiar y echarlo fuera, por lo que el final parece inevitable. Ahí lo dejamos para la reflexión.
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