domingo, 1 de enero de 2017

Pedro Miguel
Si omito declarar quinientos pesos de IVA, puedo dar por sentado que un enjambre de auditores de Hacienda seguirá la pista de mi registro de causantes y muy pronto estará revoloteando sobre mi desayuno. Y si cometo una infracción de tránsito, a los chicos de Mancera les bastará con el número de placa de mi coche para enviarme la multa correspondiente a mi domicilio.
Pero si un malhechor entra a mi casa y amenaza con matarme, la policía no se conformará con la concisa indicación de mis placas o mi RFC para buscar en sus bases de datos y acudir en mi auxilio. Así que, para cuando haya terminado de dictarle a la amable operadora “Tercer retorno de Federico Martínez de la Pirinola, Edificio B, departamento 404, Conjunto Residencial del Valle Morado, código postal cero cincuenta y siete trece, Delegación Moctezuma, Ciudad de México”, ya me habrán cortado el pescuezo.
Enésima demostración, dicho sea con el debido respeto a las instituciones, de que las autoridades no están pensando en proteger a los ciudadanos sino en joderlos.

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