sábado, 8 de abril de 2017

COLUMNAS

Sobre morir en manos de un borracho

sáb 08 abr 2017 10:15
 
  
 
Qué terrible para las familias ante esta pérdida instantánea brutal, que exigen justicia.
Qué terrible para las familias ante esta pérdida instantánea brutal, que exigen justicia.
Foto propiedad de: Internet

Igual que millones de personas que regularmente beben alcohol en exceso, Carlos Salomón Villuendas se subió al BMW con 4 jóvenes más luego de la parranda de fin de semana en el bar de moda donde empinaban el codo y se divertían hasta la madrugada. En cuestión de minutos se presentó la muerte a poco menos de 200 kilómetros por hora de velocidad arrancando por el Paseo de la Reforma. Se estampó, se partió, se deshizo el ataúd automóvil con sus tripulantes pero el conductor borracho—karma-- salió prácticamente ileso para enfrentar por siempre ese instante alcoholizado en el que su cerebro envió la orden al pie derecho sobre el acelerador, aniquilando consecutivamente a sus compañeros y compañeras de reventón. Qué despertar para este joven cuando se percató de lo sucedido. Qué terrible para las familias ante esta pérdida instantánea brutal, que exigen justicia. Dicta jueza proceso al implicado para presentar pruebas de inocencia o culpabilidad ambas partes durante los próximos dos meses en los que se mantendrá el hombre tras las rejas hasta definir su situación.
Si la lógica aplicara en la circunstancia de la relación alcohol automóvil, el interminable número-- y contando-- de decesos en el planeta debido a un chofer con exceso de alcohol en el organismo desde que se inventaron los artefactos de transporte con llantas de petróleo transformando los caminos rurales del planeta en intrínsecas redes de pavimento, estaría totalmente prohibido ese letal líquido tan tóxico y consumido sin tregua por nuestra especie. Pero no es así. Seguimos empinando el codo y degustando todo tipo de bebidas alcohólicas legalmente con el objeto de soltar el cuerpo de relajar la calaca de olvidar las penas subiéndonos después al automóvil que se convierte, al poner manos en el manubrio el borracho, en bala, en metralleta, en pistola, en granada, en bomba, en la clásica y ya vieja tumba rodante de los ebrios conduciendo.
Los abogados del desafortunado culpable aducirán que se quedó dormido, porque como el hombre se negó a que le hicieran las pruebas de alcoholímetro, dicen ellos no hay pruebas de que manejaba con exceso de alcohol. Por favor, apliquen la justicia para sentar precedente, claro que hay pruebas de su ebriedad en lo que se bebió en el bar durante horas. Y claro que un borracho se puede quedar dormido pero no por ello deja de estar ebrio y conduciendo de madrugada a una inaudita velocidad.
Mi pésame a los deudos de todos aquellos que han perdido la vida en manos de un p… borracho.   
           UBICATEX Y PENSAR, PENSAR....PENSAR!!!

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