Ambición, dudas e impunidad
Viernes, 07 de Noviembre de 2008 00:00
Ricardo Andrade Jardí
Después de bajar costos de producción abaratando las piezas en los aviones militares que irían a la guerra de Corea, el comerciante mecánico recibe la noticia de que su hijo, piloto de la fuerza aérea de los Estados Unidos, muere a causa de un desperfecto en el avión que piloteaba y que era uno de eso aparatos aéreos que, meses atrás, había sido armado con las piezas inadecuadas o de menor calidad, con las que el, ahora, desconsolado padre, había bajado los costos de producción de los aviones, al tiempo que amasaba una fortuna, sin ni siquiera pensar que aquellos jóvenes pilotos que hacían una guerra absurda y por demás estúpida en Corea, en nombre de la “libertad y la democracia”, eran también sus hijos. Así lo cuenta, más o menos, el extraordinario dramaturgo estadounidense Arthur Miller, en la pieza dramática: “Todos eran mis hijos”.
Juan Camilo Mouriño, español de nacimiento, de padre y madre españoles y quien ocupara la Secretaría de Gobernación del desgobierno usurpador de Fecal, despertando certeras dudas de que no cumplía con los requisitos legales para ocupar el cargo y sobre quien también se presumía la utilización de un puesto público para beneficiar, gracias a la IMPUNIDAD, los negocios familiares, relacionados con el petróleo y sus derivados, perdió la vida en un dudoso accidente aéreo, que deja ya hasta el momento trece muertos y casi medio centenar de heridos, justo unos días después de que se dieran a conocer las versiones que involucran o ligan al padre, del fallecido secretario usurpador, con bandas del crimen organizado (es decir con el narcotráfico) a través del lavado de dinero; información que por otro lado y burdamente la PGR intentara ocultar. Leer mas
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