Carlos Fernández-Vega
Cómo estará la pregonada recuperación” del país, que el gobierno calderonista envía un incuestionable mensaje de “solidez” y “fortaleza” al solicitar humildemente al Fondo Monetario Internacional sea tan amable y generoso de “renovar” la “línea de crédito flexible” que originalmente le autorizó en abril de 2009 por un monto cercano a 48 mil millones de dólares, financiamiento que el brillante cuan resultón equipo económico de Los Pinos desea tener a la mano “sólo por si las moscas”, y por el cual hay que pagar alrededor de 130 millones de dólares por el derecho de apartado.
Y el FMI, conciente de esa “solidez” y “fortaleza” más rápido que ya autorizó tal solicitud, no sin antes extender el recibo correspondiente (los citados 130 millones de dólares). La Secretaría de Hacienda, con el eficiente Ernesto Cordero en la silla principal, y el Banco de México, ahora con el doctor “catarrito” al frente (el mismo que en 2009 firmó la “línea de crédito flexible” original) son felices por tener acceso a esos dineros, y así lo explican: “”la contratación en 2009 de la LCF se hizo de manera preventiva. Aun cuando México no tuvo necesidad de usar los recursos disponibles, la LCF cumplió exitosamente su objetivo al contribuir, junto con las acciones llevadas a cabo por las autoridades financieras de nuestro país, a generar confianza en los mercados financieros y en los agentes económicos respecto de los fundamentos de la economía mexicana… Si bien son claros los indicadores de una recuperación de la actividad económica mundial y de una mayor estabilidad de los mercados, el vigor y la rapidez que tendrá dicha recuperación todavía son inciertos; incluso, el retiro eventual del apoyo monetario y fiscal en los países industrializados podría conducir a una corrección de los precios de algunos activos”.
Entonces, la “recuperación es un hecho” (Calderón dixit), pero depende en grado sumo de lo que suceda en “otras economías” (léase la gringa), mientras la mexicana se mantiene estancada y en espera de que alguien le haga la caridad de reactivarla. Como suele acontecer en estos casos, apenas en febrero pasado los jilgueros oficiales presumían a los cuatro vientos que, dada la “firme recuperación”, el gobierno mexicano difícilmente recurriría a la renovación de la citada línea de crédito con el FMI. Y la solidez del discurso oficial una vez más quedó demostrada: el 25 de marzo Hacienda y Banco de México anuncian la renovación, por si las moscas.
En abril de 2009 el nervioso directorio ejecutivo del FMI rápidamente autorizó la citada línea de crédito, dada la desastrosa perspectiva económica mexicana, la cual, según sus estimaciones de esos tiempos, reportaría una caída de 3.7 por ciento del PIB. Había, pues, según el organismo, razones más que poderosas para conceder ese financiamiento, y así evitar una eventual moratoria de la deuda, toda vez que “podría estar expuesta a más riesgos por sus estrechos vínculos financieros mundiales y los estrechos lazos comerciales con Estados Unidos, el epicentro de la actual crisis financiera internacional”. Pues bien, el Fondo muy corto quedó en su evaluación, porque en los hechos el desplome fue de 6.5 por ciento.
Ahora que “ya pasó lo peor” y que la “recuperación es firme”, con una perspectiva de crecimiento de “5 por ciento” (Calderón dixit), el gobierno mexicano de nueva cuenta recurre al FMI, en condiciones –según el discurso oficial– diametralmente distintas a las de 2009, de tal suerte que los genios de Los Pinos tendrían que encontrar un mejor pretexto para justificar la renovación de esa línea de crédito, a menos que les fascine endeudarse y pagar derecho de apartado nada más porque sí, para no perder la costumbre.
Como es norma en él, sólo hay que recordar lo que sobre estos asuntos decía Felipe Calderón, y lo que ha hecho ya impuesto en Los Pinos: “si tuviéramos que recurrir al Fondo Monetario Internacional para llevar al país nuevamente a una irresponsable política de endeudamiento (...), entonces sí entraríamos otra vez a un esquema de dependencia de los organismos internacionales... La presión de este organismo la tuvimos cuando políticas irresponsables hicieron que el país se endeudara más allá de su capacidad, y eso hizo que estuviéramos sometidos a las políticas que se generaban en ese organismo. Nosotros no les debemos nada. Por primera vez en muchísimos años; bueno, no digo que este año, pero ya llevamos un buen rato que no le debemos un centavo al FMI. Al contrario, ahora le estamos poniendo hasta directivos y ejecutivos” (31 de octubre de 2003).
Así es, Felipe Calderón terminó justo en el mismo sitio que tanto cuestionó desde la paradisiaca oposición, es decir, en el fondo y con el Fondo, en la puerta del abominable organismo financiero internacional, la misma en la que, uno tras otro, los “gobiernos populistas” y los del priato neoliberal tocaron insistentemente para pedir clemencia, crédito y “salvamento”, a cambio de una interminable serie de draconianos “ajustes” y “reformas estructurales”, con nulos resultados económicos y un brutal costo social, algo que por lo demás siempre agradecerán los depauperados habitantes de este país.
Y en esta dinámica de mentir a discreción, Ernesto Cordero y Agustín Carstens enviaron una simpática carta al FMI para justificar la citada renovación, de la que sobresalen los siguientes pasajes: “México ha mantenido un historial de políticas económicas sólidas. Tiene fundamentos económicos y marcos de política económica muy firmes… La buena aplicación de mecanismos de política económica basados en reglas, tales como la regla fiscal de equilibrio presupuestario, el esquema de objetivos de inflación y el régimen de tipo de cambio flexible, han reforzado la estabilidad… Gracias a estas firmes medidas de política económica y a la mejora de las condiciones económicas mundiales, el crecimiento se reanudó a mediados de 2009… De cara al futuro, las políticas continuarán sustentándose en el marco macroeconómico basado en reglas, y las autoridades tienen previsto continuar reaccionando según sea necesario ante las perturbaciones que puedan surgir en el futuro”.
Las rebanadas del pastel
Cierto. Lo expresado por Cordero y Carstens al FMI tiene sustento: 6 millones de pobres adicionales con el primero en Sedeso; desplome económico de 6.5 por ciento con el segundo en Hacienda
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