El gobernador de Nuevo León ha organizado una marcha para protestar contra la inseguridad. Es decir, contra los culpables de que la sociedad nuevoleonesa viva hoy con miedo. ¿Los culpables? Enseguida doy los nombres de los principales:
José Natividad González Parás. El ex gobernador entregó a las mafias las estructuras policiacas y políticas en la entidad. Su administración, la más corrupta que se recuerde, permitió que los capos se adueñaran de todo.
Rodrigo Medina de la Cruz. Como colaborador de González Parás nada hizo para impedir que el narco se apoderara de Nuevo León. Ahora, como gobernador, simple y sencillamente no sabe qué hacer ante el aumento de la violencia. Jamás en la historia de la entidad había habido un gobernante más incompetente.
Luis Carlos Treviño Berchelman. Fue procurador de justicia en el sexenio de Natividad y actualmente ocupa el cargo de secretario de Seguridad Pública. Lo único que se sabe de él es que vive rodeado de guaruras. Así se le vio el día de la #balaceratec en un restaurante cercano al Tecnológico de Monterrey. Horas antes de que fueran asesinados los dos estudiantes, él comía en Las Pampas, exactamente enfrente de donde empezó el enfrentamiento entre el Ejército y los narcos, protegido por al menos 10 policías vestidos de civil que disfrutaban de las carnes asadas en otras mesas, desde luego intimidando al resto de los comensales. Fuera de eso, no se sabe nada de él.
Alejandro Garza y Garza. El actual procurador fue el responsable de las averiguaciones previas en el gobierno de González Parás. Este funcionario, de plano, vive tan asustado que no es capaz de hacer su trabajo con mínima eficacia.
Alfredo Garza de la Garza. El secretario de Finanzas de Rodrigo Medina fue el oficial mayor de González Parás. En el gobierno federal se le señala como el responsable de haber permitido el desorden administrativo que facilitó que las mafias se apoderaran de las corporaciones policiacas.
Humberto Medina Ainslie. El padre del actual gobernador fue consejero jurídico de González Parás y absolutamente nada hizo para evitar el caos que fue el anterior gobierno de Nuevo León.
Como todas esas personas, y otras relacionadas con Rodrigo Medina, pueden ser acusadas de actos de corrupción; como en Los Pinos y en Gobernación tienen información de sobra para hundirlas; como es inaceptable en términos de gobernabilidad del país que Nuevo León sea hoy en día una Ciudad Juárez grandota; como en Estados Unidos empiezan a ver sumamente peligrosa en términos de su seguridad interna la escalada de violencia en el noreste de México, particularmente en Monterrey, entonces desde el gobierno federal le han pedido a Medina que cambie a todo su equipo, que en lo fundamental es el de González Parás, o que se vaya.
Tanto González Parás como Enrique Peña Nieto, el otro jefe de Medina, se oponen a que este despida a los funcionarios cercanos a Natividad para colocar en lugar de ellos a otros aprobados por Calderón, ya que tal medida significaría que, en los hechos, Rodrigo Medina dejara de ser gobernador.
El problema es que si Rodrigo Medina no lo hace, el ministerio público, en la clásica politización de la procuración de justicia, procederá en contra de González Parás y no pocos de sus colaboradores, entre los que está el propio Medina.
En mi opinión, Calderón debería proceder a limpiar toda esa basura. No le salvará el sexenio ni le dará legitimidad. Pero algo es algo.
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