Carlos Fernández-Vega
Reiteradamente señalada como una de las fallas torales en la autodenominada estrategia” calderonista para el combate al narcotráfico –que privilegia el plomo sobre la inteligencia–, el devaluado Elliot Ness de de Los Pinos (Obama dixit) hace caso omiso de todo tipo de advertencias y recomendaciones sobre la urgencia de seguir la ruta del dinero (el clásico follow the money) si es que pretende llevar a buen puerto su “guerra” contra los barones de la droga. Mucho es lo que pueden esconder los narcotraficantes mexicanos, o de cualquier otro país, pero nunca las voluminosas ganancias por la venta de estupefacientes, y es justo allí donde la citada “estrategia” brilla por su ausencia.
En 1996, durante el sexenio de Zedillo, no pocos se sorprendieron al saber que el sistema financiero mexicano destacaba “por haber sido elegido por los cárteles internacionales de la droga como el principal centro de lavado y repatriación de dinero proveniente del narcotráfico en el hemisferio occidental”, industria sin chimeneas que sólo en ese año y “de acuerdo con cifras de funcionarios mexicanos –no identificados– habría lavado alrededor de 30 mil millones de dólares por el concepto referido, sólo una porción de lo que regresó a Colombia”, de acuerdo con el Departamento de Estado del vecino del norte (US Department of State: International Narcotics Control Strategy Report, March 1996. Bureau for International Narcotics and Law Enforcement Affairs. Financial Crimes and Money Laundering. Executive Summary. The Year in Review).
Desde entonces, cuando menos, año tras año el citado galardón se lo lleva México y su sistema financiero (a estas alturas extranjerizado casi en su totalidad), de acuerdo con la misma fuente de información. Y aunque a simple vista en la reciente “visita” de Hillary Clinton –con su batallón de funcionarios VIP– a México todo fue miel sobre hojuelas en público, el Departamento de Estado no sólo ratifica el ingrato primer lugar en lo que a lavado de dinero se refiere, sino que insiste, no sin razón, en aquello de “seguir el dinero”, porque de no hacerlo lo único que logrará el calderonato es mayor número de muertos.
Por mucho que el gobierno calderonista ni con el pétalo de una rosa quiera tocar al sistema financiero que opera en el país (“la inversión se espanta”), es imposible que pase desapercibido el volumen de dinero que el narcotráfico lava e “inyecta” a la economía mexicana, más el que “regresa” al vecino del norte ya limpio de cualquier sospecha. Por ejemplo, en su informe correspondiente a 2009 (International Narcotics Control Strategy Report) el Departamento de Estado subraya: “de la cifra estimada de 25 mil millones de dólares que circulan ilegalmente en el sistema bancario, la Procuraduría General de la República sólo es capaz de detectar uno por ciento” (250 millones). Y ello no sólo es producto de la enorme corrupción que campea, sino de la carencia de personal calificado en sus unidades especializadas: “faltan investigadores, fiscales, auditores de recursos monetarios, base de datos completa y moderna, y equipamiento tecnológico… Hasta ahora los esfuerzos se han dirigido sólo a los estados claves como Tamaulipas, Sinaloa, Nuevo León, ciudad de México y Jalisco, pero la PGR considera que hay motivos para volver a centrarse en otras regiones, como los estados de Quintana Roo y Yucatán, donde las autoridades han detectado grandes movimientos de recursos ilícitos”.
Entre 2007 y 2008 los vecinos del norte reconocen “un aumento significativo en el número de investigaciones de lavado de dinero” por el gobierno mexicano (en coordinación con el de Estados Unidos), pero el campo de acción es enorme. El inventario del Departamento de Estado destaca que en México existen 46 bancos (incluyendo seis bancos de desarrollo) y 71 oficinas de representación de instituciones financieras extranjeras, 95 compañías de seguros, 479 sociedades de inversión, 155 uniones de crédito y 24 casas de cambio. “El comercio ilícito de drogas es la principal fuente de fondos blanqueados a través del sistema financiero mexicano. Otras fuentes importantes de ingresos ilegales que se blanquean incluyen corrupción, secuestro, tráfico de armas y personas, y otros delitos. El contrabando de embarques a granel de moneda estadunidense a México y su repatriación (ya lavada) en efectivo a Estados Unidos a través de correos, vehículos blindados y transferencias bancarias siguen siendo métodos para el blanqueo de ganancias de la droga”.
En 1996 el Departamento de Estado ubicó a México entre los países “de mayor riesgo en materia de narcotráfico, que ha sido seleccionado para la colocación inicial de dinero estadunidense en efectivo proveniente de la droga. Una vez colocado en el sistema financiero mexicano, el dinero se mueve en una amplia variedad de formas, incluyendo transferencias en línea e inversiones en bancos mexicanos, pagaderas directamente en cuentas paralelas en Estados Unidos, luego de la emisión y reenvío por medio de cheques personales. El gobierno mexicano ha hecho poco por contener esas prácticas, que resultan extremadamente benéficas para la comunidad bancaria y los corredores criminales que explotan ese sistema operativo. Un creciente número de empresas legales son utilizadas por los lavadores para transparentar las operaciones del narcotráfico”.
Catorce años después, el comentario no se ha modificado: “México es uno de los países con mayor producción y trasiego de droga, uno de los conductos principales del dinero de la venta de drogas ilegales que salen de Estados Unidos, la principal fuente de fondos blanqueados a través de su sistema financiero y de repatriación del dinero en efectivo en Estados Unidos a través de correos, vehículos blindados, y transferencias bancarias; además, las organizaciones delictivas han establecido redes con grupos criminales con base en otros países para facilitar y desarrollar nuevos métodos para el blanqueo de fondos ilícitos”.
Entonces, más que plomo, follow the money.
Las rebanadas del pastel
Si, con base en la evaluación que hace el Departamento de Estado, la constante es que anualmente el sistema financiero que opera en México lava entre 25 mil y 30 mil millones de dólares del narcotráfico, entonces la cifra acumulada desde 1996 resulta verdaderamente de cuento de terror: entre 350 mil y 420 mil millones de billetes verdes han pasado por la lavandería bancaria en este país (algo así como 40 por ciento del producto interno bruto), de los que en el mejor de los casos la autoridad habría detectado e incautado de 3 mil 500 a 4 mil 200 millones. Y ese volumen de dinero de ninguna manera se puede ocultar (aunque tal vez sí compartir, por efectos de la corrupción).
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