martes, 18 de junio de 2013

Abrir Pemex al capital privado; urge esa reforma de Peña Nieto, aunque provoque protestas

FEDERICO ARREOLA@FedericoArreolamar 18 jun 2013 00:08
  
“México realmente llevará a cabo una reforma constitucional para abrir a Pemex a inversores privados. Eso es lo que Enrique Peña Nieto le dijo a periodistas del Financial Times durante una visita al periódico el lunes”, ha comentado un redactor de ese diario británico, Jonathan Wheatley.
En su artículo, el señor Wheatley, antes de dar a conocer las opiniones de un experto de la UNAM, Ángel de la Vega, citó al presidente de México: “Existen diferentes opciones sobre qué debe ser la reforma, pero estoy confiado en que será trascendental”; habrá “cambios constitucionales que le darán certeza a los inversores privados”.
Es lo que muchos esperamos: cambios en la Constitución para que, al fin, se modernice la industria petrolera nacional.
Otros, bastantes también, esperan con su activismo hacer imposible esa reforma.
Por eso es importante lo expresado por el mencionado especialista de la UNAM al Financial Times: “Los presidentes mexicanos muchas veces dicen en el extranjero cosas que no se atreven a expresar aquí en México. Peña Nieto y el PRI no han hablado en México sobre una reforma constitucional, este es un tema interno delicado para la opinión pública. De cualquier manera, si mencionó la necesidad de una reforma constitucional para impulsar la participación del sector privado en el sector energético, quizás se dijo a sí mismo ‘desgraciadamente no es posible en la actual situación’…”.
Para De la Vega, Peña Nieto solo tiene una oportunidad de construir un consenso para la reforma constitucional: la de separar el petróleo del gas, ya que “el gas no tiene tal carga histórica y emocional como el petróleo y existe una presión real para encontrar una solución para enfrentar la caída en reservas y el incremento en las importaciones”.
Tiene razón Ángel de la Vega en una cosa: en México el gas es una simple mercancía, mientras que el petróleo es una deidad tan venerada como Juan Diego.
Pero el académico mexicano consultado por el FT se equivoca al decir que Peña Nieto, como otros presidentes en otros tiempos, dice en el extranjero cosas que en México no se atreve a expresar.
En la actualidad, con las redes sociales de internet, no es posible ocultar nada. Es decir, lo que se dice en el extranjero, ni hablar, se dice también en México.  Hace unas horas, los mexicanos se enteraron de las palabras de Peña Nieto relacionadas con abrir Pemex al sector privado, en el mismo momento en que las publicó el FT.
En Twitter, así, ya se dio un primer debate, y una vez más ha quedado perfectamente evidenciado que le sobran enemigos a la reforma energética, pero que no están solos: también hay, y no son pocos, partidarios de la modernización de Pemex.
Si el petróleo en México es una divinidad, la palabra “privatización” es un demonio. Por eso, cada vez que los promotores de la reforma energética hablan de este proyecto, tienen cuidado de aclarar que abrir la industria petrolera al capital privado no significa privatizarla, ya que el petróleo seguirá siendo propiedad de la nación.
Lo que sea, privatizadora o no, lo cierto es que urge la reforma energética. Espero que Enrique Peña Nieto y su principal colaborador, Luis Videgaray, se lancen con todo a lograrla sin que les detengan las protestas que seguramente se presentarán. Protestas legales, legitimas y democráticas. Pero que no tienen por qué impedir que el PRI, el PAN y el PRD, si así lo han acordado en el Pacto por México, concreten la mayor de las reformas estructurales.
Los tres partidos pagarán en las urnas de votación el atrevimiento de sacar adelante algo tan necesario para el desarrollo del país como la reforma energética, y seguramente beneficiarán al partido en formación, Morena, el de Andrés Manuel López Obrador, que se opondrá con todo a los cambios energéticos.
Pero ya es hora de que alguien, como se ha dicho por ahí, empiece a pensar en las próximas generaciones, y no solo en las siguientes elecciones.

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