lunes, 17 de junio de 2013

Peña Nieto en charlas
Víctor Flores Olea
E
n medios universitarios se repite la pregunta: ¿Cómo ves a Peña Nieto? La respuesta casi invariable: “Ya en estos meses se ha convertido en un defensor cerrado del statu quo, es decir, del conjunto de intereses que mantienen la estructura del poder en México, la estructura del poder político y económico”, se aclara apenas se extiende un poco la conversación.
¿Pero no anunció en todos los tonos, antes de llegar a la Presidencia, que su función no era administrar el país, sino transformarlo? “Pues eso diría y repetiría a todo volumen –contesta el otro–, pero ya en funciones se ha distinguido exactamente por lo contrario: por mantener intocadas las relaciones de poder, y tal cosa le cuesta ya credibilidad y confianza, si es que alguna vez las tuvo, de una mayoría ciudadana, lo cual ponemos en duda.”
El siguiente joven universitario fue contundente: “Conocemos bien la historia: antes de entrar en funciones los políticos prometen el oro y el moro, pero demasiado pronto la realidad y los intereses –¿también los suyos, contantes y sonantes– los meten al aro y se olvidan muy pronto de sus compromisos con el pueblo, al cual dijeron ayudarían a vivir mejor. La cuestión es que los aprietan demasiados vínculos que después ya no pueden modificar. Su presidencia es precisamente para salvar y asegurar elestablishment, no para transformarlo, así sea mínimamente. La cuestión es que muy pronto esta certeza se extiende y se convierte en una especie de verdad de perogrullo, conocida universalmente”.
Pero, ¿sus consecuencias?, interviene otro joven profesor. Los principales efectos pueden ser varios, añade. “Uno es la desilusión y la desconfianza social, que inmediatamente cunde. Y esto origina distintos fenómenos, el más importante de los cuales es la ingobernabilidad, en diferentes grados. El segundo puede ser el de una suerte de rebelión permanente que puede llegar a poner al gobernante entre la espada y la pared. El filo de la represión y la mano dura pueden estar muy cerca de esta revuelta permanente no fácil de manejar. Y –tal vez lo menos deseable–, es el sentimiento de fracaso, amargura e indiferencia que pueden terminar destruyendo ilusiones y propósitos iniciales de los gobernantes. En los tres casos, y con grados distintos, la personalidad del funcionario se hace cada vez más pequeña e impotente, difícil de manejar y de salir del hoyo.”
Por supuesto, otro joven universitario intervino diciendo que estaba lejos de ser el caso de Peña Nieto, aunque ya se habían acumulado en el horizonte algunos nubarrones. “La desocupación en México, la ausencia de desarrollo económico franco, incluso la violencia que no deja de estar presente resultan piedras en el camino de un presidente que, al comienzo, parecía que todo lo tenía bajo control y que tomaba decisiones fulminantes como para mostrar un estilo que contrastaba espectacularmente con los parsimoniosos sexenios del PAN. El problema es que las apariencias engañan y ahora, a pocos meses del nuevo gobierno, la ciudadanía piensa que los panoramas de acción rápida son más bien publicitarios y que no necesariamente están bien calculados y fundados, y que la avalancha de comisiones y grupos de trabajo no necesariamente arrojan los resultados deseados, sino que más probablemente inflan las nóminas presupuestales y, a la larga, resultarán sin control ni eficacia. Acciones más para las galerías que para resolver la sustancia compleja de los problemas.
“Tal cosa sí resultaría un fracaso grave para todos, empezando por el mismo Peña Nieto y su gobierno y para la sociedad mexicana en su conjunto. Doble fracaso porque después de los sexenios descalabrados del panismo se esperaba al menos un gobierno de eficacia y resultados –que prometió el mismo Peña Nieto en su etapa de candidatura–, pero que no parece realizarse ni de lejos, pese a las cuantiosas inversiones publicitarias. No es que ya se vea el gobierno de Peña como uno fracasado, pero sí como otro más que, con su propio estilo, prolongará los despeñaderos de muchos priísmos anteriores, que no sacaron al buey de la barranca”.
Por fin terció otro joven universitario que había permanecido más que silencioso: “En México está ya probada la línea de la derecha (con el PAN) y de un centro nacionalista, representado por el PRI, que con los defectos y limitaciones de cada uno representa su fracaso e impotencia ante los problemas más urgentes del país. En los últimos meses uno de los mayores peligros es el que representa el norte globalizado y unificado por un capital extraordinariamente poderoso –simbolizada la integración casi formal de México a este norte capitalista por la reciente visita de Barak Obama–. Tal es la realidad actual de México prácticamente aceptada sin chistar por el gobierno actual. El problema es que ya llevamos décadas en esta asociación, y muchos dirán, integración con el norte sin que haya sido demasiado benéfica o brillante para el país.
Permítanme entonces disentir y proponer que hagamos el esfuerzo nacional para establecer y consolidar un régimen más hacia la izquierda, que probablemente y a la larga resulte más benéfico para el pueblo de México que los supuestos establecimientos de derecha y de centro. El desafío está abierto y es una misión histórica del país llevarlo a cabo. Naturalmente, poniendo una distancia entre México y las enredadas mallas de nuestra integración al norte y viendo más bien al sur, a países que en relativos pocos años (digamos dos décadas), han logrado una buena base de autonomía (de independencia), y han avanzado en una democracia con la que tal vez no podamos aún soñar (su liquidación de crueles dictaduras militares). El esfuerzo de autonomía y de pleno ejercicio soberano vale la pena y pienso que en todo caso debe procurarse. Cuando hablo de un régimen hacia la izquierda hablo por supuesto de un régimen plenamente democrático, y alejado de los dogmas y rigideces que caracterizaron muchas veces a sus congéneres en muchos lugares del mundo.
Bien planteados en esta conversación breve algunos de los dilemas más importantes que vive México en la actualidad.

No hay comentarios: