@EPN es un estadista, sostiene @FedericoArreola; ¿en serio?
El sentido común, registrado en las encuestas recientes, dice que Peña es reprobado por los mexicanos.
Para defender y definir a Peña Nieto como “estadista” en referencia a mi columna anterior (“Y ahora resulta que Peña es un ‘estadista’”; SDPNoticias.com, 29-07-14http://www.sdpnoticias.com/columnas/2014/07/29/y-ahora-resulta-que-pena-es-un-estadista ) y en apoyo al “veterano” periodista Camacho, de quien no he hecho ninguna alusión, Federico Arreola recurre en su respectiva (SDPNoticias.com, 29-07-14) a Wikipedia y algunos ejemplos allí ofrecidos como fuente definitoria del concepto a favor de Peña.
Yo recurriré a una fuente más confiable que la caprichosa Wikipedia, el diccionario de la RAE en su segunda acepción del término: Estadista: “Persona con gran saber y experiencia en los asuntos del Estado”. Esta definición ya arroja suficiente claridad sobre el reto que significa encarnar a un “estadista”; ¿posee Peña las cualidades propuesta por los miembros de la RAE?
Recurriré también al sentido común (que por cierto, es usual que contribuya controversialmente a las definiciones de Wikipedia; mas a posteriori). Este sentido dice, registrado ya en las encuestas vigentes, que Peña es reprobado por los mexicanos. Y por alguna razón, no lo suficiente por su pasado y su persona, pero sí por su actuación en relación a las “reformas estructurales” que le han encomendado impulsar, en particular, la energética.
Dos encuestas de GEA-ISA muestran la decadencia gradual de Peña: en la primera, correspondiente al primer trimestre de 2014, sólo 37% aprobó su gestión y un 52% la reprobó (Regeneración, 16-04-14). En una segunda encuesta, de junio, 55% de la población lo reprueba y sólo 39% lo aprueba. Otros datos concretos de ésta:
“El 44 por ciento de la población mexicana ve con desesperanza el futuro y sólo un 18 por ciento piensa que vendrá algo mejor…
“Esta desesperanza parte de las consideraciones actuales del país, donde el 53 por ciento de los mexicanos encuestados cree que el contexto actual es malo, mientras que el 12 por ciento piensa que la situación es buena, el 35 por ciento restante dijo no saber o catalogó como regular.
“Dentro del plano económico los resultados son similares: 54 por ciento de los encuestados piensa que la situación económica es mala y, en comparación con la encuesta realizada por el mismo grupo, 36 por ciento piensa que este año es peor, y 39 por ciento considera que el siguiente año será mucho peor.
“La encuesta realizada a mil personas, revela que 70 por ciento considera que el gobierno federal es el responsable de la situación actual, seguido por los gobiernos estatales, los partidos políticos y los empresarios.” (Revolución Tres Punto Cero, 01-07-14)
Una encuesta más reciente hecha por Reforma y descalificada por Arreola (porque según su opinión pretende “joder” a Peña al someterlo al juicio de una cantidad de “líderes” que a él le parece excesiva), reprueba a quien he llamado en mi anterior columna, “la dúctil llave de la entrega”.
He aquí un resumen del resultado de dicha encuesta del periódico Reforma:
“La reforma energética es aprobada por sólo 34 por ciento de los mexicanos y rechazada por el 40 por ciento. El 61 por ciento estima que van a subir los precios de la luz y combustibles y el 66 por ciento está de acuerdo con realizar una consulta popular sobre el tema. A su vez, 56 por ciento de los mexicanos considera que los cambios a la legislación en telecomunicaciones favorecen a los monopolios.
“En una encuesta difundida hoy por el diario Reforma que se publica en la Ciudad de México, los ciudadanos y líderes de opinión reprueban con 5.8 el trabajo de… Peña Nieto.
“En cómo está atacando el tema de la violencia en el país es el rubro en que Peña sale peor evaluado. El 67 por ciento de los mexicanos considera que lo está haciendo mal/muy mal y sólo el 17 de los mexicanos adultos estima que lo está haciendo bien/muy bien.
“Los otros temas en que una mayoría de mexicanos desaprueba el trabajo peñista son: corrupción, narcotráfico, empleo, economía del país, seguridad pública y pobreza”. (“Reprueban mexicanos gestión de Peña Nieto como presidente”; El Observador Diario, 31-08-14).
Como se ve, no aparece por ningún lado, ni entre la población en general ni los considerados “líderes”, una evaluación positiva sobre Peña (4.9 entre líderes y 5.8 ente ciudadanos), su equipo y su gestión; todo lo contrario, el índice de reprobación crece. No pasan ni de panzazo.
Bien se podría argumentar, contra esta opinión y la consideración generalizada, y de acuerdo al planteamiento de la RAE, que el estadista de genio actúa aun en dirección contraria al sentir de la sociedad porque tiene mayores elementos de juicio que ésta para tomar ciertas decisiones, que el resultado positivo e incluso extraordinario de las mismas se verá en el futuro. Esto de hecho lo ha argumentado Arreola en varias de sus columnas. Sin embargo, no hay señales de que ello vaya a suceder.
Primero, porque Peña no ha dado en el pasado ni el presente elementos para ser considerado estadista de genio, todo lo contrario. Segundo, si poseyera del sentido del estadista, oculto hasta ahora, éste le hubiera necesariamente llevado a compartir con la sociedad la responsabilidad de decisiones tan importantes; todo lo contrario, ha utilizado el monopolio del poder, la mayoría de los “legisladores” y partidos a su servicio, actuando de manera antidemocrática. Tercero, porque el modelo económico y político que ha impulsado a Peña y las reformas, es el mismo que socialmente ha fracasado una y otra vez durante más de 30 años (muy a propósito y convenientemente, tal vez, porque a sus impulsores siempre les va bien).
Y contrario a lo que sus apologistas consideran, yendo en contra del sentido común, las encuestas y la clara definición de la RAE, en materia energética Peña va para atrás, pero a brincos. Pues en vez de haber reforzado la visión cardenista, saltó a una porfirista (como ya han señalado varios analistas). En vez de preservar el interés del país sobre los recursos estratégicos, los entrega a la mezquindad de las compañías privadas. En vez de combatir la corrupción generalizada, la fomenta y utiliza como medio para lograr los objetivos trazados (o hace “combates” selectivos utilitarios). En vez de preservar lo mejor y desechar lo peor, hace lo contrario. En vez, de actuar como un demócrata lo hace como un ente autoritario. Y en vez, en fin, de observar la historia, la falsea o la niega. No sé por dónde miran al estadista donde muchos sólo encuentran a un muñeco.
Si Peña tuviera la fortaleza de descargar un poco del fardo de la irresponsabilidad con que ha actuado, tendría que aceptar la consulta ciudadana sobre la reforma energética en vez de estar junto con su equipo repartiendo trozos del territorio nacional y planeando cómo encapsular la reacción social que pudiera resultar del agravio a la nación y los individuos (entrega de recursos y “ocupación temporal”). Sobre todo, porque en campaña presidencial jamás habló de imposición de cambios constitucionales ni entrega de recursos estratégicos a la inversión privada; como tampoco Calderón habló de guerra contra el narco.
Pero se podría decir también, como se ve y se ha visto, que en México las elecciones, las consultas y las encuestas “sirven para una chingadera”.
Sólo agrego que si bien como señala Arreola mi ámbito profesional se desarrolla mayormente en el medio cultural, contrario a muchos “artistas” que asumen su posición como excusa para abstenerse de una opinión política personal y de una posible conciencia sobre la realidad nacional e internacional, yo he asumido siempre la crítica y la convicción de ciertas ideas. Y contrario a muchos columnistas que son dirigidos por intereses más allá del periodismo, he tratado de mantener la coherencia y ser consecuente en mis acciones y reflexiones. El hombre es uno; punto.
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