Con el pretexto de la lucha antinarco arrestan 7 meses a padre
Abusos de fuerzas castrenses causan daños irreparables a una familia en Guanajuato
Carlos García
Corresponsal
León, Gto., 20 de febrero. Los abusos militares en la lucha contra el narcotráfico desintegraron a la familia Parra Ramírez y le dejaron un daño irreparable.
La noche del primero de agosto de 2008 sus vidas quedaron marcadas cuando 25 elementos del Ejército –sin orden de cateo ni acompañados por algún agente del Ministerio Público Federal– irrumpieron en su vivienda en este municipio, arrestaron al padre y golpearon a su esposa, su hija de 7 años y su hijo de 14.
No voltees, hijo de tu pinche madre, sabemos que vendes droga, espetaban los militares a Bernardino Parra, de 42 años, mientras lo tenían en el suelo, encañonado.
Destrozaron muebles y dañaron la casa buscando droga, recordó el padre a 12 horas de salir libre tras estar en la cárcel siete meses. Los soldados dijeron que traía 29 pastillas sicotrópicas, seis envoltorios de cocaína, tres de piedra y varios miligramos de mariguana cuando lo detuvieron en la calle, y un juez penalfederal lo encontró culpable.
La madrugada del 20 de febrero salió libre y volvió a reunirse con su familia, gracias a que su abogado, Luis Hernández Morales, demostró que las pruebas eran sembradas.
Junto con la esposa de Bernardino, Margarita Reyes Valtierra, el defensor también pidió auxilio a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), que no ha resuelto la queja; denunció a los militares ante el Ministerio Público Federal, el cual dio parte a las autoridades castrenses.
A Bernardino se le privó de la libertad injustamente, sufrió abusos de los internos del Centro de Readaptación Social (Cereso) de León y era extorsionado a cambio de seguridad. Cuando narró su experiencia se le agolparon los recuerdos, agachó la cabeza y comenzó a llorar ante su esposa e hijos.
Fue algo muy duro. Estaba encerrado, pensaba qué pasaría con mi familia y qué me harían a mí, cuidándome siempre, dijo a La Jornada.
El Ejército cambió la vida de la familia. María Elena perdió el segundo año de primaria. Se orinaba en el salón de clases; era objeto de regaños y burlas de maestros y alumnos, comentó su madre, quien vendió dulces en la calle y lavó y planchó ropa ajena durante el cautiverio de su esposo.
Completaba el gasto con el dinero que ganaba su hijo Juan Pablo lavando carros, pero aun así los gastos eran muchos y María Elena debió ser internada en una casa hogar porque no podía darle de comer.
Soñaba tener otra vez a mi esposo, sufrí una fuerte depresión. Me quería matar junto con mis hijos, pero decía: no, Dios mío, esto no es cierto, por qué nos pasó a nosotros, relató la madre.
Antes de llegar el Ejército a la vida de los Parra todo iba bien. Por fin Bernardino tendría un crédito del Infonavit. Soñábamos tener un hogarcito, pero lo perdimos todo, recriminó.
Bernardino y su esposa pidieron al presidente Felipe Calderón que su caso no quede impune, porque perdieron lo poco que tenían.
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