Que, según quienes estuvieron cerca, el presidente Calderón y el líder de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, el panista y ex secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, sostuvieron un diálogo nada terso en la comida de la Concanaco-Servytur.
Calderón se veía malhumorado y le habría reclamado a su amigo y “destapador” hace seis años, Ramírez Acuña, las formas y el tono de la sesión del miércoles en San Lázaro.
A juzgar por los gestos de ambos personajes, la plática subió de intensidad y concluyó antes de que llegara el postre, cuando Calderón prefirió volverse a conversar con Mario Sánchez Ruiz, presidente de Concanaco-Servytur.
Que a la salida, Ramírez Acuña aceptó que el presidente Calderón se dijo “muy preocupado por los temas y la forma en que se llevó el debate”, a lo que él respondió que en la sesión del jueves hubo disculpas y el ofrecimiento de todos los partidos de que “el río tomará su cauce”.
¿Y colorín, colorado?
Que hablando de pleitos de familias, quien ya dejó saber que prepara un obús contra Felipe Calderón es el panista presidente municipal de San Pedro Garza García, Mauricio Fernández.
La advertencia de Mauricio coincide con la versión de que, la próxima semana, César Nava dejará la presidencia del PAN y que su lugar será ocupado, por lo pronto, por el secretario general, José González Morfín.
¿Será lo primero? ¿Será lo segundo?
Que la condena light del Departamento de Estado al Ejército mexicano por violaciones a los derechos humanos no pudo caer en peor momento. En dos días consecutivos, y por la misma razón, se manifestaron Human Rights Watch, el Parlamento Europeo y el gobierno de Estados Unidos.
Y aunque ninguna de las tres organizaciones habla de una campaña intencionada de acciones contra la población, la suma de los informes seguramente pondrá en entredicho el discurso de la Secretaría de la Defensa Nacional, de que todas las violaciones son perseguidas y sancionadas por la justicia militar.
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