martes, 11 de junio de 2013

Don @ManceraMiguelMx dejó ir la primera impresión, y ese es el problema

FEDERICO ARREOLA@FedericoArreolamar 11 jun 2013 09:23
  
“No hay una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión”, dice el proverbio inglés. Esto sintetiza la complicada situación del jefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera. Veamos.
Hay carreras que se ganan en la salida. La política es así. Si el competidor arranca mejor que sus rivales, tiene grandes posibilidades de conseguir la victoria.
Hace seis años Enrique Peña Nieto lo hizo muy bien. En cuanto terminó el sexenio de Vicente Fox, con apenas un año como gobernador del Estado de México, diseñó y llevó a los hechos una gran campaña mediática que le permitió lograr una imagen de político exitoso y popular que terminó por conducirlo a la Presidencia de México.
Antes de eso, en el  año 2000, cuando iniciaba su trabajo como titular de la jefatura de gobierno del Distrito Federal, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador planteó y ejecutó una extraordinaria estrategia para convertirse en una figura creíble y reconocida en todo el país, lo que le sirvió, en 2006, para ganar las elecciones presidenciales; no llegó al poder por culpa del fraude electoral, pero este es ya otro tema.
No fue tan exitoso, por su mal arranque, el señor Marcelo Ebrard. Este inició sin personalidad propia su trabajo como gobernante capitalino, y así lo terminó, porque nunca consiguió quitarse de encima la autoridad de López Obrador. Ebrard, que tenía poder y presupuesto, decidió ser subordinado político de un hombre que solo contaba con la fuerza de su rebeldía, AMLO. Terminaron exactamente como empezaron y, de esa manera, Ebrard se hizo a un lado para que López Obrador fuera candidato en 2012.
El año pasado el PAN careció de fuerza en la elección presidencial (Josefina Vázquez Mota simplemente fue un desastre como candidata) porque, cosas del destino, el favorito con el que arrancó Felipe Calderón su sexenio, el señor Juan Camilo Mouriño, falleció en un raro accidente de aviación.
Ahora han arrancado, de nuevo, los que aspiran a la Presidencia. ¿Que es muy pronto para especular con estos asuntos? Ni tanto. El sexenio tiene doce semestres y ya se cumplió el primero. El tiempo, nos guste o no, no deja de avanzar.
Esta vez el PAN ha vuelto a arrancar mal. No se ven figuras de peso en ese partido quizá porque sus dirigentes no han sabido cómo ponerse de acuerdo. En el panismo lo que más llama la atención es el conflicto, y esto les pesará a sus militantes en 2018 porque, muy probablemente, no contarán con un candidato fuerte. Si siguen así, su mejor opción será aliarse al PRD, que también estará en problemas en la próxima elección presidencial.
El perredismo parece contar con dos posibles aspirantes, Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera. El problema para Ebrard es que ha vuelto a arrancar mal. No aparece, no se mueve, no debate, no está en los medios. Y, para colmo, la que considera puede ser su gran plataforma para la candidatura presidencial, la dirigencia nacional del PRD, no parece tenerla segura porque no ha coincidido, en el tema del Pacto por México, con la burocracia que domina a ese partido, la de los chuchos.
Mancera, mucho más fuerte que Ebrard, tampoco ha arrancado bien. Líos le han sobrado y, por su mal equipo de comunicación, hasta problemas muy menores, como los perros de Iztapalapa, se han convertido en crisis para su gobierno. Mancera ya no tendrá una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión; nadie la tiene, como bien enseña el dicho inglés. Le va a costar mucho trabajo recuperar lo perdido en la mala salida.
Si Ebrard y Mancera no cuajan, el PRD se asociará con el PAN llevando a alguno de ellos como candidato (panistas con popularidad, insisto, no hay ninguno), buscando así que la suma de electores de derecha e izquierda lo haga competitivo, o bien aceptará su realidad y recurrirá, otra vez, a Andrés Manuel López Obrador, quien por tercera ocasión consecutiva ha arrancado muy bien su carrera presidencial. Lo hizo en 2000 como jefe de gobierno, en 2006 como presidente legítimo y lo hace ahora con la construcción de su propio partido político, MORENA. Es impresionante la habilidad política de Andrés Manuel. Sin recursos económicos de ningún tipo ha vuelto a ganar en el arranque al izquierdista que controla el enorme presupuesto del gobierno del Distrito Federal.
¿Y en el PRI?  Enrique Peña Nieto y los suyos aprovecharon la única oportunidad que tenían, como gobierno federal, de causar una buena primera impresión. Con el Pacto por México y las reformas estructurales convencieron a la opinión pública nacional y global de que viene una era de prosperidad para México. Todos los grandes diarios del mundo han elogiado a Peña Nieto y, sobre todo, al que se considera el artífice de las reformas, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
No es Videgaray el único bien evaluado en el gabinete. También han tenido vigorosos arranques el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, que ha podido mantener al PAN y al PRD en el Pacto; el secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade, que se la ha llevado de éxito en éxito en las giras internacionales de Peña Nieto y en las reuniones con gobernantes importantes en México, y el procurador Jesús Murillo Karam, que puso en orden a la temible Elba Esther Gordillo y que ahora parece ser el único capaz de castigar la corrupción, priista por cierto, en Tabasco.
No digo que Mancera esté ya derrotado, de ninguna manera. Pero ha dejado ir la única oportunidad que tenía para causar una primera buena impresión.

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