domingo, 23 de junio de 2013

EPN, emparedado ente Cárdenas y AMLO

HÉCTOR PALACIO@NietzscheAristodom 23 jun 2013 08:51
  
EPN está entre la ideología de AMLO y la del ingeniero Cárdenas
Esta columna se tituló originalmente, “Lo que Cárdenas hizo en 1938; lo que Peña quiere en 2013; la posición de AMLO”, pretendiendo explicar lo que expresa.
A. Tras un recurrente accionar de las compañías trasnacionales en contra de los intereses de la nación, tras un conflicto específico entre las empresas y los trabajadores mexicanos, Lázaro Cárdenas decide en 1938, respaldado por la sociedad, expropiar la concesión del petróleo y regresarlo al control nacional al tiempo que desbarata el argumento de que sin ellas no habría capacidad local para propiamente realizar la explotación del recurso.
Cárdenas argumenta:
“Se ha dicho hasta el cansancio que la industria petrolera ha traído al país cuantiosos capitales para su fomento y desarrollo.
“Esta afirmación es exagerada. Las compañías petroleras han gozado durante muchos años, los más de su existencia, de grandes privilegios para su desarrollo y expansión; de franquicias aduanales; de exenciones fiscales y de prerrogativas innumerables, y cuyos factores de privilegio, unidos a la prodigiosa potencialidad de los mantos petrolíferos que la nación les concesionó, muchas veces contra su voluntad y contra el derecho público, significan casi la totalidad del verdadero capital de que se habla.
“Riqueza potencial de la nación; trabajo nativo pagado con exiguos salarios; exención de impuestos; privilegios económicos y tolerancia gubernamental, son los factores del auge de la industria del petróleo en México….
“Abuso de una tolerancia que se creó al amparo de la ignorancia, de la prevaricación y de la debilidad de los dirigentes del país…” (Discurso de Lázaro Cárdenas con motivo de la Expropiación Petrolera; Palacio Nacional, 18 de marzo de 1938).
Y así, por medio de la Ley de Expropiación y el resguardo de la Constitución, el recurso petrolero pasó a control de la nación para beneficio de los mexicanos durante décadas pese a los ya multicitados problemas de corrupción política y sindical.
B. En 2013, escudado en el “Pacto por México”, y desde Londres, Peña Nieto ha ido tras el Financial Times para declarar lo que ha ocultado en México. Que para dar certidumbre a potenciales inversionistas que compartirían la ganancia sobre el recurso nacional número uno, la “reforma energética” pretendida será constitucional, es decir, significará una modificación del Artículo 27.
Que como no hay recursos nacionales para “modernizar” Pemex, se requiere de la intervención de capital extranjero que comparta el riesgo de la extracción petrolera para así escalar la producción mayor posible que “detone” el crecimiento económico de México.
Destapada la cloaca, y recibida la información en México, a Peña se le vino una avalancha de datos y críticas que contravienen sus planteamientos y propósitos:
1. Se le demandó duramente por hablar en el exterior lo que calla en México. Por ofrecer “garantías” de un recurso que es propiedad de la nación sin consultar a nadie más que, de acuerdo a su declaración, a los integrantes del “Pacto por México”. Por plantear la modificación del Artículo 27 Constitucional.
2. Enfrascados en una lucha de dinero y corrupción que cada cual quiere ganar, calderonistas y gusmaderistas (Julio Hernández dixit) del PAN, no han negado a Peña, por el contrario, le han ofrecido la propia garantía de sus votos a la iniciativa de reforma que presente. Jesús Zambrano y Los Chuchos del PRD sí lo han negado, han dicho que nada de reformas fiscal o energética se ha discutido en el pacto. ¿A quién creer, a Peña o a Los Chuchos?
3. Que Peña argumenta lo que las compañías en 1938, que no hay los recursos ni la capacidad tecnológica para la extracción del petróleo en México. Argumento falaz, pues ya se demostró históricamente que sí ha habido los recursos (los mismos que genera o que potencialmente representa la riqueza petrolera), y la capacidad tecnológica.
4. Y es falaz porque, de acuerdo a datos oficiales y diversos especialistas, existen en México reservas por 173 mil millones de dólares, que bien pudieran emplearse en lo requerido para comprar tecnología, crear refinerías, etc.
5. Argumento falaz porque no es que Pemex esté en bancarrota, sino que se halla sobreexplotado por los propios gobiernos. No se hable de corrupción, simplemente de datos. De acuerdo a especialistas, 67.4% del dinero de la empresa va a dar a la secretaría de hacienda. Cito a Julio Hernández quien a su vez cita al doctor en economía del petróleo por la Universidad de París III, consejero de Pemex ratificado por el senado de la república hasta 2018, Ruíz Alarcón: ‘‘’A través del cobro de impuestos, derechos y aprovechamientos a Pemex, la Secretaría de Hacienda se apropió en 2012 de 107 litros por cada barril (de 159 litros) vendido’. En los 12 años recientes, por esos mismos rubros, Pemex entregó a Hacienda ‘’más de 7 billones de pesos’.
“La carga fiscal sobre ventas e ingresos totales en 2012 fue de 11 por ciento en Ecopetrol, de Colombia; de 19 en Statoil, de Noruega; 39.9 en PDVSA, de Venezuela, y de 67.4 por ciento en Pemex. El año pasado, por cada uno de los 2.55 millones de barriles diarios que produjo la empresa mexicana, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público se quedó con ‘casi 70 dólares por barril’, según se asienta en el estudio ‘Petróleos Mexicanos: evolución y perspectivas’, que elaboró el citado consejero Ruiz Alarcón (http://bit.ly/14lQxnc ).
“Tanta carga fiscal sobre Pemex contrasta con la laxitud respecto de empresas que obtienen enormes ganancias en México. América Móvil, la firma de telecomunicaciones cuyo principal accionista es Carlos Slim, paga respecto a ventas o ingresos totales 6 por ciento a Hacienda. Fomento Económico Mexicano (Femsa), el embotellador independiente más grande de Coca-Cola en el mundo (además de las tiendas Oxxo y una participación en Heineken), paga 3.3, Y Walmart de México nada más 2.3 por ciento. Contra –recuérdese el dato– 67.4 por ciento de Pemex.” (La Jornada, 21-06-13)
De esta manera tan gravosa, ¿qué organismo aguanta? Y Pemex es de tal generosidad que ha soportado; cuestión es de cortar de manera importante ese abuso y permitir que se reinvierta en su “modernización”.
6. Hablando del término “modernización”, Alfredo Jalife ha planteado la aclaración del mismo -que significa “estar a la moda de algo”, en el presente, al corriente-, sostiene que la moda actual mundial en relación al petróleo es justamente lo contrario al objetivo de Peña; “lo fashion”, es la re-estatización del recurso estratégico.
7. De acuerdo a las evidencias y a los críticos, lo que Peña estaría intentando es una reversión del logro alcanzado por los mexicanos en 1938. No sólo porque niega la capacidad interna, mismo argumento de las empresas entonces, sino porque regresaría de cierta manera, a través del “contrato de riesgo” y en el porcentaje acordado, la propiedad sobre el recurso a las compañías expulsadas no sin dificultad en aquel acontecimiento histórico crucial para México.
8. El contrato de riesgo, por otra parte, no conlleva ningún riesgo en absoluto, todo lo contrario, lleva todas las de ganar para las compañías. Porque a través de una agencia nacional de petróleo que se pretende crear, del producto extraído se le daría en efectivo el porcentaje de ganancia acordado a la empresa  trasnacional (¿30, 40%?), más el costo de la inversión en el trabajo realizado. Y si no hay ganancia sobre la materia prima (lo cual es dudoso), pues no hay pierde para la compañía, ya que también hay ganancia, pues se le ha pagado generosamente sus servicios. Negocio redondo.
C. En este contexto, la figura de AMLO como máximo opositor al régimen, no sólo de Peña, sino al que se prolonga desde hace más de 30 años, tiene en el petróleo y desde siempre, una de sus principales intereses y banderas de lucha. López Obrador ratifica el alcance histórico de 1938 y el potencial de riqueza del petróleo mexicano.
López Obrador ha hecho asimismo suya, básicamente, la crítica expuesta en los puntos anteriores y plantea la posibilidad incluso del movimiento social, mayor aún que en 2008, cuando se opusiera a la intención privatizadora de Felipe Calderón. 
Ahora ha dicho que de realizarse la privatización, se atentará contra la estabilidad política y la paz social, que Peña no puede ofrecer el petróleo como si fuese una mercancía. Se infiere, naturalmente, como si fuese una mercancía cualquiera, una cháchara china, como dijera algún tuitero, por la trascendencia que ha tenido y tiene para la nación.
Sin embargo, la crítica, la disidencia, la defensa del petróleo, no son exclusivas de López Obrador, surgen ya otras voces listas a encarar la afrenta que se proyecta realizar, así como la de especialistas dispuestos a aportar su conocimiento e inteligencia.
Afrenta, porque por lo aquí argumentado, el objetivo peñista se quiere concretar con engaños, sin realizar una consulta, un referéndum, sin un diagnóstico honesto de la condición de Pemex y la capacidad mexicana para “modernizar” la industria.
Enrique Peña Nieto, con su ilógica propuesta de reversión histórica, está hecho un emparedado, un sándwich, entre Lázaro Cárdenas del Río y Andrés Manuel López Obrador y los mexicanos que le apoyan. ¿Cómo va a justificar lo injustificable, lo antinatural, lo ilógico, lo a todas luces irracional? 

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