Pemex. Monero Calderón se burla de Ebrard; solo AMLO con tamaños para debatir con EPN
(Imagen tomada de Reforma.com)
Francisco José Calderón Lelo de Larrea, monero del Grupo Reforma, “va en sentido contrario al de la mayoría de los caricaturistas mexicanos, identificados con la izquierda”, dice Wikipedia.
Quizá por esa razón la revista Líderes mexicanos lo considera el caricaturista más relevante de México. No lo es. Creo que ese título debe ser de Rius o El Fisgón, inclusive de Helguera o Hernández.
Pero, de cualquier forma, Paco Calderón es un excelente monero, de los mejores que hay en México. Por esa razón, afirma la propia Wikipedia, Chespirito (Roberto Gómez Bolaños) dijo que si tuviera que llevarse un libro a una isla desierta, elegiría alguno del monero Calderón.
El pensamiento de Paco Calderón es neoliberal, no hay duda. Así, Andrés Manuel López Obrador, en un programa de televisión, lo calificó como el monero de la derecha. Calderón se molestó y respondió con un cartón, en el que afirmaba que los moneros de izquierda nunca critican a AMLO, lo que es falso. No ha visto lo que publican Hernández y Helguera en La Jornada y Proceso.
(Imagen tomada de internet)
Ahora el monero Calderón ha decidido burlarse de los deseos de Marcelo Ebrard de debatir con Enrique Peña Nieto acerca de la reforma energética, como se ve en el cartón publicado al principio de esta columna.
Es justa y correcta la crítica del monero neoliberal o de derecha al “izquierdista” Ebrard, ya que este no tiene los tamaños políticos para debatir con el presidente de México. Además de que Peña Nieto tiene demasiado trabajo como para distraerse haciendo caso a una necedad del señor Ebrard, que solo busca que se hable de él.
Lo ha conseguido don Marcelo, se habla de él ahora mismo. La mayoría de quienes lo mencionan en estos días sugiere que Ebrard está haciendo el ridículo. Es lo que yo pienso, naturalmente. Pero a Ebrard eso parece no importarle y quizá hasta le agrada. Qué bueno, que disfrute con su nueva imagen.
¿Nueva imagen? Así es. Ebrard ya era considerado:
1.- Un tipo mamila, lo que se le nota en el estilo de hablar.
2.- Un niño fresa, ya que viste como modelo y es de los que no se arreglan antes de salir, sino que se decoran a sí mismos, en el estilo de Manlio Fabio Beltrones, el campeón en este arte.
3.- Un político oportunista, pues del PRI salinista en el que estuvo seis años como figura de primer nivel se pasó a las filas de la izquierda, moderada primero y ahora radical, lo que habla de la “solidez” de sus principios.
¿Debate Ebrard-Peña? Es imposible, no juegan en la misma liga.
Muy bien, si Ebrard no tiene méritos para debatir con Peña Nieto, ¿valdría la pena que Luis Videgaray fuera su rival en un encuentro dialectico? En el tema de la reforma energética obviamente sería como el juego España –Tahití. Si Videgaray, economista competente, lanzara a su alineación titular, es decir, a él mismo, aplastaría mucho muy feamente a Ebrard, que en temas económicos es bastante ignorante. Y si Videgaray enviara a un suplente, por decir algo, a un subsecretario, pues Ebrard, como Tahití, solo perdería muy feamente, nada más diez a cero.
Ebrard tiene una equivocada imagen de sí mismo. Es un “intelectual” muy limitado. Quizá es buen político, sobre todo por intrigante, pero como economista es un desastre. Además, no es el personaje principal en la izquierda mexicana. Este honor corresponde a Andrés Manuel López Obrador. Vamos, Ebrard ni siquiera es la segunda figura en importancia en la izquierda, ya que este privilegio es de Miguel Ángel Mancera.
Mancera no se atrevería a pedir un debate con Peña Nieto ni con nadie del gabinete; el actual jefe de gobierno del DF posee una virtud que Ebrard no conoce, la de la prudencia. Mancera entiende su lugar en el sistema político mexicano y espera a que lleguen sus tiempos para aspirar a más.
Andrés Manuel sí tiene tamaños políticos para debatir con Peña Nieto. De hecho, ellos ya debatieron en la campaña electoral. Lo hicieron muy bien los dos.
En lo personal, me encantaría ahora mismo otro debate entre AMLO y EPN. Pero creo que no se va a dar. Si no por otra cosa, porque como el propio Andrés Manuel confesó, se le invitó a participar en el Pacto por México, y el tabasqueño decidió no aceptar.
Si Andrés Manuel estuviera en el Pacto, tendría la oportunidad de expresarse ahí frente a los otros dirigentes políticos, los del PRI, los del PAN, los del PRD, pero sobre todo frente al gabinete de Peña Nieto y frente al propio Peña Nieto.
¿La “izquierda” que está en el Pacto debatirá con Peña Nieto y su gabinete el tema de la reforma petrolera? Aceptemos la realidad, si a Ebrard nadie lo toma en serio, a los chuchos del PRD menos.
Pero habrá debate. Y muy fuerte. En los medios, en las plazas públicas, en las universidades, en los foros empresariales. Todos los mexicanos participaremos porque todos tenemos algo que decir acerca del petróleo, la electricidad, etcétera.
Doy a conocer mi posición: estoy a favor de la reforma energética porque creo que este sector de la economía no puede seguir en el atraso. Se necesita modernizarlo con la inyección de capitales privados. No se ha hablado de vender Pemex a nadie ni eso se dará. Pero hay mucho dinero en el mundo que Pemex puede aprovechar para pagar las inversiones, enormes, que le hacen falta. Para lograrlo se requieren reformas legales.
Entiendo que sobren personas, que ven al petróleo no como una simple mercancía, sino como una divinidad tan sagrada como la Virgen de Guadalupe, a las que molesta el proyecto de reforma energética. Van a protestar, y qué bueno que lo hagan.
La izquierda que está contra la reforma mucho bien le hará a México oponiéndose en los medios y hasta en las calles, si lo hace, como lo hará (al menos el grupo, Morena, que controla el pacifista López Obrador), sin violencia.
Ojalá, por el bien de la izquierda, ya no solo sean los oportunistas, como Marcelo Ebrard y Manuel Bartlett, que en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari apoyaron tantas privatizaciones, los que den la cara por toda la gente que comparte tal ideología.
Hay personas de enorme talento y autoridad moral en la izquierda –políticos como López Obrador, intelectuales como Lorenzo Meyer–, que pueden y deben dar la cara en un debate fundamental para México.
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