martes, 29 de abril de 2014

El control ciudadano de la comunicación
Víctor M. Toledo
C
onocimiento es poder. Y el poder del conocimiento depende de quien controla la información. Desde hace unos 5 mil años, la historia ha sido fundamentalmente una historia de ciudadanos dominados y explotados por el poder político y/o económico. Hoy, que existe una complicidad cada vez más evidente entre el Estado y el capital, esa situación aparece a los ojos de todo aquel que logra entender a profundidad cómo funciona la realidad. El mundo es entonces una permanente tensión y batalla entre esos tres poderes: el político (Estado y partidos), el económico (capital, mercados, empresas, corporaciones) y el social (los ciudadanos y sus organizaciones). Y quizás como nunca esos poderes dependen de otro más que es difuso, sutil, inasible pero no por ello menos efectivo: el de la información. Se trata en realidad de un metapoder en permanente disputa, integrado por los medios masivos de comunicación (radio, tv, prensa, etcétera), la propaganda mercantil y política, las doctrinas impulsadas desde las iglesias y los credos religiosos, etcétera. El metapoder de la información puede ser conocimiento, creencia, ideología, estética, didáctica, publicidad, opinión, propaganda o simplemente invitación a consumir. Puede ser información explícita o implícita, abierta o subliminal. Y esta información se genera desde instituciones científicas, religiosas, mercantiles, académicas, partidarias, que aparecen ante el ciudadano común como neutras e imparciales.
En un mundo en que las nuevas tecnologías de la comunicación se han desarrollado a niveles inimaginables, el dominio de este metapoder informático resulta decisivo. Como sucede con la riqueza económica y con el erario, la información también se encuentra monopolizada por una minoría. No sólo se trata de orientar el voto ciudadano, sino de mantener a los individuos subyugados en un estado de ignorancia, indiferencia, indefensión o temor, que les haga imposible identificar a las fuerzas que los explotan y dominan. El metapoder de la información tiene entonces el objetivo supremo de mantener adormecidas las conciencias de los seres humanos, mediante noticias sesgadas, actos de fe, ocultamiento de información, maquillajes de la realidad, promesas políticas, satisfactores diversos, ofertas de eternidad y/o festines de consumo. Anestesiar a los ciudadanos es el objetivo central de la información que los monopolios emiten y difunden.
Como parte del mundo globalizado, donde la información fluye como nunca, México está obligado a alcanzar una plena democracia informática, con leyes que garanticen a los ciudadanos el control de al menos un tercio de los canales de televisión, la radio, la producción y transmisión cinematográfica, los periódicos y revistas (sean en papel o digitales) y otros medios de difusión y comunicación. Si las leyes mexicanas indican que el agua debe ser manejada por comités ciudadanos de cuenca, si la tecnología se hace cada vez más accesible a los individuos o a las familias, si la planificación y el presupuesto debe ser participativo, es decir, consensuado entre la ciudadanía, no se ve por qué los medios de comunicación no deberían estar descentralizados y en manos de cientos o miles de cooperativas, clubes, sindicatos, municipios, co­munidades, redes, universidades, tecnológicos, barrios, asociaciones, etcétera. No sólo cada región debe tener sus propias radiodifusoras, sino cada institución educativa o cada centro social, lo mismo que debe haber televisoras para audiencias homosexuales, de divulgación científica o en defensa de los animales, y periódicos de escala municipal, regional o urbana. Como el agua, el aire, la energía y los paisajes, la información debe ser un bien común de libre acceso y producida por quienes lo deseen. Los receptores irán decidiendo quiénes son más o menos aceptados.
Los hechos ocurridos en las semanas recientes, como los reportajes que pusieron al descubierto los nuevos fraudes empresariales y bursátiles, la red de servicios sexuales de Prostitución Restringida a Influyentes (PRI), la complicidad de los gobernantes michoacanos con el crimen organizado (templarios) y otros, explican la autoritaria decisión de promulgar leyes secundarias que perpetúan el monopolio de los medios de comunicación. Frente a ello, las reacciones han sido formidables: la cadena humana que metafóricamente develó la conexión Los Pinos-Televisa, la realización en la ciudad de México del Festival Latinoamericano de Software Libre y las diversas protestas contra el intento de restringir el libre uso de Internet son expresiones auténticas de autodefensa civil.
La web y las redes sociales, junto con las radios y televisoras gestionadas de manera colectiva y abierta, contribuyen a incrementar el poder social y buscan atenuar los impactos de la información proveniente de los otros dos poderes. Hoy la tecnología permite ya la operación de fuentes de información que son descentralizadas, domésticas y de pequeña escala, pero con una amplia difusión. Invitamos a los lectores a conocer una docena de revistas o sitios en Internet (ver lista*) que garantizan libertad, veracidad y pluralidad en México.
En suma, las batallas ciudadanas deben buscar la recuperación, control y gestión de los medios de información y el uso libre de aquellos medios que, como la web, son un espacio horizontal y abierto para el intercambio de opiniones, conocimientos e ideas. Una verdadera sociedad democrática será aquella donde la información y el conocimiento sean múltiples, libres y plurales, o no será.

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