viernes, 25 de abril de 2014

Premio Cervantes
En México hay más espíritu contestatario; lo demuestra la existencia de La Jornada, dice
Los lectores de Poniatowska la celebran en Alcalá y Madrid
Dialogó con estudiantes y profesores
La escritora representa uno de los galardones de más amplio espectro, pues posee tantas vidas y voces que es difícil hacer una síntesis de esa enorme diversidad, define Fernando Galván, rector de la Universidad de Alcalá de Henares
Armando G. Tejeda
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 25 de abril de 2014, p. 3
Alcalá de Henares, 24 de abril.
Un día después de una de las jornadas más intensas de su vida, la recepción del Premio Cervantes de Literatura 2013, la escritora y periodista Elena Poniatowska continuó con su periplo por España.
Primero se reunió con jóvenes universitarios y después con lectores anónimos, pero siempre rodeada de personas que la abrazan con cariño y emoción como si ella fuera de su familia, y con la admiración de ver y escuchar a la cuarta mujer en ser reconocida con el máximo galardón de las letras en lengua española y a una de las voces más comprometidas.
Empecé a decir el otro lado de la verdad sin darme cuenta, señaló con su habitual sencillez, tras también hacer un prolijo repaso por los temas que le han llevado a sublevarse con su pluma –o su vieja Olivetti, regalo de su padre o su computadora portátil.
La colaboradora de La Jornadaaprovechó un encuentro con estudiantes y catedráticos en la Universidad de Alcalá de Henares y otro con escritores y lectores en el Instituto Cervantes de Madrid para hablar de todo un poco; de su niñez, sorprendida ante los nuevos sonidos, sus visitas a la cárcel para ver a Álvaro Mutis, la brutal matanza de estudiantes en la plaza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, la discriminación de la mujer en México, la creación y la soledad y hasta de su profundo desencanto por la actividad política.
Mexicana universal
Elena Poniatowska, autora de 47 libros y a la que le han concedido 11 doctoradoshonoris causa, es la quinta figura literaria mexicana en ser reconocida con el premio Cervantes –después de Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol y José Emilio Pacheco–, por eso indicó que su felicidad es inmensa. Estoy muy emocionada, muy agradecida. Camino por las calles y la gente me abraza, me saluda. Ha sido muy bonito. Yo no esperaba nada, así que es inédito esto que me ha sucedido y me llena de alegría. Fue una jornada muy intensa y muy bonita, explicó.
En el salón de actos del Colegio de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá de Henares, la escritora se reunió con un centenar de estudiantes, en un acto que fue presentado por el rector, Fernando Galván, quien elogió su figura y su obra. Hay tantas vidas y tantas voces en la obra y en la vida de Elena Poniatowska, que es muy difícil resumir o hacer una síntesis de esa enorme diversidad. Pero creo sinceramente que este es uno de los premios Cervantes de más amplio espectro. Es una escritora que ha recorrido en su vida y en su escritura prácticamente todos los rincones y resquicios de la experiencia; desde las alturas del arte sublime hasta los abismos sicológicos más profundos y pasando por las realidades más cotidianas y los acontecimientos más cercanos. Es una escritora profundamente mexicana, con ese lenguaje aprendido en la calle, y a la vez es una escritora universal que apela a los grandes temas de la literatura de todos los tiempos y que revela sin alardes ni presunciones un amplísimo conocimiento de familiaridad con obras y autores de otras lenguas y otros territorios, dijo la máxima autoridad del recinto universitario.
Y al ser tan amplio su espectro, Poniatowska respondía a preguntas concretas de los académicos y los estudiantes. Como cuando explicó sus nuevos proyectos literarios, que son dos; uno sobre la historia de su familia, los Poniatowski, que arranca desde una carta de amor escrita a Catalina la Grande; y, el segundo, sobre Lupe Marín tras descubrir –según explicó– que era una mujer mala, una mala madre y que como personaje resultaba muy atractivo.
Precisamente el personaje de Lupe Marín, quien fue esposa del pintor Diego Rivera –con quien procreó dos hijos– le servirá a Poniatowska para revivir una época de un México que ya no hemos vuelto a conocer. Porque ahora nuestro México es inferior a su pasado en lo que se refiere a arte, quizá no a pensamiento, pero sí a lo que podríamos dar al resto del mundo.
Brutalidad de un régimen
Poniatowska también recordó, a pregunta de una universitaria, la matanza de Tlatelolco que, a su juicio, demostró la brutalidad de un régimen que fue capaz de asesinar a miles de jóvenes. “Este movimiento fue un parteaguas en la vida de México, porque en general en mi país los ciudadanos somos muy respetuosos con el poder. Pero a partir de ese movimiento estudiantil hay más espíritu contestatario y hay más posibilidades de crítica, como se demuestra en la existencia del periódico La Jornada”.
Tras esta reflexión sobre el devenir de los movimientos sociales y estudiantiles, Poniatowska analizó la situación de la prensa en su patria: “En México hay mucho analfabetismo. Los periódicos no tienen grandes tiradas. Hay muchos periódicos y eso no es una buena noticia. Que haya tantas revistas y periódicos creo que es una señal de subdesarrollo porque a veces todos estos medios son un negocio más para defender los intereses del dueño del periódico, como sucedió con el diario Novedades y con sus dueños, la familia O’Farril. Se ve al periódico o a la revista como un negocio más y a veces ni siquiera como un negocio sino como un instrumento para que el dueño defienda sus intereses. Aunque ahora ya hay periódicos que son cooperativas y que pertenecen a los periodistas que forman parte del periódico”.
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Elena Poniatowska, colaboradora de La Jornada, en la Universidad de Alcalá de Henares, donde el miércoles recibió el máximo galardón literario en lengua españolaFoto Reuters
Una reflexión que continuó en el Instituto Cervantes, en su conversación con el escritor de origen catalán Jordi Soler, al recordar algunas de sus primeras experiencias en el periodismo, en una época en la que los periodistas iban a las redacciones con pistola y en la que las mujeres tenían los espacios cerrados.
“Lo mío –explicó Elena Poniatowska– todo surge a partir del periodismo. Empecé a hacer entrevistas acerca de un país que no conocía y como había muy pocas mujeres periodistas tuve la gran suerte de poder entrevistar a Luis Buñuel, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, María Félix, Dolores del Río (...) Y a partir de preguntas babosas tenía un acercamiento un poco impertinente e infantil con el personaje. Como le ocurrió a mi nieta Carmen, cuando ayer le preguntó al rey Juan Carlos, que dónde está tu corona y él le respondió: ‘La traigo doblada en el bolsillo’.
Ese tipo de preguntas te llevan a un acercamiento impertinente e infantil y no se hacían en México, porque había un enorme formalismo. Yo empecé a decir el otro lado de la verdad pero sin darme cuenta de lo que hacía.
Al respecto, recordó la soledad de la creación, de la que también han reflexionado algunas de las figuras que ha entrevistado o estudiado. San Agustín dijo que para crear era muy importante hacer el amor muy poquito o no tener grandes relaciones amorosas. Lo cual fue muy benéfico para Sor Juana Inés de la Cruz, que fue una extraordinaria creadora. En cuanto a mí se los dejo como una pregunta sin respuesta...
Voz contra el racismo
Elena Poniatowska también levantó la voz ante el racismo que persiste en México y que hace que la gente morena tenga mucho menos oportunidades por el mero hecho de su color de piel.
Expresó su profunda desconfianza en la política. Para mí ese mundo es un misterio, lo desconozco y además a los políticos yo les caigo de la patada porque llego y desde un principio les digo la verdad, que usted es bien ladrón.
Aunque reconoció que en la figura de Andrés Manuel Lopez Obrador ve algo diferente. Se enfermó, le dio un ataque al corazón y al día siguiente salió a las calles porque es la gente la que lo alimenta, la gente va naturalmente hacia él y no para pedirle o para ver qué le saca sino porque de veras hay una especie de acción amorosa que yo no he visto con otros políticos. Otros políticos reparten gorras, camisetas, un montonal de regalos... Pero de veras hay una acción. Yo no sé si sería un buen presidente, ni siquiera sé si sería un buen político, pero cuando lo oigo o lo veo creo que lo que él dice es verdad.
En el coloquio universitario también participaron las académicas Rosario Alonso, Sara Poot-Herrera y Raquel Serur, esta última de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien señaló: Si Don Quijote transfigura la realidad del mundo y de las cosas, Elena Poniatowska, con una mirada quijotesca, consigna la realidad de un México al que nunca ha dejado de ver con asombro. Detrás de la mirada de Elena hay la necesidad de dar voz a aquellos que por su pobreza, como Jesusa Palancares, o que por razones políticas, como los estudiantes en 1968, son silenciados en México y a quienes Elena tiene la necesidad de rescatar y devolverles la voz. Aunque sea parcialmente. Devolverles su dignidad y darles la voz en su literatura.
El acto vespertino, en el Instituto Cervantes, hizo una breve intervención el ex rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente, quien también elogió con vehemencia las virtudes de Elena Poniatowska. “La nobleza de Elena surge porque ella se ha ocupado de darle voz a quienes no la tienen, porque ella ha reivindicado como muy pocos en Iberoamérica a todas esas mujeres, niñas y no tan niñas que han sido víctimas de la injusticia.
Ella ha estado siempre del lado de los marginados y de las desigualdades, pero no en la retórica, en cada una de las palabras que ha escrito, en cada una de las entrevistas que ha hecho, en cada una de las declaraciones que ha pronunciado.

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