martes, 1 de abril de 2014

Si vive, AMLO estará listo para el 2018

@NietzscheAristomar 1 abr 2014 01:06
  
 
Desde la relatividad que entrañan las posturas ideológicas y programáticas, no existe en México ningún político, líder o movimiento más a la izquierda de las tendencias políticas formales del país que López Obrador y el Movimiento de Regeneración Nacional. Hasta parece perogrullada.
Pero no sólo es la postura dentro o frente al sistema, es la trayectoria, los millones de votos obtenidos y el fraude en su contra lo que le otorga peso y sentido. Por ello resulta de importancia escuchar su voz en relación a prácticamente cualquier tema del país. Sobre todo, en un asunto fundamental del presente, el petróleo, los energéticos, el rumbo del país en relación a dicha materia y cómo esto afectará a todo el sistema.
Pero, ¿qué dice López Obrador? Básicamente, algo que ya sabemos. Que se vive en México en la simulación. Y desde esa simulación institucional se arregla el país.
Por citar un ejemplo reciente, algunos senadores del PRD solicitaron en diciembre pasado la intervención de la SCJN para que calificara “’…la constitucionalidad de materias de la consulta popular sobre la modificación a los artículos 27 y 28 constitucionales, en materia energética, misma que fue solicitada en términos de lo establecido por la Carta Magna, ante el Congreso de la Unión’, y acompañaron la petición con un millón 772 mil 242 firmas.” (El Universal, 28-0314).
Anticipándose al fallo de la Corte, López Obrador dijo que ya los ministros habían acordado rechazar la posibilidad de una consulta popular y que la cúpula de los tres partidos principales tenía conocimiento y consentimiento de ello:
“Voy a pedir a los ministros de la Corte con toda claridad de que definan ya, para qué van a esperar. Tengo la información que están todos de acuerdo, nada más para simular que se va a seguir el procedimiento, y al final los ministros de la Corte van a resolver, porque se pusieron de acuerdo de que no procede la consulta, cuando se trata de reformas a la Constitución; entonces es una jugarreta de los dirigentes de los tres partidos y de los legisladores del PRI, PAN y PRD con los ministros de la Corte” (Excélsior, 27-0314).
Al día siguiente, los ministros le concedieron la razón a López Obrador; rechazaron por improcedente la petición de los senadores (y es que se cocinan ya aceleradamente los contratos con las trasnacionales que acabarán con Pemex).
La denuncia de la simulación será la tónica de aquí a 2015, cuando Morena, compitiendo contra un PRD que ha validado casi todo lo que le ha presentado Peña Nieto a través del supuestamente moribundo Pacto por México (y aunque haya formalmente votado contra la llamada reforma energética, el hecho de validar el resto de las políticas peñistas desde ese pacto, lo compromete igualmente), pretenda alcanzar su registro y hacia 2018, cuando López Obrador sea probablemente el candidato más sólido de la izquierda. La tónica de la crítica al sistema desde una alternativa propositiva para el país.
Y así lo ha hecho saber AMLO durante su visita a Los Ángeles, California, “Si llego con vida y la gente lo pide, yo voy de nuevo al 18, vamos otra vez porque tenemos que lograr la transformación de México” (La Jornada, 31-03-14).
Y como siempre, López Obrador ha inquietado al público. Sobre todo a sus detractores. A quienes a pesar de que han hecho carrera a costillas del líder de la izquierda, nada les molesta más que escuchar, “No nos vamos a retirar, no nos vamos a jubilar, y esperamos que estemos bien de salud”.
Y es la realidad la que hasta este momento lo ubica no sólo como el candidato natural de la izquierda, sino como el más coherente, experimentado y sólido; y con un proyecto alternativo. Siempre y cuando, como dice, llegue con vida y bien al 2018. Lo cual no es una imposibilidad; para usufructo y daño del hígado de no pocos medios y columnistas.  

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