lunes, 24 de noviembre de 2014

#Ayotzinapa, siniestro símbolo del sistema fallido; Mujica lo cree; @FedericoArreola

@NietzscheAristolun 24 nov 2014 10:39
  
 
Mujica es un buen gobernante de izquierda que, también a la distancia, parece que ha amado a su pueblo.
Una nota de la revista Proceso del 23-11-14, da a conocer que José Mujica, presidente de Uruguay, dijo en una entrevista concedida a Foreing Affais que, a lo lejos, México da la impresión de ser un estado fallido con poderes públicos totalmente perdidos de control.
“La corrupción se ha establecido, me da la impresión, visto a la distancia, como una tácita costumbre social. Seguramente, el corrupto no está mal visto, es un triunfador, es un señor espléndido. Por ese lado, estamos fritos”.
Sus palabras, a raíz del crimen de Ayotzinapa, del cual afirma, “Estas cosas podrían ser en el medioevo, pero no pueden ser en el mundo de hoy”.
Horas más tarde, otra nota de Proceso reporta que, en un comunicado oficial del gobierno uruguayo, Mujica se había desdicho de su previo pronunciamiento diciendo que México no es un estado fallido, sobre todo por sus cimientos históricos y sus instituciones.
Mujica es un buen gobernante de izquierda que, también a la distancia, parece que ha amado a su pueblo. Además, es un hombre congruente, consecuente, inteligente. Se entiende su cambio de consideración sobre México. Especialmente, porque, en el contexto de la corrección política (y la llamada de su embajador por parte de relaciones exteriores), tal vez haya registrado para sí que una cosa es Mujica la persona y otra es Mujica el hombre de estado que como tal debe pensar bien antes de criticar y descalificar a otros gobiernos.
Y por otra parte, está la consideración vuelta a subrayar en mi anterior columna: una cosa es el Estado y otra el Gobierno. Así, tal vez México no sea todavía un estado fallido, pero sí un gobierno fallido. O más bien, un estado con un cúmulo de gobiernos fallidos que en su consecuencia ulterior han puesto en grave riesgo al estado mexicano. Y estos gobiernos tienen en el presente una clara filiación a un sistema internacional: el neoliberalismo del capitalismo depredador.
Y en su corrección (y en el perfil conocido de su pensamiento político) lo deja ver: naciones como México “…están bombardeadas con una metodología comercial sin escrúpulos, dispuesta a todo, cuya consigna es plata o plomo, y que maneja cuantiosos recursos económicos”.
El actual estado mexicano, producto de la Revolución Mexicana y de la Constitución de 1917, continúa siendo, con todo y su degradación, básicamente legítimo. Y en su recorrido histórico ha tenido momentos de gran capacidad y legitimidad social. Sin embargo, sobre todo a partir de finales de los años 60 del siglo pasado, ha padecido de malos gobiernos y peores gobernantes.
De Díaz Ordaz a Peña Nieto, pasando por Fox y Calderón, México ha tolerado gobiernos que han ejercido el poder dando la espalda a la sociedad. Este fenómeno se traduce en la suma de los problemas del presente, cuando más propiamente que el estado, lo que falla es el sistema ejercido por los gobiernos; la gobernanza.
Hoy, el símbolo de la ignominia se llama Ayotzinapa (y Tlatlaya y…). De la Plaza de Tlatelolco a Iguala ha corrido demasiada sangre, los gobiernos han traicionado una y otra vez a los mexicanos. Existe un antes y un después de Ayotzinapa. Crimen barbárico equiparable a los horrores de la Edad Media, como ha sugerido Mujica; al nazifascismo, a las cruzadas, a las locuras de los peores momentos del Imperio Romano, agreguemos. En una era de razón no debiera suscitarse semejante crueldad. No lo puede permitir más México. No lo puede permitir más la humanidad entera.
Hoy, urge a los mexicanos recobrar la legitimidad del estado mexicano y con ello su propia legitimidad.

P.d. Concluía anoche la revisión de esta columna cuando en mi tweetdeck voló la nueva de Federico Arreola. Aparte de hacer referencia a la corrección de Mujica, hace una certera crítica al acentuado mexicano y cristiano elogio de la pobreza como supuesta fuente de felicidad errando, sin embargo, al hacer asimismo un elogio de la riqueza a secas (¿como su concepto de probable felicidad?), sin matizar; particularizando en las ganancias de la “odiada” Angélica Rivera. Esa falta de matiz consiente precisamente al hombre corrupto, sin escrúpulos, que se enriquece a cualquier precio, al que alude Mujica en la primera nota de Proceso como un modelo bien visto en México; un tipo triunfador. La carencia de matices es el problema, el absoluto que ha llevado a la sociedad mexicana al desequilibrio en el que formalmente cohabitan los pocos multimillonarios (50, dicen) y los muchos pobres (50 millones, dicen); que ha llevado a la violencia.

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