viernes, 29 de enero de 2016

México SA
Pemex, cerca del infarto
Finanzas teñidas de rojo
Videgaray: que siempre sí
Carlos Fernández-Vega
E
ntre el ministro del (d) año y el ejecutivo petrolero del ídem las finanzas de Pemex están al borde del infarto, porque los avezados funcionarios un día dicen que no, al siguiente que sí y al final que quién sabe, mientras las arcas de la ahora empresa productiva del Estado se vacían a paso veloz.
Justo dos meses atrás, el 25 de noviembre de 2015, Luis Videgaray públicamente afirmó que, a pesar del desplome de los precios del oro negro, la dependencia a su cargo no otorgaría apoyo financiero alguno a Petróleos Mexicanos, por la sencilla razón –decía– de que su presupuesto ya está aprobado y en la reforma energética se separó del control presupuestal directo de Hacienda a Pemex, lo mismo que a la CFE. Por tanto, quien toma las decisiones financieras es su propio consejo de administración. Ese fue un objetivo de la reforma: que Pemex deje de ser una dependencia burocrática y se convierta en una empresa productiva con autogestión. Eso está ocurriendo (La Jornada, Susana González). Entonces, un riguroso no. Que el corporativo se rasque como pueda, si puede.
Pero resulta que siempre sí, porque el miércoles pasado (a un año del brutal recorte presupuestal que el personaje citado practicó en Pemex) el ministro del (d) año anuncia un programa para (¡sorpresa!)… sanear las finanzas de Pemex, y entre una declaración y otra apenas medió un par de meses, por mucho que el notorio cuan vertiginoso deterioro financiero de la ahora empresa productiva del Estado acumule tres años, es decir, el tiempo transcurrido entre la presentación de la reforma energética, su aprobación por el Legislativo y su implementación, como le llaman en el gobierno federal.
Dijo el ministro del (d) año: se pondrá en marcha un programa de restructuración de Petróleos Mexicanos que incluye capitalizarla con el fin de sanear sus finanzas, modificar su régimen fiscal para que sea al mismo tiempo viable para las finanzas públicas federales, y que además le ofrezca los incentivos correctos, así como imprimirle viabilidad para competir con el resto de las empresas privadas. Tenemos la mayor de las confianzas en el consejo de administración y en los trabajadores de Pemex.
Y la decisión se basa en que la empresa productiva del Estado es una subsidiaria al 100 por ciento del gobierno federal y por lo tanto su situación financiera debe verse a la luz del respaldo del gobierno federal, como ocurre con cualquier empresa subsidiaria que tiene el respaldo de su empresa matriz o holding. El gobierno federal como accionista al 100 por ciento naturalmente no puede ser indiferente a esta situación y estamos listos para respaldarla. Aquí el problema es que el 25 de noviembre de 2015 Pemex también era una subsidiaria al 100 por ciento del gobierno federal, y el ministro la mandó a paseo.
Caben tres precisiones: a) Videgaray anuncia la modificación del régimen fiscal de Petróleos Mexicanos, es decir, el mismo que oficialmente ya fue cambiado y modernizado por la reforma energética; b) que aquello de imprimirle viabilidad para competir con el resto de las empresas privadas fue, también, motivo de la susodicha reforma aprobada por el Legislativo, en la que se subrayó que uno de los objetivos era que, como empresas productivas del Estado, era necesario que la petrolera y CFE compitan en igualdad de condiciones con los capitales nacionales y foráneos interesados en el oro negro y el sector eléctrico otrora nacional, y c) que el titular de Hacienda presuma tener la mayor de las confianzas en el consejo de administración de Pemex embona a la perfección en aquella máxima que dice elogio en boca propia es vituperio, pues el mismísimo ministro del (d) año no sólo es integrante de tal consejo, sino que es el que toma decisiones y da línea, puesto que el presidente formal de ese organismo (supuestamente) colegiado (Pedro Joaquín Coldwell) lo es de mentiritas.
Modernizadas y reformadas, con el precio petrolero en el suelo y la deuda en el cielo, las finanzas de Pemex entraron en caída libre y los principales –por no decir todos– indicadores de la empresa productiva del Estado son ostentosamente de color rojo intenso, mientras su director general, Emilio Lozoya, presume que hemos hecho la tarea (todo indica que ésta era reventar a la ex paraestatal), por mucho que devolvió al Estado una buena parte de los campos petroleros explotables asignados en la ronda cero, por no tener recursos con qué hacerlos producir. Eso sí, se muestra feliz porque México importa petróleo crudo de Estados Unidos, luego de cuatro décadas de no hacerlo. Ello sin olvidar el descenso en la producción y el incremento en la importación, entre otras gracias.
Algo más: desde finales de 2014, el ministro no ha dejado de presumir que el ingreso proveniente del oro negro está garantizado por la compra de coberturas petroleras, mecanismo mediante el cual –según dice– el erario se encuentra sereno y de buen humor. Pero en el mejor de los casos tal mecanismo sólo cubre la mitad del volumen exportado, de tal suerte que las arcas nacionales ni serenas ni mucho menos de buen humor, especialmente cuando ya es oficial (Inegi) que en 2015 la balanza petrolera registró un déficit cercano a 10 mil millones de dólares, el mayor de que se tenga registro. Lo bueno es que las coberturas garantizan el ingreso (el ministro dixit).
Sanear y capitalizar las finanzas de la empresa productiva del Estado es el objetivo oficial, y para demostrar que hay buena voluntad, el secretario de Hacienda Videgaray se informó a sí mismo (como consejero de Pemex) que “como parte de la estrategia el pasado diciembre el gobierno federal dio a la petrolera un adelanto de 50 mil millones de pesos para empujar una restructura en el plan de pensiones de los trabajadores petroleros hacia un régimen de cuentas individuales. En principio –añadió–, a través de Nacional Financiera se realiza un programa de pago a proveedores y contratistas para no dañar la liquidez de la petrolera y mucho menos de las pequeñas y medianas empresas que le proporcionan suministros. De esta manera, Nafin asume el riesgo de la cobranza sin dañar las finanzas de las empresas”.
Las rebanadas del pastel
Entonces, recorte de personal, Afore para los trabajadores que sobrevivan y pago a proveedores, pero de inversión productiva todavía ni una sola palabra, es decir, la parte estratégica para solucionar el problema de fondo, la cual debe incluir el cambio de fichas en las oficinas principales de Hacienda y Pemex… Y el dolarito a 18.63 bilimbiques.
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