Por: Redacción / Sinembargo - octubre 26 de 2013 - 0:00 De revista, México, TIEMPO REAL, Último minuto - 16 comentarios ¿El EPR con la CNTE? Las fuentes oficiales afirman que hay vínculos, lo cual marca una nueva actitud del grupo guerrillero. Fuente: Cuartoscuro Por Patrick Corcoran Ciudad de México, 26 de octubre (SinEmbargo/InsightCrime).– Fuentes del Gobierno han vinculado a una de las organizaciones guerrilleras más importantes de México con una serie de recientes protestas sociales, lo que vislumbra un cambio en el modus operandi de esta guerrilla. A principios de este mes, fuentes gubernamentales filtraron informes de que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), un sindicato de profesores de la oposición, responsable de una reciente oleada de protestas y violencia en todo México, tenía amplios vínculos con el Ejército Popular Revolucionario (EPR).
El ejemplo más concreto es el secuestro en mayo de dos hijos de un prominente hombre de negocios en Oaxaca, por el cual el gobierno arrestó a tres miembros de la CNTE (de un total de 12), mientras que afirmó la participación del EPR en el crimen. El 6 de octubre, el columnista Ricardo Alemán publicó una entrevista con Jefte Méndez Hernández, un político de Oaxaca y rival de la CNTE. Méndez Hernández afirmó que las relaciones entre los dos grupos se remontan a varios años atrás, y que financian sus operaciones en gran parte gracias a los secuestros.
Existen informes que indican vínculos similares entre el EPR y otros movimientos de protesta social, especialmente en Oaxaca. Uno de ellos es la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, conocida como APPO. La APPO encabezó una serie de protestas en Oaxaca en 2006, las cuales provocaron conflictos con las autoridades federales y condujeron a un puñado de muertes. Las protestas se dieron en respuesta a las denuncias de fraude electoral formuladas contra el entonces gobernador Ulises Ruiz, y los miembros del EPR luego afirmaron haber ayudado a organizar el movimiento. La APPO sigue desempeñando un papel importante en Oaxaca, montando manifestaciones con el apoyo de la CNTE el mes pasado.
ANÁLISIS DE INSIGHT CRIME CNTE en marcha en la Ciudad de México. Foto: Rebeca Argumedo, SinEmbargo Las alianzas del EPR con organizaciones como la APPO y la CNTE representan un cambio fundamental en su enfoque. Aunque polémicos, esos grupos están mucho más cerca de la vida pública mexicana convencional que lo que el EPR ha estado tradicionalmente. En contraste, durante los años noventa cuando el EPR comenzó con sus actividades, mataron a una docena de personas, muchas de ellas soldados del Ejército y otros funcionarios estatales. Algunos de los ataques, que estuvieron concentrados en Guerrero, Chiapas y Oaxaca, parecen haber sido operaciones militares bien coordinadas. En 1997, por ejemplo, una serie de emboscadas a los convoyes militares en un período de cuatro días dejó cinco soldados muertos y tres heridos. El momento más famoso del EPR en su historia reciente se produjo en 2007, cuando provocó explosiones en Tlaxcala, Veracruz, Querétaro y Guanajuato, dañando gasoductos propiedad de Pemex, la petrolera estatal de México. Los ataques fueron lanzados en respuesta a la supuesta detención de dos miembros de la guerrilla, los ataques no mataron a nadie pero interrumpieron el suministro de energía a miles de hogares y empresas en todo el centro de México.
Los atentados de 2007 marcaron la última operación que se ajusta al perfil de un grupo completamente insurgente, y provocaron una ola de protestas. Además de las respuestas familiares a la lógica de los ataques de izquierda contra los bienes públicos -en esencia, golpeando las tuberías sin conexión no le haría daño a nadie más que a los pobres que el EPR teóricamente busca liberar- muchos mexicanos cuestionaron además el momento en que se dieron tales espectaculares ataques.
Tuvieron lugar pocos meses después de que Osama bin Laden amenazara con atacar los activos energéticos de México, y la última de las explosiones de los oleoductos ocurrió el 10 de septiembre. Esto dio la impresión de que el EPR estaba trabajando con intereses alineados a la agenda de Al Qaeda. Desde entonces, el EPR parece haber ajustado su estrategia y sus tácticas. Al hacer causa común con la APPO y la CNTE, el EPR ha renunciado a los ataques llamativos. En cambio, ejercen su influencia a través de los movimientos de protesta, que les permiten tener un papel más consistente (aunque indirecto) en el debate nacional que el concedido por un ataque con explosivos o ataques contra la policía. Estos movimientos de protesta están en absoluta oposición a la clase política actual, a menudo se tornan violentos, y como se señaló anteriormente, se afirma que son financiados por crímenes violentos como el secuestro. No obstante, al apoyarlos, las tácticas del EPR ya no rayan con el terrorismo. Si bien esta evolución parece positiva para la seguridad pública de México, hay un inconveniente: la colaboración con el EPR parece radicalizar a los grupos antes mencionados, y los distancia de sus motivaciones originales, que a menudo gozan de un amplio apoyo entre la sociedad en general. Por ejemplo, la CNTE surgió por primera vez en oposición al control hegemónico y la corrupción rampante del sindicato de profesores dominante, el SNTE.
Se trata de un etos que muchos en México continúan compartiendo, como es el rechazo de la APPO a la elección de Ulises Ruiz y otras elecciones fraudulentas. Sin embargo, en los últimos meses, la CNTE ha crecido hasta convertirse en una de las fuerzas políticas más desestabilizadoras en México, y supuestamente está desplegando redes de secuestro para financiar su existencia.
Si bien es imposible de demostrar en esta etapa, es difícil separar su radicalización de sus crecientes vínculos con el EPR. Por otra parte, si el EPR logra integrarse a las operaciones de la CNTE, es capaz de hacer lo mismo en otros lugares, ampliando de esta manera su influencia. Y a pesar de que para México es sin duda mejor no tener que enfrentar las tácticas de guerrilla del EPR, el precio de esto puede ser movimientos sociales cada vez más radicalizados a medida que los guerrilleros ganan acceso a una base más amplia de apoyo
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/26-10-2013/793825. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
El ejemplo más concreto es el secuestro en mayo de dos hijos de un prominente hombre de negocios en Oaxaca, por el cual el gobierno arrestó a tres miembros de la CNTE (de un total de 12), mientras que afirmó la participación del EPR en el crimen. El 6 de octubre, el columnista Ricardo Alemán publicó una entrevista con Jefte Méndez Hernández, un político de Oaxaca y rival de la CNTE. Méndez Hernández afirmó que las relaciones entre los dos grupos se remontan a varios años atrás, y que financian sus operaciones en gran parte gracias a los secuestros.
Existen informes que indican vínculos similares entre el EPR y otros movimientos de protesta social, especialmente en Oaxaca. Uno de ellos es la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, conocida como APPO. La APPO encabezó una serie de protestas en Oaxaca en 2006, las cuales provocaron conflictos con las autoridades federales y condujeron a un puñado de muertes. Las protestas se dieron en respuesta a las denuncias de fraude electoral formuladas contra el entonces gobernador Ulises Ruiz, y los miembros del EPR luego afirmaron haber ayudado a organizar el movimiento. La APPO sigue desempeñando un papel importante en Oaxaca, montando manifestaciones con el apoyo de la CNTE el mes pasado.
ANÁLISIS DE INSIGHT CRIME CNTE en marcha en la Ciudad de México. Foto: Rebeca Argumedo, SinEmbargo Las alianzas del EPR con organizaciones como la APPO y la CNTE representan un cambio fundamental en su enfoque. Aunque polémicos, esos grupos están mucho más cerca de la vida pública mexicana convencional que lo que el EPR ha estado tradicionalmente. En contraste, durante los años noventa cuando el EPR comenzó con sus actividades, mataron a una docena de personas, muchas de ellas soldados del Ejército y otros funcionarios estatales. Algunos de los ataques, que estuvieron concentrados en Guerrero, Chiapas y Oaxaca, parecen haber sido operaciones militares bien coordinadas. En 1997, por ejemplo, una serie de emboscadas a los convoyes militares en un período de cuatro días dejó cinco soldados muertos y tres heridos. El momento más famoso del EPR en su historia reciente se produjo en 2007, cuando provocó explosiones en Tlaxcala, Veracruz, Querétaro y Guanajuato, dañando gasoductos propiedad de Pemex, la petrolera estatal de México. Los ataques fueron lanzados en respuesta a la supuesta detención de dos miembros de la guerrilla, los ataques no mataron a nadie pero interrumpieron el suministro de energía a miles de hogares y empresas en todo el centro de México.
Los atentados de 2007 marcaron la última operación que se ajusta al perfil de un grupo completamente insurgente, y provocaron una ola de protestas. Además de las respuestas familiares a la lógica de los ataques de izquierda contra los bienes públicos -en esencia, golpeando las tuberías sin conexión no le haría daño a nadie más que a los pobres que el EPR teóricamente busca liberar- muchos mexicanos cuestionaron además el momento en que se dieron tales espectaculares ataques.
Tuvieron lugar pocos meses después de que Osama bin Laden amenazara con atacar los activos energéticos de México, y la última de las explosiones de los oleoductos ocurrió el 10 de septiembre. Esto dio la impresión de que el EPR estaba trabajando con intereses alineados a la agenda de Al Qaeda. Desde entonces, el EPR parece haber ajustado su estrategia y sus tácticas. Al hacer causa común con la APPO y la CNTE, el EPR ha renunciado a los ataques llamativos. En cambio, ejercen su influencia a través de los movimientos de protesta, que les permiten tener un papel más consistente (aunque indirecto) en el debate nacional que el concedido por un ataque con explosivos o ataques contra la policía. Estos movimientos de protesta están en absoluta oposición a la clase política actual, a menudo se tornan violentos, y como se señaló anteriormente, se afirma que son financiados por crímenes violentos como el secuestro. No obstante, al apoyarlos, las tácticas del EPR ya no rayan con el terrorismo. Si bien esta evolución parece positiva para la seguridad pública de México, hay un inconveniente: la colaboración con el EPR parece radicalizar a los grupos antes mencionados, y los distancia de sus motivaciones originales, que a menudo gozan de un amplio apoyo entre la sociedad en general. Por ejemplo, la CNTE surgió por primera vez en oposición al control hegemónico y la corrupción rampante del sindicato de profesores dominante, el SNTE.
Se trata de un etos que muchos en México continúan compartiendo, como es el rechazo de la APPO a la elección de Ulises Ruiz y otras elecciones fraudulentas. Sin embargo, en los últimos meses, la CNTE ha crecido hasta convertirse en una de las fuerzas políticas más desestabilizadoras en México, y supuestamente está desplegando redes de secuestro para financiar su existencia.
Si bien es imposible de demostrar en esta etapa, es difícil separar su radicalización de sus crecientes vínculos con el EPR. Por otra parte, si el EPR logra integrarse a las operaciones de la CNTE, es capaz de hacer lo mismo en otros lugares, ampliando de esta manera su influencia. Y a pesar de que para México es sin duda mejor no tener que enfrentar las tácticas de guerrilla del EPR, el precio de esto puede ser movimientos sociales cada vez más radicalizados a medida que los guerrilleros ganan acceso a una base más amplia de apoyo
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