jueves, 31 de octubre de 2013

Ciudad Perdida
Marchas y protestas en el DF
La embestida blanquiazul
El gemir como chantaje
Miguel Ángel Velázquez
D
esde el más profundo de los azules, el PAN y sus acólitos intentan poner fin a las protestas callejeras, pero mientras eso sucede quieren que hablen las macanas con el costo completo para el gobierno de esta ciudad, y para Miguel Ángel Mancera, a quien consideran su enemigo.
Para ellos, los azules –sin hacer de lado, desde luego, a los priístas que se frotan las manos cada que la presión sobre el gobierno de la ciudad aumenta–, la represión es un método de gobierno, y cargan al último eslabón de la cadena del problema toda la culpa.
Las razones que provocan las marchas, los mítines y los plantones no existen. Para ellos, esos que protestan son gente que lastima al comercio –base fundamental de su pensamiento político– e impiden obtener ganancias a muchos de los comerciantes, que en muchas ocasiones no cumplen con la ley. Pero eso no importa.
Y claro, no serán ellos, los protegidos por el manto azul, los que salgan a las calles a manifestar su desacuerdo con las leyes que supuestamente les afectan. Hay otras formas, aseguran. Por ejemplo, en lugar de hacer un plantón en el Zócalo, se llevan sus fortunas del país. Pero eso no hace daño a nadie. No marchan por las calles, pero despiden a miles de trabajadores para proteger sus ganancias. Eso tampoco tiene efectos negativos en la vida de México.
Lo malo, lo que hay que reprimir, es a los profesores, a los trabajadores, a los estudiantes o a cualquiera que no tiene grandes capitales para ejercer otro tipo de presiones. Esas que sí se valen, que no se dicen en muchos medios y que al final vuelven a causar más despidos y más pobreza, y al mismo tiempo más multimillonarios.
Vamos a los números. Empresarios y particulares mexicanos transfirieron recursos –capitales deberíamos decir–, entre 2007 y 2012, por 160 mil 573 millones de dólares para ser abonados directamente en cuentas bancarias o para financiar actividades productivas fuera del país, mientras aquí el desempleo sigue creciendo.
Y no se trata de proteger a los que salen a las calles y destruyen lo que encuentran a su paso, ni tampoco a los que, con ataques arteros hacia las fuerzas policiacas, pretenden desencadenar precisamente lo que los azules buscan: la represión. Para ello está ley, aunque para los de cuello blanco sólo quede la impunidad.
Pero en fin, en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal se busca, antes que cancelar la manifestación libre de las ideas, en las calles o en cualquier ámbito del país, crear una ley que castigue a los que buscan el caos, y para ello se pretende crear foros donde las opiniones se enfrenten y se llegue a algo que pueda parecer justo frente a la problemática.
El Gobierno del Distrito Federal ha decidido dar a los comerciantes descuentos en los pagos del impuesto predial, el de nómina y el hotelero, suponiendo que han sido afectados por las protestas callejeras de los meses recientes, que protagonizan principalmente los profesores de la CNTE.
Si el gobierno de la ciudad pretende que con esos beneficios se calmará el hambre de los comerciantes, se equivoca. El chantaje es uno de los instrumentos que mejor manejan, principalmente los líderes de los sindicatos de patrones, que aprovechan estas coyunturas para confundir, y desde luego para hacer otro negocio. Así que lo más conveniente es que el gobierno abra bien los ojos y no se deje engañar por el chillar de los llorones. ¡Aguas!
De pasadita
Hoy los diputados del Distrito Federal habrán de defender, en una reunión que empezará muy temprano, la cantidad de dineros que significará el fondo de capitalidad para el Distrito Federal. Si se considera que el mal gobierno hará que las calles se llenen de protestas, y que los mercaderes cobrarán por los daños que eso suponga, el fondo tendrá que ser multimillonario. Ya veremos.

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