Cárdenas, el petróleo y lo que viene
Enrique Calderón Alzati
P
or un artículo reciente me percaté de que existe un desconocimiento notable sobre el significado de la expropiación petrolera, así como del rol del general Cárdenas en la construcción del México moderno y en particular de la Ciudad Universitaria, instalación única en el mundo en aquellos años. Por ello he decidido escribir este artículo, para compartirlo con los lectores, esperando que les resulte no sólo interesante, sino profundamente actual.
Como sabemos, Lázaro Cárdenas tomó la decisión de expropiar el petróleo y la industria petrolera, a partir del conflicto generado por las empresas que se negaban a reconocer las demandas de sus trabajadores, haciéndola del conocimiento de la nación con un decreto expedido el 18 de marzo de 1938. La respuesta de apoyo de la sociedad mexicana a su presidente fue de un entusiasmo que no ha vuelto a repetirse desde entonces. Lo sorprendente es que el gobierno de Estados Unidos (EU) no hubiese respondido militarmente a tal acción, ni hecho manifestación alguna de su desacuerdo. Para entender esta conducta inusual de Washington, cuando los intereses de empresas y ciudadanos de ese país son tocados, es necesario recordar algunos eventos anteriores.
Ellos se refieren a la oposición y denuncia del gobierno de Cárdenas a las dictaduras fascistas de España, Italia y Alemania, ante las atrocidades cometidas en la misma España, en Abisinia, en Austria y en Checoslovaquia, conocidas por el presidente de Estados Unidos, quien sabía también las inclinaciones de apoyo a los nazis por algunas de las empresas petroleras. Para los intereses de EU, la posición del gobierno mexicano generaba más confianza que las mismas empresas estadunidenses e inglesas.
Cuando la guerra mundial finalmente estalló, el petróleo de México tuvo un papel importante en la victoria de los aliados, así mismo, las utilidades por la venta de petróleo representaron para nuestro país siempre pobre una capacidad económica que nunca había siquiera imaginado tener; el problema era decidir cómo y en qué emplear esos fondos.
El gobierno del presidente Ávila Camacho, sucesor de Cárdenas, formó una comisión de alto nivel para determinar cuál era el mejor destino para esos recursos que crecían cada día; como era natural, el presidente consultó al general Cárdenas al respecto, ya que después de todo aquellos recursos eran el resultado de la expropiación petrolera decretada por él.
Tres temas fueron ampliamente discutidos, ¿Cómo mejorar la salud y dar seguridad a los trabajadores mexicanos?, ¿cómo mejorar la economía, con el apoyo de esos recursos? y ¿cómo dar acceso a la educación de manera que todos los jóvenes y adultos tuviesen acceso a instituciones educativas de la mejor calidad.
Los resultados más importantes fueron la creación del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que empezó a operar con médicos contratados para visitar a los enfermos, mientras se construían las primeras clínicas y hospitales durante los últimos meses del mismo gobierno de Ávila Camacho, que daba así forma a las leyes de creación del IMSS para atender a los trabajadores y sus familias con aportaciones de las empresas y del propio gobierno, otorgando por fin uno de los derechos más importantes de nuestro tiempo; como resultado, el descenso de la mortalidad infantil y la mejora substancial de la calidad de vida de las familias mexicanas se hacía realidad; además de servicios médicos y pensiones de retiro, el IMSS creó centros deportivos, unidades habitacionales y centros vacacionales accesibles para las familias de los trabajadores.
En materia económica, era claro el rol que jugaba Ferrocarriles Nacionales en el movimiento de mercancías que eran trasladadas de sus centros de producción a los de consumo, así como a los puertos para su exportación y también para la internación de maquinaria y productos extranjeros, siendo importante mencionar que en buena parte del territorio nacional éste era el único medio de transporte existente. La modernización de los ferrocarriles, con la sustitución de las viejas locomotoras de vapor por las nuevos maquinas diésel eléctricas, entre 1947 y 1950, tuvo resultados que superaron las expectativas, permitiendo a México lograr uno de los crecimientos económicos más acelerados de la posguerra durante el gobierno de Miguel Alemán, que desafortunadamente estuvo acompañado de los primeros escándalos de corrupción gubernamental en la historia moderna del país.
El tercer tema fue desde luego el más ambicioso: la educación, en la cual se habían venido haciendo ya esfuerzos importantes para abrir escuelas en todo el territorio nacional, con el propósito de dar cumplimiento al compromiso constitucional de asegurar el acceso a la escuela a cada niño, y que como resultado planteaba ya enormes demandas para la educación superior.
La construcción de una nueva sede para la Universidad Nacional fue decidida como una de las acciones más importantes para definir el rumbo futuro del país; fue así como la Ciudad Universitaria de la ciudad de México comenzó a ser construida durante la administración del presidente Alemán, convirtiéndose en un símbolo que fue conocido en el mundo entero, dando lugar a que la ciudad de México fuese seleccionada para realizar los Juegos Panamericanos y luego como la sede de la olimpiada de 1968, concedida por vez primera a un país Latinoamericano.
La puesta en marcha de la ciudad universitaria en 1954, significó la posibilidad de realizar una carrera universitaria para miles de jóvenes de todo el país, y luego la posibilidad de crear otras universidades e institutos tecnológicos, con los mismos egresados de la UNAM y del IPN; de esta manera la educación se convertía en la llave para el crecimiento nacional.
En las décadas siguientes, los gobiernos de la República pudieron hacer algunas grandes inversiones en materia de infraestructura hidroeléctrica en Michoacán, Veracruz y Chiapas, pero los recursos que generaba el petróleo comenzaron a ser destinados para otras cosas por los sucesivos gobiernos federales, con el gran crecimiento de los aparatos gubernamentales, la centralización de la economía en unas cuantas ciudades y la corrupción de los altos niveles de gobierno que terminó contaminando a todo el país.
De la llegada al poder de los gobiernos liberales, podemos mencionar la maravillosa Estela de Luz, construida en ocasión del bicentenario, o hablar del
nuevo aeropuerto de la ciudad de México en San Salvador Atenco.
Si queremos saber qué sigue, quizás debiéramos preguntárselo a los iraníes, a quienes alguna vez las petroleras estadunidenses les ofrecieron el paraíso que hoy le ha sido ofrecido al gobierno mexicano.
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